El demostrador de gestión digitalizada de energía Gamma apoya a las empresas con ejemplos prácticos para ahorrar costes en energía.

Gamma, el piloto que pretende estimular la transición energética por la digitalización

Digitalizar la explotación de las redes eléctricas es la condición imprescindible para una transición energética real. Con esas palabras destacaba recientemente el presidente de FutuRed que estas son «uno de pilares de la recuperación económica en la era post covid-19». La forma de aplicarlo que ha encontrado el Instituto Tecnológico de la Energía es con el proyecto piloto Gamma.

¿Qué es este programa que desarrolla el ITE junto con la unidad de innovación del Ivace? Presentado antes de que llegara la cuarentena por el estado de alarma, con este demostrador de gestión digitalizada de energía buscan apoyar a las empresas mediante ejemplos prácticos que con las que ahorrar en este área.

El objetivo que se marcan con Gamma es conseguir un mayor aprovechamiento de sus propios recursos energéticos. Ya sea autoconsumo, movilidad eléctrica o almacenamiento, ofrecen sistemas de análisis en tiempo real de la eficiencia del sistema energético.

Los datos son la clave. Con este entorno de prueba quieren que empresas y usuarios comprueben lo que significa la gestión digitalizada de los flujos de energía en una comunidad. Y para el ITE, reiteran, hay una conclusión clara. El objetivo final es reducir costes de mantenimiento e inversión. Un logro que se consigue, añaden, mediante la colaboración para que las empresas desarrollen sus propias soluciones e impulsen así un futuro sostenible.

Retos a superar

Los datos son un aspecto clave a desarrollar en los proyectos de digitalización energética. Como repasa el ITE, hay que establecer métricas para conocer sus avances e impacto real. Con ello, queda identificar y evaluar los diversos retos que conlleva, sobre todo aquellos que hacen referencia a la seguridad y privacidad de los sistemas.

A partir de ahí, se trata de responder a las expectativas de ofrecer a los clientes una información sencilla y transparente de sus consumos. Y sin olvidar que es necesario desarrollar un marco político y regulatorio estable que permita a las empresas energéticas llevar a cabo las inversiones en capacidades digitales necesarias para el cambio de modelo energético.

Desde 2014, las inversiones orientadas a la digitalización del sector energético han crecido un 20 % en todo el mundo. Básicamente, con el desarrollo de software específico y el diseño de infraestructuras eléctricas digitales. Este dato, recogido en el Informe de Digitalización del Sector Energético Español presentado el pasado mes de junio, pone en evidencia el importante camino que queda por recorrer en este ámbito. En él se dibuja un importante panorama de retos y oportunidades en los que la transformación tecnológica de las redes será determinante para la descarbonización de la economía.

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¿Qué ventajas aporta Gamma?

La experiencia en Gamma ya les señala los caminos para mejorar esa gestión energética. Entre las ventajas que se ofrecen está el mejor control del gasto y la ayuda en la toma de decisiones. De estas últimas destacan elegir una oferta de soluciones de mayor calidad que superen las ineficiencias existentes. Así se consigue mejorar el aprovechamiento de los recursos propios y de los costes de consumo de red. Y con eso se consigue, además, la reducción de la huella de carbono de productos y servicios.

Este enfoque por la sostenibilidad les permite enlazar Gamma con el perfil de los particulares. A estos se les permitirá así conocer información sobre la huella de carbono del producto que compra. Además, prevén que generará nuevos puestos de trabajo dedicados a la rama del desarrollo sostenible e impulsará el uso del almacenamiento energético, ofreciendo una solución para la segunda vida de las baterías.

Por ello, recalcan desde el ITE, la digitalización de los sistemas energéticos tiene, además de un importante componente social. Según apuntan, es una forma de que el ciudadano participe de nuevos paradigmas en los que prima su empoderamiento. Por ejemplo, con la capacidad de contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible desde varios frentes. Así incluyen la integración de energías renovables y generación distribuida, fomentar la economía circular, o mejorar la trazabilidad y seguridad del desarrollo de transporte sostenible.

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