Este centro de recuperación de fauna marina trata a una media de ochenta tortugas al año.

El ‘hospital’ donde ingresan las tortugas enfermas por la acción humana

Una media de ochenta tortugas bobas (caretta caretta) procedentes del litoral de la Comunidad Valenciana son atendidas cada año en el ARCA del Mar. Este ‘hospital’ de la Fundación Oceanogràfic de Valencia se ha convertido en un referente en la cura, cuidado y conservación de estos animales amenazados por la acción humana. Los casos que atienden dan muestra del daño que les estamos provocando en su medio natural. Un ejemplo: recientemente han realizado una necropsia a una tortuga, cuyo estómago estaba lleno de plástico.

La pesca y la basura marina son las principales amenazas y se pueden agrupar en dos periodos en cuanto al origen de las atenciones en el ARCA del Mar. En invierno -de octubre a abril- entran al ‘hospital’ más quelonios afectados por arte de pesca distinta pero, sobre todo, por arrastre y trasmallo. Atrapadas en la red, los pescadores devolvían las tortugas al mar creyendo que estaban bien ya que, a simple vista, no sufrían ninguna herida. Sin embargo, una investigación de la Fundación descubrió que cuando esto ocurre la tortuga puede sufrir embolia gaseosa y la enfermedad descomprensiva (frecuentes en las ascensiones a superficie bajo situaciones de estrés). El animal muere a los pocos días, si no se trata en una cámara hiperbárica.

Cuando se detecta que las tortugas tienen una embolia gaseosa se las introduce en una cámara hiperbárica para su recuperación.
Cuando se detecta que las tortugas tienen una embolia gaseosa se las introduce en una cámara hiperbárica para su recuperación.

Colaboración con los pescadores

Este hallazgo ha permitido trabajar en colaboración con los pescadores. Estos están poniendo en marcha un circuito de alerta a través del 112 para atenderlas cuando son capturadas. Luego este avisa a su vez a la Universidad de Valencia encargada de la coordinación. El equipo de veterinarios se desplaza, recoge las tortugas y le realiza un chequeo. Si se detecta un embolia gaseosa, se introduce dentro de la cámara hiperbárica para su recuperación.

“Los pescadores cada vez saben más y están encantados en ayudar porque quieren que sobrevivan y por eso en un principio las devolvían al mar al desconocerse el riesgo de la embolia gaseosa que descubrimos aquí. El equipo de Veterinarios, Biología y Mantenimiento hicimos nuestra primera cámara hiperbárica donde las atendemos”, destacan desde la Fundación, que también colabora con otros centros de recuperación cuando les piden ayuda.

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En verano, más plástico

En el verano, los avisos proceden en su mayoría de la ciudadanía que las avistan en playas o puertos. Las atenciones son, sobre todo, por plásticos y redes de deriva. Algunas tienen este residuo en su estómago y otras llegan con aletas dañadas. Las amputaciones, en ocasiones, son necesarias. Además, han tenido el caso de un quelonio que ingirió el cabezal metálico de un mechero y en otro ejemplar encontraron que su estómago estaba lleno de plástico cuando realizaron una necropsia por una embolia gaseosa.

¿Cómo poner freno a esta marea de plástico? “Es difícil -reconocen- nosotros intentamos poner nuestro granito de arena y el año pasado empezamos una campaña ‘Por un mar sin plásticos’; hay que educar a las futuras generaciones y concienciar a los mayores”.

En un plazo medio de un año, el cien por ciento se recuperan, reciben el alta en el ARCA del Mar y regresan a su medio natural. A excepción de una tortuga. Procedente de Murcia, el quelonio llegó a estas instalaciones a finales de 2017. “Es una situación especial porque por un traumatismo tiene las dos aletas inmovilizadas. No se sabe muy bien cuál va a ser su desarrollo y si podrá ser devuelta al mar”, apuntan.

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