La esperanza del planeta reside en el empeño de algunos empresarios que, en su ámbito de actuación, deciden ser responsables con su entorno e inspirar, tanto a sus propios clientes como a todos los que forman parte de su proceso de fabricación, pero también a la competencia. Carlos García (Elche, 1989) y su empresa de calzado Flamingos’ Life es uno de esos eslabones de la industria que se ha propuesto hacer las cosas de otra manera. O mejor dicho, de la manera en la que se tendría que haber sido siempre. La idea de la Responsabilidad Social Corporativa está grabada a fuego en su ADN, desde su nacimiento, pero cada vez dan un pasito más. Y estos les hacen avanzar en el camino de la sostenibilidad a ellos y a todos los demás.
El joven empresario alicantino estudió sociología, pero se vio tentado por la idea de crear su propia marca de calzado, ya que además provenía de una familia que se había desarrollado profesionalmente en ese mismo sector. Decidió optar por la valentía e iniciar el proyecto junto con su padre y su hermano, en un momento en el que pocas marcas en España utilizaban materiales reciclados en la fabricación de sus artículos. La moda se resistía todavía a entrar en la rueda de la economía circular, quizá por el prejuicio de que esos materiales podrían no cumplir con los criterios estéticos de los departamentos de diseño o con la política de económica de la empresa, al incrementar los costes.
El inicio con plásticos reciclados
Nada de eso impidió a Flamingos’ Life iniciar su andadura, creando sandalias con plásticos que habían sido reciclados. Pero no se conformaban con dar una segunda vida a unos materiales que tardarían siglos en descomponerse, convirtiéndose en basura contaminante, sino que fueron más allá. También plantaban cinco árboles por cada par de sandalias o de zapatillas que vendían, con el objetivo de que el planeta tuviera la posibilidad de absorber toda la huella de carbono que las fábricas habían generado en la fabricación de sus productos. Unas iniciativas que les ha llevado ya a reciclar más de mil botellas de plástico y a plantar más de noventa mil árboles, en colaboración con la fundación Eden Reforestation Projects. Una acción con la que además han generado miles de horas de trabajo en los territorios más desfavorecidos del mundo, que es donde se han llevado a cabo esas plantaciones.
Sin embargo, muchos han sido los altibajos que han atravesado empresarialmente, hasta alcanzar una estabilidad en las ventas que le ha permitido seguir desarrollándose como empresa. Lo que les ha llevado a seguir potenciando sus proyectos responsables con el medioambiente y con la sociedad. Si en un primer momento incluían materiales reciclados en algunos de sus artículos, ahora lo hacen en todos. Pero no solo en alguna de las partes, sino que la totalidad del producto está creado con materiales reciclados o con fibras naturales que no sean contaminantes. El CEO de la marca explica que «ha sido un proceso muy duro el que hemos recorrido para llegar hasta aquí. Pero siempre hemos pensado que teníamos que transformar el sistema que estaba siguiendo el mercado».
Reciclado y rentable
Ahora están a punto de sacar al mercado su nueva colección. Unas nuevas piezas totalmente recicladas y reciclables que además mantienen su filosofía de marca en el diseño. “Para nosotros la RSC es tan importante como el diseño”, afirma. Y es que ellos demuestran que cualquier prejuicio es una barrera absurda que se puede saltar. También es posible hacer moda y crear un producto estéticamente atractivo, a la par que rentable. Esta empresa con sede en el Parque Empresarial de Elche ha pasado de facturar 150.000 euros con las sandalias a facturar dos millones de euros con las zapatillas.
“La moda es muy opaca y el sector del calzado muy conservador, así que ha sido difícil hacer ver que hay otra forma de hacer las cosas”, desvela Martínez. En muchas ocasiones, han tenido que hacer ellos el trabajo de sus proveedores, tratando de localizar las materias primas respetuosas con el medioambiente. Pero también en la búsqueda de materiales que no tuvieran sustancias cancerígenas, como ocurre con los remaches de los ojales por donde se anudan las zapatillas.
“Hemos insistido mucho en solicitar los certificados de todos los materiales que utilizamos. Y así también hemos ayudado a otras empresas a que se introduzcan en esta nueva vía comercial, que además es buena para todo el sector. Porque si quieren exportar sus productos, tendrán que cumplir con las normativas internacionales, que son muy estrictas en este sentido”, describe. Y es que, su empeño por trabajar así, está permitiendo que se extiendan estas prácticas. Algo de lo que se sienten muy orgullosos, a pesar de tratarse de la competencia. “Nuestro lema es inspiring others to action”, sentencia.