La moda rápida —suministro constante de nuevos estilos a precios muy bajos— ha generado un gran aumento de la cantidad de ropa producida y que es rápidamente desechada. Esa velocidad ha provocado que la ropa, el calzado y los artículos textiles para el hogar sean uno de los máximos responsables de la contaminación del agua, las emisiones de gases de efecto invernadero y los vertidos incontrolados. Y esta una de las cosas que preocupaba a la fotógrafa Irene García-Cifo.
Así lo ha aplicado en su trabajo en diferentes compañías del ámbito de la moda, un sector que le apasiona y en el que llegó a crear su propia firma. En ellas siempre ha ofrecido unos valores con los que cambiar o mejorar un poquito el mundo aportando su granito de arena. Y a título particular, también. “Como fotógrafa y socióloga siempre he querido realizar un proyecto que conciencie sobre los usos de la ropa”, asegura.
Las colinas de ropa
Ahora ha encontrado una nueva forma de plasmarlo en unas colinas de ropa. Formadas por toneladas de ellas, se amontonan, literalmente, en una parcela cercana a la Institución Ferial Alicantina hasta casi integrarse en el paisaje. Y aunque le llamaban la atención, desconocía la finalidad exacta de ese yacimiento textil. “Desde que vi aquello, quise hacer allí una sesión de fotografía porque representa a la perfección el proceso de derroche de la fast fashion”, explica.
Esa sesión dedicada al reciclaje de moda debía ambientarse allí. «Necesitaba un entorno decadente, casi pestilente», describe García-Cifo. Con él podía reflejar «lo que quiero transmitir para que la persona que observe la foto casi pueda sentir el olor de esa ropa húmeda putrefacta que se amontona en algún lugar y que, en este caso, está en Alicante”.
En este proyecto ha querido contar con el actor, modelo y guionista madrileño Omar Martín Reboul. “Las fotografías reflejan cómo somos esclavos del sistema. Y con la desnudez, quiero poner de relieve la esencia más pura del ser humano, siendo su ropa un valor ‘añadido’, es decir, secundario”, sentencia.
La ropa de segunda mano
Muchas microfibras que se usan en la elaboración de prendas textiles son dañinas y contaminantes. La mayoría de ellas tardan años en descomponerse. Hay muchas vías para contribuir a la sostenibilidad del planeta y una de ellas pasa por comprar ropa de segunda mano. García-Cifo lo tiene clarísimo desde hace mucho tiempo. Por eso, en lo personal —forma parte de su particular estilo—, disfruta viajando para buscar prendas que denomina “especiales” en mercadillos de grandes capitales de Europa, pero también en los de su ciudad. Es una habitual en los puestos de Benalúa, donde reside. “Adoro dar una segunda vida a la prenda y hay una probabilidad ínfima de que alguien tenga la misma que yo”, describe.
Para elaborar una sola camiseta de algodón, se necesitan 2.700 litros de agua dulce, que equivale a la cantidad que una persona bebe en dos años. La Unión Europea (UE) calcula que la industria textil y de la confección mundial utilizó unos 79.000 millones de metros cúbicos de agua en 2015, mientras que las necesidades de toda la economía de la UE ascendieron a 266.000 millones de metros cúbicos en 2017. “Al margen de las medidas que deben adoptar con urgencia las autoridades y la industria, reutilizar ropa resurge ahora como una de las soluciones a esta macabra tortura a la que se está sometiendo al ecosistema y que está en nuestras manos”, apunta García-Cifo.
Cambiar la moda
“Hace unas décadas, vestir ropa de segunda mano no estaba bien visto, pero el second hand es cada vez más atractivo a nivel mundial, convirtiéndose incluso en tendencia y en un valor al alza, no solo por las cuestiones estéticas, sino por el propio valor de las prendas que antes tirábamos, llegándose a crearse apps para la venta de las mismas, pero también por la conciencia medioambiental que se está despertando en la sociedad”, explica la alicantina. Es por eso que la fotógrafa alicantina ha querido, una vez más, y en la medida de sus posibilidades, impulsar esa conciencia social a través de imágenes impactantes que no renuncian a la belleza a pesar del contexto. Unas fotografías que irá compartiendo en sus perfiles en redes sociales.
García-Cifo transmite con este trabajo que lo que parece una montaña de deshechos puede convertirse en una oportunidad de mejorar como sociedad e incluso afianzar nuestra personalidad. “Montones de ropa para concienciar de que el uso de prendas de segunda mano, a parte de su labor medioambiental, contribuyen a crear un sello y un estilo más personal, al contrario que el mercado del fast fashion”, sentencia.