En la era digital la lógica binaria se ha instalado en nuestra forma de pensar.

RSC y la lógica binaria

La Responsabilidad Social Corporativa [RSC] aparenta tener las características binarias de todo lo que nos asiste desde la tecnología donde las cosas son “encendido o apagado”, “todo o nada” sin tonos intermedios. Si vivimos en la era digital posiblemente la esencia binaria se haya incorporado en nuestro ADN; los unos y ceros que nos permiten disponer de las herramientas más sofisticadas para llevar a cabo todo lo que nos proponemos -y contar con la potencia suficiente para alcanzar lo que todavía no somos capaces de terminar de comprender- de alguna forma se ha colado en nuestra esencia tanto como para llevarnos a considerar que lo que hacemos, lo que deseamos, lo que evitamos, lo que somos y lo que aspiramos ser -debe ser- en esencia 1 ó 0.

El 1 es todo y el 0 es nada. Somos una cosa o la otra; no hay muchas chances de ser algo de una cosa y un poco de otra. Están quienes triunfan en el estudio y sobresalen como académicos pero se quedan con teorías inaplicables en la práctica. Hay quienes sobresalen en los hechos sin contar con una instrucción que pudiera anticipar su desempeño. También existen los “NiNi” [aquellos que ni estudian ni trabajan] para poner en evidencia que, si se trata de desinterés, también es posible hacerlo sin posiciones intermedias.

Con las empresas, y en especial en su vínculo con la comunidad, se repite en buena medida el análisis, y la consideración, con tendencia binaria.

Las empresas intentan, por todos los medios a su alcance, demostrar lo buenas que son y hay quienes, siguiendo sus intereses particulares, intentan demostrar el daño que causan.

Las empresas no pueden ser malas

Sin embargo, las empresas en particular, no pueden ser malas por naturaleza; una empresa mala es simplemente una asociación ilícita y si no están todos sus integrantes en prisión es solo cuestión de tiempo para que eso ocurra. Las empresas solo pueden ser buenas y -al igual que lo que esperamos escuchar del servicio meteorológico- mejorando.

Lo cierto es que, en la categoría empresas, lo que vale es su calidad de “responsables” y en particular de “sostenibles”. Y es en este terreno donde está la diversidad de tonos que las alejan de la lógica binaria y las oportunidades de crecimiento que la RSE potencia hasta lograr su máxima expresión. La sostenibilidad empresaria depende, en buena medida, de su capacidad para hacerse cargo de lo que hace; de lo que hace bien y de lo que hace mal.

Un ejemplo válido para considerar respecto de la necesidad de que las empresas se hagan cargo de los “daños colaterales” que generan es la demanda que presentó el entonces gobernador del estado de California -en los EEUU- Arnold Schwarzenegger en contra de las automotrices General Motors, Ford, Toyota, DaimlerChrysler, Honda y Nissan.

California es el estado con mayor densidad de automóviles en los EEUU y, al saber que los gases que emiten los vehículos son responsables -entre otros- del indeseado “efecto invernadero” es razonable que el estado reclame a las automotrices parte del dinero que le cuesta combatir la contaminación ambiental.

Debilidad y oportunidad

Es impensable imaginar que los fabricantes de automóviles sean los malos de la película. También sería injusto; pero no por eso se puede pasar por alto que la contaminación ambiental es un problema “alimentado” -en parte- por los productos que desarrollan las automotrices. Y, aunque la demanda haya sido desestimada por un juez federal, pone en evidencia una debilidad de la industria que debe ser inteligentemente transformada en oportunidad.

Esto no hace que las automotrices pasen de buenas a malas en concepto binario; ofrece la posibilidad de mostrar -en acción- que tan cerca, que tan parte de la comunidad son las automotrices. Que tan bien utilizan su experiencia, sus inversiones en investigación y desarrollo para presentar innovaciones que resuelvan el problema y la comunicación para que esa solución llegue a la mayor cantidad de personas posibles para ser puesta en marcha -con eficiencia- en tantos sitios como sea posible.

Si nos limitamos a llevar a las empresas desde el sitial del bueno incomparable al malo detestable no hay chances de reparación ni de progreso. La evolución es parte de la naturaleza de las empresas porque es inherente a las personas que las conforman.

Es el corazón de la RSC el que pone en marcha los brazos necesarios para que el vínculo de las empresas con la comunidad lo lleve hasta recuperar la pertenencia y el orgullo de ser parte.

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