París aplica nuevos límites de velocidad para los vehículos y eliminará miles de plazas de aparcamiento. Foto: Florian Wehde

París baja el límite de velocidad y elimina plazas de aparcamiento para reducir la contaminación

París reduce la velocidad máxima a la mayoría de sus calles a 30 kilómetros hora y elimina un 40 % de las plazas de aparcamiento en los arcenes. Medidas que toman en un esfuerzo para reducir la contaminación y mejorar la seguridad vial. De hecho, las autoridades esperan que los conductores decidan cambiar de medio de transporte. El objetivo es que utilicen más los trenes, autobuses y metros para desplazarse por la capital francesa.

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No todos están convencidos de los beneficios al medioambiente que aportarían estas medidas. Algunas de las críticas previas recibidas señalan que a una menor velocidad lo que aumentarán serán los atascos. Y con ellos, añaden, se podría agravar tanto la polución como las emisiones de gases de efecto invernadero.

La acción del consistorio dirigido por Anne Hidalgo va más allá de la nueva normativa en el tráfico. Para seguir esos objetivos, se eliminarán 60 000 de las 144 000 plazas de aparcamiento que hay en las vías de la ciudad y se optimizará el uso de los aparcamientos subterráneos. Esta medida quiere tanto disuadir a los conductores como ganar espacio. Con ese cambio se pretende ampliar las aceras y poder colocar árboles y plantas, instalar carriles bici y dejar más espacio a los peatones.

Según una encuesta del Ayuntamiento de París, el 59 % de las personas que viven en la ciudad están a favor de la medida. En cambio, quienes están en la región metropolitana están en contra de la aplicación de estas medidas en un 61 %. El consistorio, sin embargo, continúa con la implementación de estas medidas. Y, además, afirma que los accidentes se reducirán en un 25% y los mortales en un 40%, además de bajar a la mitad la contaminación acústica.

Menos velocidad en España

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España lleva aplicando medidas similares desde el pasado 11 de mayo, cuando entró en vigor el Real Decreto 970/2020. Con él se modifican los reglamentos generales de Circulación y de Vehículos. Fue entonces cuando llegó la reducción de velocidad de 50 a 30 kilómetros por hora, al igual que París, para aquellas calles que cuentan con un solo carril por sentido de circulación.

Si en París la preocupación sanitaria viene por la contaminación, cuando se presentaron las medidas donde se hizo especial hincapié fue en reducir la siniestralidad vial. A esta velocidad se estimó que los accidentes iban a tener un menor mortalidad. Aparte, se destacaba que la aplicación de la norma servía para garantizar la fluidez de los desplazamientos realizados en las grandes avenidas de la ciudad. Y, con ello, reducir el impacto negativo de la circulación de vehículos en la calidad del aire de las ciudades.

De lo que se presumía era de que «sitúa a España a la vanguardia de un movimiento global». Así, el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska destacaba el seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Y que con ellos se «quiere que nuestras ciudades sean más humanas, que nuestras calles sean calles de vida y para la vida».

La elección de los 30 kilómetros por hora como nueva velocidad para las ciudades no es casual. Detrás de ella estaban los acuerdos de diferentes países dentro de los organismos de las Naciones Unidas. El año pasado esta decisión pasó por la Declaración de Estocolmo de febrero de 2020, emanada de la Tercera Conferencia Mundial de Seguridad Vial, y en la Resolución que la Asamblea General aprobó el 31 de agosto de 2020.

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