Ya es oficial el anteproyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados. El Consejo de Ministros hace públicas las normas con las que cumplir los nuevos objetivos establecidos en las directivas comunitarias. Estimular la economía circular y reducir el impacto de plásticos de un solo uso son dos de los objetivos que se marcan.
Con este proceso se inicia el trámite de información pública, y con él llegarán los restantes procesos de consulta y participación preceptivos. Como desarrolla el Ministerio para la Transición Ecológica el anteproyecto traspone los objetivos contemplados tanto en la directiva de residuos de 2018 como en la de plásticos de un solo uso.
Esta es la primera vez, en la legislación española, que se limitan determinados plásticos de un solo uso. De hecho, se restringe la introducción en el mercado de alguno de ellos y establece un impuesto para avanzar en su reducción. Como razona, el Gobierno sobre esta nueva figura tributaria, España cuenta con margen de actuación en materia de fiscalidad verde. En la comparativa de países de la Unión, los ingresos derivados de la fiscalidad verde supusieron apenas el 1,83% del PIB, frente a una media de la UE del 2,40% en 2017.
Una tasa para recaudar 724 millones anuales
¿Cómo se aplicará este nuevo impuesto especial? El Consejo de Ministros propone que sea indirecto y recaiga sobre la fabricación, importación o adquisición intracomunitaria de envases de plástico no reutilizables que vayan a ser objeto de utilización en el mercado español.
El tipo impositivo será de 0,45 euros por kilogramo de envase. Conforme a la información del último año disponible (2017), se estima una recaudación de cerca de 724 millones de euros. Según el Gobierno, otros países de nuestro entorno como Reino Unido o Italia pretenden implantar impuestos similares. Con ello seguramente cambiará la posición en la tabla de ingresos medioambientales respecto al PIB de la UE donde España tiene el quinto porcentaje más bajo.
¿Qué plásticos de un solo uso se limitarán?
Entre los productos de plástico de un solo uso sujetos a reducción están los vasos para bebidas, incluidos sus tapas y tapones. Sucederá lo mismo con los recipientes para alimentos de consumo inmediato, in situ o para llevar. Para estos productos se ha de conseguir en 2026 una reducción de la mitad en su comercialización, con respecto a 2022. Una reducción que debe llegar al 70 % en 2030. Para cumplir con estos objetivos, todos los agentes implicados en la comercialización fomentarán alternativas reutilizables o de otro material no plástico.
Antes de esas dos fechas, quedará prohibida su distribución gratuita. Eso será a partir del 1 de enero de 2023, cuando se deba cobrar un precio por cada producto de plástico que se entregue al consumidor. Y eso debe aparecer diferenciado en el recibo de venta.
El texto del anteproyecto ya marca que en julio de 2021 se prohibirá la introducción en el mercado de plásticos de un solo uso como: bastoncillos de algodón, excepto si entran en el ámbito de los productos sanitarios; cubiertos (tenedores, cuchillos, cucharas, palillos); platos; pajitas y agitadores de bebidas; palitos destinados a sujetar e ir unidos a globos, con excepción de los globos para usos y aplicaciones industriales y profesionales que no se distribuyen a los consumidores, incluidos los mecanismos de esos palitos; los recipientes y vasos para alimentos y bebidas hechos de poliestireno expandido, incluidos sus tapas y tapones. En esa lista se incluyen los fabricados con plástico oxodegradable y los cosméticos y detergentes que contengan microplásticos añadidos intencionadamente.
Qué pasará con las botellas de plástico
Menos agua embotellada y más fuentes. Ese es el propósito que deberán adoptar las administraciones públicas. Así esperan reducir el consumo de envases en sus dependencias. Esas fuentes de agua potable tendrán que garantizar la higiene y la seguridad alimentaria, suministrando agua en envases reutilizables.
En la hostelería y restauración se tendrá que ofrecer siempre a los consumidores la posibilidad de consumir agua no envasada de manera gratuita. Obviamente, siempre que el Ayuntamiento garantice que es apta para consumo humano. La excepción estará en centros sanitarios y educativos, donde sí se permite la comercialización de envases de un solo uso.
El detalle del anteproyecto llega a marcar requisitos de diseño. El ejemplo que citan es que los tapones permanezcan unidos al recipiente. Otro demanda que las botellas PET cuenten con un 25-30% de plástico reciclado. El reciclaje lo tienen en cuenta para regular objetivos de recogida separada. Eso será en dos plazos, en 2025 se deben recoger separadamente el 77 % en peso respecto al introducido en el mercado. Y esa cifra aumentará al 90 % en 2029. Además, se exige el marcado para una serie de productos, así como medidas de concienciación para informar a los consumidores con el fin de reducir el abandono de basura dispersa.
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