El daño que la contaminación del aire inflige a la salud humana se produce en concentraciones aún más bajas de lo que se suponía hasta ahora. La Organización Mundial de la Salud ha anunciado esta semana que ante esas pruebas claras recomienda doblar las exigencias de calidad del aire. Para ello propone reducir mucho más los niveles de los principales contaminantes.
La última vez que la OMS lanzó estas recomendaciones fue en 2005. Y, como apuntan, desde entonces hay muchas más pruebas de sus peligrosas consecuencias. De aplicarse, insisten, se salvarían millones de vidas. Según sus cálculos, podría evitarse casi el 80% de las muertes relacionadas con las llamadas PM₂,₅.
La entidad dependiente de Naciones Unidas apunta que cada año mueren siete millones de personas de forma prematura por esta causa. ¿Qué enfermedades provoca? Diabetes y enfermedades neurodegenerativas. Y en los casos más graves, cardiopatía isquémica y accidentes cerebrovasculares.
Los objetivos
Las nuevas directrices centran sus objetivos de niveles de calidad del aire en seis contaminantes. Cuando se actúa sobre los que denomina clásicos —partículas en suspensión (PM), ozono (O₃), dióxido de nitrógeno (NO₂), dióxido de azufre (SO₂) y monóxido de carbono (CO)—, también se incide en otros perjudiciales.
Los riesgos asociados a las partículas en suspensión de diámetro igual o inferior a 10 y 2,5 micras (µm) (PM₁₀ y PM₂,₅, respectivamente) son de especial relevancia para la salud pública. Ambas son capaces de penetrar profundamente en los pulmones, pero las PM₂,₅ pueden incluso entrar en el torrente sanguíneo. Eso afecta principalmente al sistema cardiovascular y respiratorio, así como a otros órganos.
Las PM son generadas principalmente por la combustión de combustibles en diferentes sectores, como el transporte, la energía, los hogares, la industria y la agricultura. En 2013, la contaminación del aire exterior y las partículas en suspensión fueron clasificadas como carcinógenas por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) de la OMS.
Peor para los países pobres
«La contaminación del aire es una amenaza para la salud en todos los países, pero afecta más a los habitantes de los países de ingresos bajos y medios», dice Tedros Adhanom Ghebreyesus. El director general de la OMS cree que estas «nuevas Directrices de la OMS sobre la calidad del aire son un instrumento práctico y basado en la evidencia para mejorar la calidad del aire, de la que depende toda la vida. Insto a todos los países y a todos los que luchan por proteger nuestro medioambiente a que las pongan en práctica para reducir el sufrimiento y salvar vidas».
Las disparidades en la exposición a la contaminación del aire están aumentando en todo el mundo. Sobre todo porque los países de ingresos bajos y medios están experimentando niveles crecientes de contaminación del aire. La urbanización a gran escala y al desarrollo económico que ha dependido en gran medida de la quema de combustibles fósiles son sus principales causas.
«El aire limpio debería ser un derecho humano fundamental y una condición necesaria para que las sociedades estén sanas y sean productivas. Sin embargo, a pesar de algunas mejoras en la calidad del aire en los últimos tres decenios, millones de personas siguen muriendo prematuramente. Lo que afecta a menudo a las poblaciones más vulnerables y marginadas», sostiene Hans Henri P. Kluge, director regional de la OMS para Europa.
Las evaluaciones mundiales de la contaminación del aire sugieren que la carga de morbilidad correspondiente se registra sobre todo en los países de ingresos bajos y medios. El problema es de tal magnitud que afectaba a más del 90 % de la población mundial en 2019. Según indican, se referían a quienes vivían en zonas en las que las concentraciones superaban los niveles de referencia fijados por la OMS en 2005 con respecto a la exposición prolongada a las PM₂,₅.