Ni la crisis de la covid-19 ni la estabilización en los países ricos. Naciones Unidas alerta del desastre al que se encara la humanidad con el máximo histórico de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Por tercer año consecutivo, en 2019 volvieron a aumentar. Y eso no dudan en calificarlo como una amenaza al planeta provocado por un «calentamiento global catastrófico». Los datos presentados esta semana forman parte del nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
El trabajo de esta agencia insiste en la gravedad de la situación y de la necesidad de cambios frente a una posible confianza en los beneficios de la ralentización temporal de emisiones a causa del parón económico por la covid-19. «El mundo todavía está en camino a un aumento catastrófico de temperatura superior a los 3 grados centígrados sobre los niveles preindustriales para este siglo».
El impacto del confinamiento no es duradero
Ese es el mensaje que recalcan en las diversas presentaciones del Pnuma sobre este trabajo. Como avanzan, este año las emisiones de CO2 podrían descender cerca del 7 %. Sin embargo, puntualizan, su estimación es que el descenso general no sea tan marcado.
Una de las claves es que la reducción temporal por las medidas de confinamiento no tendrá un impacto duradero. Los científicos calculan que el recorte de emisiones en 2020 se traduce en una reducción de solo 0,01°C en el calentamiento global para 2050. De hecho, advierten de la menor probabilidad de que otros gases de efecto invernadero como el metano se vean afectados.
Estos factores les llevan a recordar que el cambio debe seguir viniendo por «una recuperación económica que incluya una descarbonización enérgica». El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente considera «imprescindible» que la reducción en las emisiones se mantenga si se quieren lograr las cero emisiones netas de dióxido de carbono. Solo de ese modo, sostienen, se dejaría atrás este tercer pico consecutivo de efectos del calentamiento global.
En el desglose de cifras que presenta el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente apuntan a la influencia del gran aumento de incendios forestales. Estos provocaron que se doblara la media anual de crecimiento de emisiones de gases. Si desde 2010 se situaba en un 1,3 %, para el 2019 se había llegado al 2,6 %.
Los países ricos están frenando
¿En qué se ven signos de mejora? En la estabilización de los países ricos. Existen algunos indicios de que el aumento de las emisiones mundiales se está ralentizando en los países que pertenecen a la OCDE, apuntan. El problema está en que, más allá de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, la situación se está acelerando. Es en ellos donde el consumo de energía se ha intensificado marcadamente con el propósito de cubrir sus necesidades de desarrollo.
Contra ello, los beneficios de la mayor eficiencia energética y la propagación de las fuentes de energía bajas en carbono, queda lejos. A lo largo de la última década, desde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente tienen claro a quién atribuir la responsabilidad. Los cuatro emisores principales son China, Estados Unidos, los 27 integrantes de la Unión Europea más el Reino Unido y la India. Estos han contribuido al 55 % de las emisiones totales sin el cambio de uso de la tierra. Si se buscan los siete emisores principales, se añadirían a los anteriores la Federación de Rusia, Japón y el transporte internacional. Estos representan el 65 % de las emisiones, mientras que los miembros del G20 generan el 78% del total.
«El año 2020 va en camino de ser uno de los más cálidos jamás registrados, con incendios forestales, tormentas y sequías que continúan causando estragos. El Informe sobre la Brecha de Emisiones muestra que una recuperación verde de la pandemia puede reducir enormemente las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudar a frenar el cambio climático», afirma Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA.