Los Acuerdos de París marcaron el compromiso internacional de cuidar el medioambiente.

La cumbre de París o la gran decepción

El gran desafío al que se enfrenta la humanidad en este siglo XXI es el cambio climático. En estas últimas décadas la comunidad científica internacional ha conseguido eliminar todas las dudas e incertidumbres sobre el calentamiento de la Tierra a causa de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Recientemente el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), cuya finalidad es agrupar todos los estudios emitidos por expertos, concluye que el cambio climático es un hecho inequívoco provocado por la acción del hombre. ¿En que nos afecta el cambio climático? Aumento de las temperaturas, subida del nivel del mar afectando a las zonas costeras, aumento de los fenómenos climáticos extremos, efectos negativos en la salud, en la disponibilidad de los alimentos, entre otros.

La Organización Mundial de la Salud lleva tiempo alertando de los efectos del cambio climático en nuestra salud: grandes olas de calor, agotamiento de recursos como el agua, aumento de enfermedades infecciosas, desnutrición. Son realidades visibles, en muchas capitales los ciudadanos no tienen más remedio que emplear mascarillas anti polución dado el alto índice de contaminación, este aire contaminado aumenta las probabilidades de padecer cáncer de pulmón, cardiopatías, entre otros. ¿Cómo hemos llegado a este extremo?

En nuestra frágil atmósfera se encuentran determinados gases que contribuyen a mantener constante la temperatura media de la Tierra, convirtiéndolo en un lugar habitable. Estos gases, denominados de efecto invernadero, son pues imprescindibles para la vida. El principal problema es el uso desproporcionado que hacemos, especialmente en estos dos últimos siglos, de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural). Su concentración ha aumentado exponencialmente, originando un mayor efecto invernadero e incrementando la temperatura media del planeta. Antes de la denominada revolución industrial la concentración de CO2 (gas que más influye en el cambio climático) era de 260 partes por millón (ppm), en 2016 era de 403 ppm.

La advertencia del efecto invernadero

Los profesores Revelle y Keeling lograron, en la década de los 60 del pasado siglo, acreditar con mediciones un aumento de la concentración atmosférica de CO2, debido a los combustibles fósiles. Revelle ya avisó que, de alcanzarse mayores niveles de CO2 en nuestra atmósfera, se produciría un aumento del efecto invernadero, lo que conllevaría a un cambio climático. Desde entonces se han sucedido los diferentes estudios que han corroborado de forma tajante esta relación causa-efecto.

A pesar del tiempo transcurrido y la acumulación de evidencias, seguimos perdiendo tiempo en debates estériles cuestionando los innumerables datos científicos. El cambio climático es una realidad y nos encontramos en un punto de no retorno donde no es posible perder más tiempo. Hemos de actuar ya.

De ahí que la reciente cumbre de París arrojara resultados decepcionantes, a pesar de fijar un objetivo común de contención del aumento de la temperatura por debajo de 2ºC, no establece ningún instrumento jurídicamente vinculante. Tampoco menciona un impuesto a los combustibles fósiles, lo que permitiría transitar hacia energías renovables sostenibles, provocando una verdadera descarbonización de la economía. Son una mera declaración de intenciones.

Se han producido avances, especialmente en Europa, pero no están siendo lo suficientemente relevantes, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando. Quiero ser optimista, los grandes avances científicos del último siglo permiten albergar ciertas esperanzas en corregir el daño que hemos originado al medio ambiente. Tan sólo es necesario compromiso político, especialmente de las naciones más contaminantes y sensibilización ciudadana.

Con independencia de la responsabilidad que tienen los gobiernos (y mucha) para mitigar los efectos del cambio climático, los ciudadanos debemos incorporar el criterio ambiental a nuestro comportamiento diario. Considerar en cada decisión cotidiana nuestra huella ecológica. La declaración de Rio en 1992 ya lo definió a la perfección: “Pensar globalmente actuar localmente”.

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