Carabela portuguesa.

La carabela portuguesa, ¿una amenaza para la costa mediterránea?

Cierre de playas al baño, cancelación de reservas para actividades acuáticas en escuelas de verano y en club náuticos y administraciones presionadas que barajan el uso de drones para hacer batidas y detectar el ejemplar. La llegada de la carabela portuguesa está poniendo en jaque a la costa alicantina ante la alarma social que se ha desatado acaparando titulares en los medios de comunicación. ¿La amenaza está justificada?, ¿son tan letales?, ¿hay una invasión?

Ante la zozobra que se ha instalado, conocedores de la materia están intentando frenar la alarma aclarando las verdades y mentiras que envuelven a la carabela portuguesa, de apariencia similar a una medusa por lo que muchos la confunden y la definen como tal. Samuel Biener, geógrafo del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA), es uno de ellos.

Estos últimos días ha salido a la palestra con la publicación de un artículo donde hace una denuncia pública sobre la “psicosis injustificada” a la que se está llegando y que puede poner en riesgo al sector turístico. “Los que estamos acostumbrados al mar estamos indignados con el problema social que se ha generado. Es que se ha llegado a una exageración extrema, quizás porque no controlan el tema y publican lo que más llama la atención y circula en Internet. De forma muy excepcional la carabela portuguesa puede matar, pero se está quitando lo de muy excepcional y le están dando una peligrosidad que no tiene”, lamenta.

Su nombre científico es Physalia physalis. De color azulado, la carabela portuguesa no pertenece a la familia de las medusas. Es una colonia de diferentes organismos y cada uno cumple su función: uno para la alimentación, la vela gelatinosa para moverse impulsada por los vientos y corrientes y los tentáculos que cuelgan de su cuerpo central para atrapar a sus presas. “Siempre he practicado deportes de agua, tengo contacto con pescadores y comentan que desde hace varias décadas se han visto ejemplares en la costa alicantina, pero no teníamos cámaras para el agua, ni tantos socorristas ni tampoco tanta gente haciendo deporte náutico. Antes no se veían y ahora sí”, afirma.

Entonces, ¿la provincia de Alicante se enfrenta a una plaga? “No hay una invasión, aunque hay gente que habla de miles. Lo que está aumentando es la frecuencia con la que aparecen. A finales de la primavera del año 2010 también llegaron ejemplares y la gente no se acuerda”, puntualiza.

La pérdida de depredadores naturales

Las tendencias apuntan a que debido a la eutrofización del Mediterráneo, la pérdida de sus depredadoras naturales, -las tortugas en esta zona están casi extinguidas-, y el aumento de la temperatura podría ser más frecuente que sigan apareciendo en un futuro. Pero esta previsión también dependerá de las condiciones meteorológicas.

Durante los meses de marzo y abril se han registrado borrascas atlánticas, muy potentes, y muchísima agua del Atlántico ha entrado al Mediterráneo vía Estrecho, arrastrando a las carabelas portuguesas, cuya picadura duele más que la conocida medusa del Mediterráneo. Si los tentáculos se enredan y adhieren dejan más marcas, pero lo expertos insisten en que no es mortal salvo casos muy excepcionales como reacciones alérgicas.

En su artículo, el geógrafo ha echado mano de estadísticas científicas para hacer una comparativa: en los últimos 110 años en todo el mundo solo se han registrado cuatro muertes por reacciones alérgicas extremas y “seguramente porque en esa época no sabíamos cómo combatir las picaduras de las medusas y sobre todo esta especie que no era tan conocida por los medios de comunicación”. Las avispas o a las abejas causan la muerte de unas 20 personas al año en España por reacciones alérgicas graves. “¿Cerraremos también las playas si aparecen unas cuantas?”, se pregunta.

Alguna administración se ha planteado el uso de drones y redes para darles caza. Medidas que son cuestionadas por considerar que no se está frente a una plaga sino ante una aparición más frecuente a lo habitual. Por el momento, además de la bandera roja, el cierre de kilómetros de playa se ha convertido en otra medida que han tomado ayuntamientos afectados. Una solución temporal que también es puesta en entredicho teniendo en cuenta que en su fauna marina hay otros animales causantes de numerosas atenciones por picaduras como el pez araña. Y son dolorosas. En el caso de la carabela portuguesa, su fisionomía en forma vela ayuda a avistarla.

Respeto al mar

Para Biener, esta nueva situación “ha pillado por sorpresa y es normal” a las administraciones, que se están dejando llevar por la presión. Pone el caso del Cantábrico, donde están acostumbrados a lidiar con ellas, y solo cierran las playas cuando el número es importante “pero no por una o dos”. “No podemos irnos a ninguno de los extremos. Ni pasar del tema ni tampoco tenerle miedo. Lo que falta es respeto y educación. La gente se piensa que el mar es una piscina y no es así. Siempre hay que tener prudencia porque es un medio que no se puede controlar”.

De las corrientes y del calentamiento del mar dependerá la presencia de más carabelas porque cuando se alcanzan los 25 grados su ciclo de vida acaba. Una temperatura que en la provincia de Alicante se ha registrado a principios-mediados del mes de junio durante los últimos años. Ahora bien, su previsible desaparición a muy corto plazo no debe llevar al bañista a bajar la guardia. Y es que en estos días ha empezado a llegar el clavel del mar, muy conocido en el Mediterráneo. La medusa que más picaduras provoca en sus playas.

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