El monstruo de las toallitas higiénicas se hace más grande. Y es que no solo se compone de madejas de estos residuos, sino que además se alimenta de todo tipo de artículos que se evacuan por el inodoro. Sin tener consciencia de que posteriormente se convertirán en un grave problema, tanto en el alcantarillado —obstaculizando y produciendo atascos en las estaciones de bombeo de aguas residuales— como posteriormente en los mares y océanos. En muchas ocasiones no es solo cuestión de la concienciación del usuario, sino también de su desconocimiento.
Numerosos envases que encontramos en los productos de uso diario, llevan al equívoco al consumidor, haciéndole pensar que esos artículos son desechables y biodegradables. Incluso en el packaging de algunas marcas, se indica que el producto es apto para ser eliminado por el váter. Un error que propicia la acumulación de residuos en tuberías y alcantarillas, creando grandes masas de elementos que están deteriorando y acortando la vida útil de las redes de saneamiento.
Solo en 2017, se sacaron 368 toneladas de restos de estas toallitas higiénicas, de bebé o desmaquillantes, entre otras. Lo que ha llevado a distintos organismos a elaborar un proyecto de norma UNE sobre Criterios de aceptación de productos desechables vía inodoro. En ese sentido, la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) coordina el Grupo de Trabajo en la Asociación Española de Normalización (UNE) dentro del Comité Técnico 149, Ingeniería del Agua, que ha permitido elaborar este proyecto de norma y que cuenta con expertos nacionales de los sectores del papel y del agua.
La norma señalará qué puede ser desechable
El objetivo es establecer los criterios que debe cumplir un producto para ser considerado desechable directamente vía inodoro. Una especificación técnica que afectará a los artículos de uso habitual en el cuarto de baño, diseñados, etiquetados o comercializados implícita o explícitamente como “desechables vía inodoro” pero que, sin embargo, son susceptibles de ser contaminados con orina, materias fecales u otros fluidos corporales.
Y es que el respeto hacia el medio ambiente, en especial hacia los entornos acuáticos, lleva a que la depuración y limpieza de las aguas residuales urbanas deba ser parte del proceso del ciclo integral del agua. En ese sentido, el vertido de productos no biodegradables o de difícil desintegración a través del inodoro doméstico, acarrea la obstrucción y el deterioro de los sistemas de saneamiento, provocando numerosos problemas operacionales, que a su vez son muy costosos.
La ausencia, hasta la fecha, de un reglamento que determine los criterios válidos y objetivos que permitiesen identificar si los productos son o no biodegradables y desintegrables para saber si se pueden tirar o no al inodoro —así como la confusión que genera al respecto el etiquetado—, han hecho necesaria y urgente esta regulación. El objetivo es el de proteger las redes de saneamiento urbanas, así como el medio ambiente acuático.
Se comprobará su biodegradación
Con esta nueva normativa, para que un producto pueda conseguir esa garantía de ser desechable, debería realizar distintos ensayos de composición, sedimentación, dispersión y biodegradación. Una vez finalizados los ensayos, podrá incluir en sus envases un logotipo específico y una leyenda con la que aclarar al consumidor que se trata de un producto que podrá eliminar por el váter, sin que posteriormente pueda convertirse en un problema medioambiental.
El proyecto de norma UNE actualmente se encuentra en proceso de información pública. A través del Boletín Oficial del Estado se está anunciando para que cualquier persona, física o jurídica pueda remitir las observaciones al mismo que estime oportunas. Una vez superada la fase anterior, y recibidas en AENOR las posibles observaciones al proyecto, el CTN procederá al estudio de las mismas y la aprobación de la propuesta de norma final. Tras el registro, edición y difusión de la norma UNE, su publicación por AENOR y la consiguiente notificación al BOE, se procederá a la promoción y comercialización, a través de los servicios comerciales de AENOR.