La contaminación de los microplásticos vertidos al mar está siendo objeto de múltiples estudios. Está en el blanco de todas las miradas. Sin embargo, esas diminutas partículas también están presentes en el medio terrestre. Un lugar en el que todavía se desconoce el grado de perjuicio que pueden llegar a ocasionar. Por ejemplo, a través de lodos de depuradoras. Así lo asegura el investigador distinguido de la Universidad de Alicante (UA), del departamento de Ecología y del instituto universitario Ramón Margalef (IMEM), Carlos Sanz Lázaro, que está llevando a cabo diversos estudios en esta materia. Proyectos para los que cuenta con el apoyo del Vicerrectorado de Responsabilidad Social de la UA.
“Los lodos de depuradoras acumulan microplásticos procedentes de multitud de productos de uso cotidiano”, explica Sanz. Pastas de dientes, jabones y restos de artículos que utilizamos en casa, llegan después por los sumideros hasta las depuradoras. Esos restos convertidos en lodos se han venido usando en el sector agrícola como abono. Una iniciativa que trataba de darle utilidad a esos residuos haciéndoles formar parte de la rueda de la economía circular. “El objetivo era bueno porque contienen numerosos nutrientes que en teoría pueden beneficiar a esos cultivos”, afirma el investigador. Pero lo cierto es que también contienen microplásticos imperceptibles.
Microplásticos imperceptibles
“Todavía no se sabe en qué modo puede afectar a esa tierra en la que son usados”, explica. Ese es el objeto de sus investigaciones. Lo que está claro es que, de cualquier manera, sí altera las condiciones del suelo en el que posteriormente deben crecer los cultivos. “Además, esos microoplásticos pueden acabar filtrándose con las lluvias y los riegos hasta llegar a acuíferos naturales”, explica. “Pueden incluso llegar al mar y acabar a miles de kilómetros”, sentencia. También podrían pasar a la propia planta o fruto que crece absorbiendo sus nutrientes en ese suelo. “Todavía no existe certeza científica que pueda confirmarlo, pero es una posibilidad”, afirma Sanz.
En colaboración con la profesora Ana Beltrán Sanahuja y el estudiante de Máster Ricardo Hernández Arenas han estimado que sólo en la Región de Murcia, entran al año en el medio natural a través del uso de lodos de depuradoras en campos de cultivo entre 342.000 y 700.000 millones de microplásticos, principalmente microfibras de poliéster, la mayoría se cree que proceden del lavado de prendas hechas de fibras sintéticas. Estas cifras nos dan una idea de la magnitud del problema y de la necesidad de reducir el uso de prendas sintéticas. En este proyecto ha colaborado la empresa de gestión del agua, Facsa.
¿Un perjuicio para los cultivos?
De hecho, esa es la segunda fase de su estudio. Han tomado muestras en varios tipos de suelo abonados con lodos y otros abonados con fertilizantes. Después han estudiado sus características. Ahora, todavía en proceso de análisis, están investigando las plantas y cultivos que han crecido en ellas para despejar incógnitas. “Puede no ser ni bueno ni malo para el fruto, pero lo que sí es seguro es que altera las condiciones en las que crece”, explica. Además, si llegan al mar, pueden ocasionar otro conflicto. Una situación que habría que combatir tomando medidas al respecto. “Gestionando esos residuos de forma más meticulosa”, comenta.
¿Contaminan los bioplásticos?
Carlos Sanz se encuentra además investigando otros temas como el grado de biodegradabilidad de los bioplásticos. Trabajos que desarrolla junto con químicos, biólogos y ecólogos de la UA desde el laboratorio BioplasticLab. Un proyecto financiado por la Fundación para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) del Ministerio para la Transición Ecológica. Desde ahí tratan de estipular el grado de persistencia de estos polímeros, tanto en medio acuático como terrestre. Es decir, cuánto tiempo permanecen en el medio ambiente. Con esas investigaciones se pretende arrojar datos que puedan ayudar a combatir este gran reto medioambiental.
Una visión amplia
Estos proyectos han llevado al investigador a buscar una visión más general, y no solo local, a través de otros estudios complementarios. De hecho, próximamente pondrá en marcha otro proyecto financiado por la Subdirección de Cooperación Universitaria al Desarrollo de la Universidad de Alicante. El objetivo es tomar muestras en zonas remotas. Es por eso que llevarán a cabo una evaluación de la contaminación por plásticos en las Islas Galápagos, para fomentar la protección de los ecosistemas y la calidad de vida de las personas.