En el Día Mundial de la Alimentación, la ONU recuerda los problemas que genera el desperdicio de estos cuando aún millones de personas que pasan hambre. Foto: Jasmin Sessler

Día Mundial de la Alimentación, la ONU critica el desperdicio y alerta del impacto de la crisis climática

Si se produce bastante comida para alimentar a los siete mil millones de habitantes del planeta, ¿por qué 811 millones van hambrientos a la cama cada noche? Esa es la pregunta que se hace este año el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP, por sus siglas en inglés) en el Día de la Alimentación que se celebra cada 16 de octubre. Y en esta edición habla del problema que supone la crisis climática para la producción y, a la vez, el desperdicio de estos.

Las cifras de los dos últimos años que ofrecen los organismos de la ONU plantean un panorama desolador. La FAO denuncia que en 2019 el 17 % de los alimentos acabaron en la basura. Mientras que con la pandemia, 811 millones de personas padecen hambre y 132 millones enfrentan inseguridad alimentaria y nutricional.

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“La crisis climática tiene el potencial de abrumar a la humanidad. El mundo no está preparado para un aumento sin precedentes del hambre que veremos si no invertimos en programas que ayuden a las comunidades vulnerables a adaptarse y hacerse resilientes a nuestro clima cambiante”, afirma el director ejecutivo del WFP, David Beasley. «La crisis climática está alimentando una crisis alimentaria«.

Los efectos de la crisis

Y es que según su último análisis publicado para esta edición el aumento de la temperatura es muy preocupante. Si se registra un aumento medio de 2 ºC respecto a los niveles preindustriales, unos 189 millones de personas adicionales terminarán sufriendo hambre.

En este punto, critican que quienes menos contribuyen a que este problema se agrave «se llevan la peor parte de los choques climáticos porque además tienen recursos limitados para mitigar sus impactos». Quienes dependen de la agricultura, la pesca y la ganadería son las que menos contribuyen a la crisis climática, destacan.

Eso lo pudieron comprobar, por ejemplo, en noviembre del 2020. Entonces, dos huracanes, Eta e Iota, destruyeron más de doscientas mil hectáreas de alimentos básicos y cultivos comerciales en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Y lo mismo en Honduras y Nicaragua, con más de diez mil hectáreas de cultivos de café. Los huracanes fueron la gota que colmó el vaso para muchos en Centroamérica. Allí ya llevaban lidiando por varios años con los efectos de sequías prolongadas.

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El hambre

Madagascar y Afganistán son otros dos de los países que están sufriendo ya estas consecuencias climáticas a causa de las sequías. Por eso, Naciones Unidas recuerda la importancia de invertir para evitar problemas como este. «Necesitamos invertir urgentemente en sistemas de alerta temprana y en programas de adaptación y resiliencia climática para evitar este desastre humanitario que se avecina», alerta Beasley.

Y más allá del hambre, el secretario general de la ONU António Guterres resalta que actualmente cerca del 40 % de la humanidad, unos tres mil millones de personas, no pueden permitirse una dieta saludable. Además, la forma de producir, consumir y desperdiciar la comida “supone una pesada carga para el planeta”. Eso, denuncia, produce “una presión histórica sobre nuestros recursos naturales, nuestro clima y nuestro medio natural”. El lema Nuestras acciones son nuestro futuro de este año para el Día Mundial de la Alimentación recuerda Guterres, se traduce en que «la facultad de cambiar está en nuestras manos”.

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