La cetrería, una disciplina cinegética con más de cuatro mil años de historia, ha resultado ser la mejor opción. Esta técnica de amaestramiento de halcones para la caza sigue vigente por sus beneficios. Muchos han sido los intentos de la tecnología por tratar de crear un sistema con el que ahuyentar a las aves de las pistas de vuelo. Y es que su presencia puede ocasionar accidentes por colisión en las turbinas de las naves. Sin embargo, todos los sistemas que se iban probando como drones, sonidos, vibraciones o disparos, han sido asumidos con normalidad por los animales sin que finalmente lograran su objetivo. Pero el halcón ejerce un miedo ancestral que ocasiona que no se establezcan en las pistas. Una manera de realizar ese papel disuasorio de la forma más natural posible y menos agresiva para la fauna.
“En casi todos los aeropuertos hay, no una persona, sino todo un equipo de cetreros que antes de cada vuelo o con cierta regularidad salen a trabajar para que todo transcurra sin incidentes”, explica David Santacreu Fernández, cetrero y profesor colaborador de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Igual que hay un equipo de bomberos o está la Guardia Civil, también hay un equipo de halconeros. Unos puestos que salen a concurso. Y es que un ave o de un conjunto de ellos, a las velocidades a las que vuela el avión, puede ser un auténtico proyectil. En la retina de todos está el accidente ocasionado por una bandada de gansos que obligó a un avión a realizar un aterrizaje de emergencia en el río Hudson.
Félix Rodríguez de la Fuente
Esa función rara vez la observamos, pero se realiza con absoluta normalidad en la práctica totalidad de los aeropuertos. Con el simple vuelo del halcón o de las aves rapaces que se puedan emplear para esta función, el resto de aves desaparece de la zona al observar la amenaza. “Al soltar el halcón y hacer una persecución, todos los demás animales huyen despavoridos”, explica Santacreu Fernández. El halcón ni siquiera ha de capturar a su presa. Su simple presencia es un elemento absolutamente disuasorio. Una técnica que bebe de la Edad Media y que comenzó a utilizarse de nuevo en la década de los sesenta, cuando el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente quiso recuperarla, tras dos siglos en desuso.
Control de plagas
“Una de las cosas que hizo Félix fue aportar una aplicación moderna a esta disciplina trayendo a España la cetrería del mismo modo que se usaba en otros países como Estados Unidos”, afirma el experto. Y lo hizo encontrando así la utilidad necesaria con la que garantizar su pervivencia. Porque no hay que olvidar que los halcones son una especie en peligro de extinción y que nada podría ayudarles más que constituirse como un elemento imprescindible. Aunque no solo con estas tareas, sino también como colaborador para tratar de controlar plagas de animales sin emplear elementos químicos. “Los halcones se han demostrado como una gran ayuda a la hora de tratar con plagas de conejos o tordos”, cuenta Santacreu. Algo que se ha llevado a cabo en fincas privadas, pero que todavía no ha encontrado el apoyo de las administraciones públicas.
Una relación de respeto
La cetrería fue cayendo en el olvido con el auge de las armas de fuego. Era mucho más sencillo cazar con un arma y con la pólvora que tratando de establecer una relación de respeto con un animal salvaje como es el halcón. “El proceso de adiestramiento llevaba varios meses para poder capturar presas más pesadas, así que acabó en desuso en favor de las armas”, relata. “Conseguir que un animal tan esquivo, que ve al hombre como su mayor enemigo, sea capaz de colaborar con él y entablar esa relación es algo muy complicado”, recuerda. Tan es así que, según afirma, “se dice que es el único animal que ha hecho rendirse a sus pies a nobles y reyes, ya que para poder recoger la presa de sus garras debían arrodillarse y mostrarle respeto”.