La contaminación acústica, que se suele asociar a la presencia y la actividad de los humanos, tiene efectos nocivos tanto para nosotros como para los animales que nos rodean. El punto de partida era comprobar si los efectos que estos ruidos se generan en las capacidades cognitivas de las personas también impactaban negativamente en el cerebro de los animales. ¿Era posible que les afectara durante los intensos procesos mentales que necesitan para superar sus problemas del día a día?
El equipo de científicos de la Pacific University – Forest Grove, en Oregón (Estados Unidos), decidió someter esta hipótesis a prueba con ejemplares de diamantes cebra. Los sujetos elegidos de esta especie de pájaro originaria de Australia pasaron por una serie de pruebas para comprobar cómo afectaba el ruido a su capacidad de resolver problemas.
Tal y como explican al exponer los resultados de sus investigaciones en la revista Proceedings B, los científicos dieron a los pájaros una serie de tareas. En ellas tenían que recolectar alimentos, tanto en presencia como en ausencia de ruido. La conclusión de su trabajo en laboratorio es que el sonido de coches pasando reducía su capacidad para conseguir comida. De hecho, según sus resultados, la contaminación acústica tiene «consecuencias en la vida salvaje que hasta ahora no se habían tenido en cuenta».
![Los investigadores probaron los efectos de la contaminación acústica en ejemplares de diamante mandarín.](https://xn--rediseo-9za.iambiente.es/wp-content/uploads/2021/02/zebra-finch-4287459_1920.jpg)
Efectos mayores de lo estimado
Los problemas que debían resolver los pájaros estaban diseñados para reproducir los que se encuentran diariamente en estado salvaje. Entre ellos, les hicieron levantar y girar hojas para obtener los alimentos que hay debajo o sacar trozos de comida del fondo de un cilindro. Durante los experimentos, los pájaros tenían el doble de posibilidades de salir adelante cuando no había ruido que cuando les ponían grabaciones de tráfico.
Los científicos creen que estos resultados podrían ser aplicables, al menos en gran parte, a muchas otras especies. De ahí que alerten de que, por tanto, los efectos de la contaminación acústica en la fauna salvaje podrían ser aún mucho más grandes de lo que se había pensado hasta ahora. Según esta estimación, afectaría la forma en que se desarrollan, crecen y se alimentan. Por eso advierten de que se rompe un sistema que había funcionado prácticamente igual durante cientos de miles de años.
Nemo, el proyecto que quiere solucionar los problemas de emisiones y ruido urbano
Ante esto las soluciones son diversas, como rediseñar las ruedas de los coches, los materiales de las carreteras, reducir el tráfico rodado, los motores eléctricos… Hay muchas opciones, claro, pero el reto también es enorme si queremos devolver a los animales el silencio —relativo— que les hemos quitado. Món Planeta