La humanidad tiene ‘solo’ dos problemas, aunque no son menores. Según Gabriel Real Ferrer, profesor de Derecho Ambiental de la Universidad de Alicante (UA), uno de ellos es reconducir sus relaciones como especie con el medio natural. El segundo, solucionar las relacionamos entre nosotros. “En primer lugar, tenemos que aprender a vivir en este entorno sin deteriorarlo y, después, para ello, tenemos que dejar de contaminar con nuestras relaciones sociales”, resume.
En cuanto a la relación con el medio ambiente ya hay un camino avanzado. El problema está identificado y contamos con patrones científicos que nos dicen lo que hay que hacer. “Lo que pasa es que no somos capaces de hacerlo, precisamente por la segunda cuestión, la parte social”, afirma Gabriel Real. Así lo explicó en Planeta Urbe, el seminario de Derecho Ambiental que organizó recientemente el Instituto Universitario del Agua y de las Ciencias Ambientales (IUACA) de la UA.
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“Sabemos en qué estamos perjudicado, pero no lo corregimos”, sentencia. Las emisiones de CO2 contaminan, pero no dejamos de emitir. El plástico es un gran problema, pero seguimos fabricándolo. “Las cuestiones sociales nos lo impiden y esas son las complicadas, porque requieren de una revolución cultural”, afirma. Una transformación que nos debería llevar a una sociedad más justa, más inclusiva y también sostenible. “Es complicado porque está en la cabeza y valores de la gente, en el concepto de riqueza y éxito”, describe el experto.
El profesor relaciona esto con el hecho de que no se haya trasladado de forma contundente a la actividad política. “Ellos son quienes tienen que tomar medidas y no lo hacen”, afirma. De alguna manera, esas cuestiones ambientales apenas ocupan sus discursos y programas porque con ellas no logran atención ni respaldo. “Apenas hablan de lo ambiental y, si lo hacen, eso no decide ni un voto”, lamenta.
La Unión Europea es la gran esperanza
Gabriel Real pone su esperanza en la Unión Europea (UE) que, con distancia y capacidad tecnócrata, está aplicando medidas. “La UE hace lo que hay que hacer y no lo que pide la gente”, afirma el experto. Entiendo que aquí, cerca de los centros de presión, los políticos no podrían hacerlo. “Hay un déficit democrático que les permite hacer estas cosas y, además, esto le viene muy bien a los gobiernos, porque pueden exculparse diciendo que han sido ellos”, afirma.
“Hay que actuar en los hábitos de consumo o la obsolescencia programada, entre otras cosas, pero todo eso exige cambios en los patrones económicos y no es nada fácil hacerlo desde los gobiernos nacionales”, explica. La ventaja, explica, es que la UE está lejos y la Comisión Europea puede actuar con iniciativa propia por su cuenta y riesgo. “Nos está salvando ese modelo de toma de decisión, que a veces se ha dicho que tenía déficit democrático y que, gracias a eso, se está actuando”, sentencia.
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“No hay solución parcial”
Sin embargo, tampoco hay muchas más opciones. “No hay soluciones parciales; el planeta debe ser sostenible o nos vamos todos al carajo”, afirma. En esta batalla ganamos todos o perdemos todos: “no habrá vencedores y vencidos en esta historia”. Por eso insiste en prestar atención a la ciencia, que es quien tiene las respuestas, para después actuar en consecuencia. “Un coche de hace treinta años contaminaba diez veces más que uno actual, así que ha habido un progreso científico en ese impacto por unidad, pero ahora se venden miles de coches más”, describe.
“La ciudad es un parásito de su entorno”
En este sentido, las ciudades se han constituido como los principales contaminantes del entorno natural en el que se ubican. “Son un parásito de su entorno”, afirma el profesor. Recibe recursos naturales y devuelve contaminación. Con el agravante de que, desde 2008, la humanidad es una especie urbana. Si antes la mayor parte de la población residía en el ámbito rural, ahora se ha producido un sorpasso y reside en mayor proporción en las ciudades.
“Todo el crecimiento demográfico se produce en las ciudades, que ahora son el escenario central de la cuestión ambiental”, afirma. Es por eso que, en la sostenibilidad, el gran problema es la gestión de los entornos urbanos. “Hay que hacer que las ciudades sean sostenibles, y eso es algo que atañe a la cuestión social”, apunta. El otro gran problema, son los océanos. “Nos jugamos el futuro en los océanos, que son los termo-reguladores del planeta”, concluye Gabriel Real.
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