La comisaria europea de Energía, Kadri Simson, en una visita de la semana pasada a Alemania, donde está la mayor planta del mundo de electrólisis PEM de hidrógeno

Europa establece su apuesta por el hidrógeno limpio

La Unión Europea necesita transformar su sistema energético. Al menos si se pretende conseguir la neutralidad climática en 2050. Conseguirlo es clave puesto que representa el 75 % de las emisiones de efecto invernadero de la UE. La Comisión Europea ha anunciado su estrategia para integrar su sistema energético con el hidrógeno. El doble objetivo es lograr un planeta más limpio y una economía más fuerte.

Poner en marcha ambas estrategias implica el desarrollo una agenda de inversión en energías limpias. Estas se enmarcan en los planes de recuperación NextGenerationEU de la Comisión y el Pacto Verde Europeo. Según sus impulsores, las inversiones previstas tienen el potencial de estimular la recuperación económica tras la crisis del coronavirus. Con ellas esperan crear puestos de trabajo con los que impulsar el liderazgo y competitividad en industrias estratégicas. Un apartado que consideran clave para la resiliencia europea.

El cambio que anuncia la Unión reconoce que el modelo actual no puede ofrecer la neutralidad climática para 2050 de una manera rentable. Así, la estrategia de la UE para el Sistema integrado de Energía ofrecerá un marco para la transición energética verde. ¿Cuál es el problema que reconocen en el sistema de consumo de energía en transporte, industria, gas y edificios? Que se produce en lo que llaman compartimentos separados, con sus cadenas de valor, normas, infraestructuras, planificación y operaciones separadas.

¿Cómo aplicará la Unión Europea la acción climática para 2050?

La economía circular mandará en la integración energética

Frente a eso, la propuesta es que las soluciones innovadoras se integren en el sistema energético europeo para afrontar los costos cambiantes. La integración significa que el sistema se planifica y opera como un todo, vinculando diferentes portadores de energía, infraestructuras y sectores de consumo. De ese modo creen que será más eficiente y reducirá costes. Los ejemplos que aportan de esos beneficios dibujan un panorama centrado en las renovables.

En primer lugar, un sistema energético más basado en la economía circular, con el fin de la eficiencia energética. Existe un importante potencial en la reutilización del calor residual procedente de instalaciones industriales, de centros de datos o de otras fuentes, y de energía producida a partir de biorresiduos o de plantas de tratamiento de aguas residuales.

El segundo punto pide una mayor electrificación directa de los sectores de uso final. La razón para ello es que se trata del sector energético con el mayor porcentaje de renovables. Por eso, su apuesta es que deberíamos utilizar cada vez más la electricidad cuando sea posible. Entre los resultados visibles se encontrará una red de un millón de puntos de recarga de vehículos eléctricos, junto con la expansión de la energía solar y eólica.

Cuando electrificar no sea una opción, la estrategia promueve combustibles limpios. Aquí es donde incluyen el hidrógeno renovable y los biocarburantes y el biogás sostenibles. La Comisión propondrá un nuevo sistema de clasificación y certificación para los combustibles renovables y con bajas emisiones de carbono.

La alternativa del hidrógeno

En un sistema energético integrado, el hidrógeno puede apoyar la descarbonización de la industria, el transporte, la generación de energía y los edificios de toda Europa. La estrategia del hidrógeno de la UE plantea la forma de transformar este potencial en realidad a través de inversiones, regulación, creación de mercados, investigación e innovación.

El hidrógeno puede alimentar sectores que no son adecuados para la electrificación y proporcionar almacenamiento para equilibrar los flujos variables de energía renovable. Eso sí, desde la Unión conceden que solo se conseguirá con una acción coordinada entre el sector público y privado. La prioridad es desarrollar el hidrógeno renovable, producido utilizando principalmente energía eólica y solar.

Pero el tiempo aprieta si se quieren cumplir los objetivos de 2050. De ahí que reconozcan que se necesitan otras formas de hidrógeno con un bajo contenido de carbono. Con ellas reducirían rápidamente las emisiones y apoyarían el desarrollo de un mercado viable.

Cómo se aplicará

En ese calendario que han anunciado, de 2020 a 2024 apoyarán la instalación de al menos seis gigavatios de electrolizadores de hidrógeno renovable en la UE y la producción de hasta un millón de toneladas de hidrógeno renovable. Entre 2025 y 2030 esperan que este gas se convierta en parte intrínseca de nuestro sistema energético integrado. Es decir, que al menos se cuente con cuarenta gigavatios de electrolizadores de hidrógeno renovable y la producción de hasta diez millones de toneladas de hidrógeno renovable. A partir de 2030, y hasta 2050, se espera que estas tecnologías alcancen la madurez y se desplieguen a gran escala en todos los sectores de difícil descarbonización.

La comisaria de Energía, Kadri Simson, cree que ya hay soluciones tecnológicas que permitirán esta aplicación gradual del hidrógeno. «Desempeñará un papel clave, ya que la reducción de los precios de las energías renovables y la innovación continua lo convierten en una solución viable para una economía climáticamente neutra», asegura.

La plataforma iambiente pretende constituirse, con la colaboración de todos, en el foro de referencia en el ámbito de la Calidad Ambiental, en su sentido más amplio.

©2025 iambiente.es Copyright

Desarrollado por Equipo de Comunicación 

Scroll al inicio