Cada 15 de octubre, la Organización de las Naciones Unidas celebra el Día Internacional del Lavado de Manos. Con este quieren recordar que cada año podrían salvarse un millón de vidas, sobre todo en países en vías de desarrollo, si su población se lavase las manos con jabón. Este sencillo gesto contribuye a evitar enfermedades tan graves como la neumonía y la diarrea, que son las dos primeras causas de mortalidad infantil en el mundo.
A través de las manos se pueden contagiar más de doscientas enfermedades. Además de las infecciones respiratorias y la diarrea, no lavarse las manos puede provocar otras enfermedades de transmisión feco-oral, como cólera, hepatitis, disentería o giardiasis. También es el caso de infecciones virales, como las eruptivas, conjuntivitis y las de boca y garganta, entre otras muchas.
Las manos son la parte de nuestro cuerpo que se encuentra más expuesta a agentes externos. Por eso se suele recordar la importancia de la limpieza ante muchos objetos de uso cotidiano. Un buen ejemplo es el uso del teléfono móvil, cuya pantalla puede contener hasta seiscientas bacterias, treinta veces más que la tapa de un inodoro, según un estudio de la Universidad de Barcelona. Otros lugares con una gran concentración de bacterias son el teclado de los ordenadores, los grifos, el dinero (tanto billetes como monedas), los cajeros automáticos, los botones del ascensor o los carritos de la compra.
Lavarse las manos cuando no hay agua potable
Cuando basta acercarse a un grifo para que salga agua potable este no parece mayor problema. Pero tres de cada diez personas en el mundo carecen de acceso a agua potable y disponible en el hogar. Así lo recuerdan la Organización Mundial de la Salud y Unicef con datos que hablan de esos más de dos mil millones de habitantes. Y esta cifra aumenta hasta los cuatro mil quinientos millones si de lo que se habla es de contar con un saneamiento seguro.
Un ejemplo de trabajo por la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, el que habla de garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y saneamiento para todos, es el proyecto Agua para la Amazonía peruana. La Fundación Aquae lleva cuatro años colaborando con este proyecto junto a Unicef.
En este tiempo se enorgullecen de haber contribuido a mejorar considerablemente las condiciones de vida de cinco mil familias de quince comunidades rurales en Perú. En el país americano solo el 65% de la población rural tiene acceso a agua potable; el 37%, a instalaciones de saneamiento mejoradas; y únicamente el 10% de los niños y niñas indígenas de 3 a 5 años dispone de servicios de saneamiento adecuados. Actualmente, solo el 39 % de la población global -2.900 millones de personas- utiliza un servicio básico de saneamiento. Esto significa que se eliminan las heces de forma segura in situ o se tratan fuera del emplazamiento.
Lavarse las manos con jabón reduce las infecciones
«Lavarse las manos con agua y jabón reduce en un 25% las infecciones respiratorias, como la gripe, la bronquiolitis, la tosferina, el SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) o la neumonía, que mata a un niño cada 15 segundos en el mundo; y en un 50%, las diarreas infantiles, que anualmente provocan la muerte a más de medio millón de niños. Además, la diarrea acrecienta la posibilidad de que los niños sufran desnutrición crónica, lo que suele retrasar su crecimiento», destaca Mariola Urrea, presidenta del Consejo de Estrategia y Supervisión de Fundación Aquae.
Según Urrea, «además de facilitar acceso a fuentes de agua segura, este proyecto también se centra en la formación y capacitación de la población local en todo lo relativo a la utilización de letrinas«. Para ello se coordinan con expertos de educación y salud. Con ellos realizan talleres de buenas prácticas y se elaboran materiales informativos para explicar, por un lado, el funcionamiento de estas letrinas ecológicas construidas en altura con el objetivo de asegurar su resistencia en la época de lluvias y de crecida de los ríos y, por otro lado, la forma adecuada de preservar en buen estado estas infraestructuras.
En comunidades como Manco Cápac, más del 66% de los niños están afectados por parásitos intestinales. Estos son consecuencia de la mala calidad de su agua y de sus servicios de saneamiento. «La única manera de combatir definitivamente estas enfermedades es la provisión de agua limpia para beber y lavarse las manos y, a su vez, eliminar la defecación al aire libre», recalca Mariola Urrea. Uno de estos niños es Celeste, quien en este vídeo, grabado el pasado mes, explica cómo ha cambiado sus hábitos de higiene gracias al proyecto impulsado por Unicef y Fundación Aquae.