Entre febrero y marzo, los viñedos donde Bodegas Bocopa produce su uva comienzan a incorporar unas anillas en sus ramas. Contienen unas feromonas que alteran el instinto natural de los insectos, evitando que se posen y reproduzcan en meses posteriores. Una técnica de confusión sexual que ha resultado todo un éxito. “No aumenta la producción, pero sí la calidad de la uva que se recolecta”, afirma Toni Santonja. El técnico de la cooperativa vitivinícola es el encargado de implantar y supervisar este sistema en sus campos. Una metodología que se ha demostrado adecuada y que seguirán implementando.
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Una gran nube
Precisamente en estos momentos es cuando empiezan a colocar esas anillas en las ramas de los viñedos, que darán eficacia al tratamiento durante toda la campaña. De hecho, el éxito de la técnica radica, en buena medida, en la extensión que cubre. “Cuantas más parcelas, mejor, por eso vamos a mantener las del año pasado e iremos aumentando con nuevas”, comenta.
Una gran superficie y, además, con las parcelas unidas, creando barreras. “En áreas muy dispersas o pequeñas, no se puede hacer; tiene que haber una superficie mínima de unas cinco o seis hectáreas”, explica. El objetivo es crear una gran nube de feromonas capaz de enfrentarse a las bandadas de insectos.
Una gallina sin gallo
Este tratamiento no es específico contra la polilla, que es uno de los principales problemas de estas producciones agrícolas. El procedimiento afecta a multitud de insectos en general, sobre todo los nocturnos. “Con esta técnica se inunda la parcela con feromonas y así los machos no encuentran a las hembras”, describe Santonja. Sí hacen puestas, pero no son viables. “Es como una gallina sin gallo”, explica el técnico.
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¿Cómo saber si funciona?
Con la entrada de la uva en las bodegas, se hace una cata de cada remolque. “Se mide un factor concreto, que es el ácido glucónico”, afirma Santonja. Un indicador que mide la presencia de un hongo que ocasiona la podredumbre de las uvas. Principalmente, ocurre al final de la maduración, cuando su piel es más sensible a la humedad y la lluvia. “Es como tomarle la fiebre a la uva”, explica. Un indicador que solicita Sanidad.
En los últimos dos años, en los que se ha venido implantando esta técnica de confusión sexual, las uvas han mejorado. “Ya estaban sanas, pero han ido mejorando su calidad cada año en unos niveles importantísimos”, afirma el técnico. Y es que este sistema fitosanitario permite omitir otros tratamientos químicos que podrían perjudicar al fruto. “Tratamiento cero y mejoras significativas de hasta el 50%”, afirma.
Producción ecológica
Hasta ahora, el 30% de la producción de uva que realiza Bocopa se realiza con metodología completamente ecológica. El objetivo es avanzar en esa tarea. Así, este sistema les permitiría seguir esa línea y eliminar los productos químicos. “Ya hemos instalado este sistema en unas doscientas hectáreas”, confirma. Pero la confusión sexual se pone a través de unos difusores en forma de anilla (unas 250 por hectárea), una cada cuatro o cinco vides. Siempre en grandes áreas de cultivo. Ahora, para superficies más pequeñas, van a experimentar con el uso de feromonas mediante otras fórmulas de difusión puntual para estudiar su efectividad. El siguiente paso es, también, emplear anillas de plástico biodegradable que eliminarían el proceso de recogida de las anillas.