La posidonia seca, presente aquí como los arribazones en la costa alicantina.

Más de cien mil tipos de microorganismos dan un nuevo potencial a la posidonia seca

La posidonia seca «es una planta marina de larga vida y de crecimiento muy lento endémica del mar Mediterráneo. Produce grandes cantidades de material foliar y rizomas, que pueden llegar a la orilla y formar importantes bancos conocidos como arribazones”. Con estas palabras arranca un trabajo de la Universidad de Alicante que presenta los nuevos compuestos bioactivos descubiertos en esta planta.

El artículo recientemente publicado por la revista mSystems (American Society for Microbiology-ASM), cuentan el resultado del estudio metagenómico. En él analizan el ADN extraído directamente de la muestra natural para investigar la comunidad microbiana presente en los arribazones.

Las investigadoras y profesoras de la UA Esther Rubio, Ana Belén Martín, Alfonso Ramos y Josefa Antón han trabajado en un estudio que se distingue por ser el primero que se lleva a cabo con estas características. En él, además, se han descubierto nuevos genes de compuestos bioactivos y enzimas activas de carbohidratos (CAZymes).

Un potencial biotecnológico

Josefa Antón explica que en los bancos de posidonia seca se encuentran más de cien mil tipos de microorganismos que interactúan entre ellos dando lugar a “un potencial biotecnológico riquísimo”. La industria farmacéutica, apuntan, sería un ejemplo del potencial que podría aprovecharse.

En esta comunidad de microorganismos se han encontrado compuestos biológicos naturales que podrían presentar actividades antioxidantes, antifúngicas y antivirales. “De hecho, Alfonso Ramos ya intuía que esta actividad podría estar presente al observar que los pescadores utilizan posidonia seca para curar las heridas”, cuenta la investigadora.

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Las muestras de los arribazones han sido recogidas en diferentes áreas de la costa alicantina. Y, aunque están compuestas mayoritariamente por posidonia seca, en ella se encuentran también insectos, restos de moluscos o arena, entre otros componentes, explica la profesora Ana Belén Martín.

Y esto no ha hecho más que empezar. Así lo cuenta Esther Rubio al referirse al estudio de estos restos de biomasa “que popularmente llamamos montones de algas, aunque posidonia es una planta”. Un recorrido que también puntualiza que será largo porque “el análisis de los metagenomas es muy complejo». Ahora, con solo «este primer paso, realizado con el uso de la bioinformática, hemos sido capaces de conocer su potencial biotecnológico. El siguiente paso sería comprobar los resultados en el laboratorio, pero para ello necesitamos conseguir financiación”.

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