Administración, empresa y público son los tres actores que recorren el camino de la educación ambiental. El cómo lo aplican para conseguir la transformación social es el eje de las terceras jornadas de didáctica de la geografía que presenta la Universidad de Alicante.
El catedrático Jorge Olcina director de la Sede de la UA en esta ciudad, como anfitrión, considera clave ese propósito. «Necesitábamos dar un giro a las jornadas didácticas porque estaban muy centradas en los proyectos hechos desde la universidad y queríamos ver lo que hacían otros«, explica. En este caso reúne a la Generalitat, las empresa del grupo Aguas de Barcelona y un colegio que lo aplica. «Porque si se aplica esto debe ser transformador de la sociedad«, subraya.
Esa es la base sobre la que trabajan en el Consell a través del Centro de Educación Ambiental. Anna Pons ha presentado los cuatro momentos necesarios para que esta sea efectiva: comunicación, concienciación, compromiso y acción. En su intervención ha destacado la guía para la Educación Ambiental en Ruta, un proyecto con 176 entidades adheridas y más de 300 acciones de compromiso real. Olcina valora en particular estas últimas porque no se trata de un compromiso teórico «sino que debe ir vinculado al desarrollo de una acción concreta».
Entender el planeta
Lluc Pejó, director de Talento de Agbar y de la Escuela del Agua, está acostumbrado a presentar estos contenidos desde su área de trabajo. Y por eso valora la importancia que siempre ha tenido la educación ambiental «porque es la principal herramienta para acercarnos al medio natural». En la actualidad, indica, esta cobra «un peso específico aún mayor y muy nuclear en lo educativo con la disrupción de los aspectos asociados a los ODS«. Gracias a ella, concluye, no solo se entiende el planeta sino que también se estima y aprecia.
Su presencia en esta jornada es también la del papel que toma la empresa en este ámbito. Y de ahí que Pejó subraye que «toda empresa tiene responsabilidad social y ambiental». Dado que «no hay actividad humana que no tenga un impacto en el entorno, una de las cosas que tienen que hacer las empresas es actuar en torno a ese impacto que tienen».
La responsabilidad social
En el caso de Agbar, «nuestra responsabilidad es cuidar un recurso directamente relacionado con el medioambiente como es el agua. Y nuestra responsabilidad social es evidente por la dimensión estrictamente ambiental pero también por lo social porque gestionamos un elemento que es público«. Este objetivo lo comparten con las otras empresas representadas, Hidraqua y Aguas de Alicante.
Las intervenciones de Amelia Navarro desde Alicante y Eire Ruiz desde el País Vasco conforman para Pejó un ejemplo de cómo la educación ambiental está presente en toda España y con la tradición de un largo recorrido. Ambos territorios representan también dos extremos, en el sur el que debe asumir los problemas de escasez y en el norte los excesos. «Por la cuenta que nos trae esos temas medioambientales están presentes y se hace un buen trabajo —sin conformismo y autocomplacencia— en el que operamos en ese sentido».
De los entornos virtuales que ha presentado Ruiz —con ejemplos como los de Aqualogía o el programa Fresco— al pacto social de Navarro y el Aquae STEM, ambas han presentado estas ideas en las que destacan que «siempre hemos tenido mucha aceptación».
La tercera vía
El recorrido de la jornada se cerraba con la aplicación práctica de estas ideas. De ello se encarga en su día a día Reyes Gomis, directora del colegio Bec de l’Àguila en Sant Vicent del Raspeig. Las actividades que se aplican en este centro constituyen para Olcina «uno de los programas de desarrollo educativo de los más bonitos que he visto en los últimos años». Desde la campaña Bec pel canvi al fomento del reciclaje con la implantación de papeleras para la separación de residuos, el compromiso del centro asume ese principio de actuación. Este, concluye, ha servido para que los profesores que lo han vivido lo exporten a otros centros cuando se trasladan a ellos.