El divulgador ambiental José Luis Gallego ofrecía recientemente una la charla en el centro Dinapsis de Cartagena. Basuraleza marina: amenazas y retos era el título de esta cita en la que se centró en corresponsabilidad y esperanza. La responsabilidad de todos en nuestro día a día y la esperanza de abordar la solución. Hace unos años hablaba para este diario sobre la situación en el monte y ahora lo hace sobre el océano.
— Hace tres años hablábamos para este diario sobre los problemas de la basuraleza en monte. Hoy lo hacemos sobre el mar, que es inescrutable. ¿Hasta qué punto conocemos el destrozo que ya se ha hecho?
— El mar está cartografiado. Hoy en día, este planeta lo tenemos radiografiado de arriba abajo gracias a la tecnología. Tenemos los sensores puestos y sabemos perfectamente cuál es el estado de su salud. Hasta hace poco era un lugar misterioso, pero ahora nos da muchísima información. Y toda la información que nos da es inquietante.
Una parte de esa inquietud tiene que ver con la presencia de plásticos. Ocho millones de toneladas de plásticos que vertimos nosotros. Dicho así, tan rápido, parece que manejemos las toneladas como si fuesen gramos. Pero, insisto: ocho millones de toneladas este año. El año que viene otras ocho. El siguiente, otras ocho. Y la previsión es que dentro de cuatro años sean diez, y después quince.
El mar parece infinito, pero no lo es. Todo se llena. Hay cuestiones que tienen que ver con la responsabilidad moral que exigen que nos plantemos ya. A eso es a lo que yo me dedico cuando hablo de contaminación marina. Esto es insoportable, además de intolerable.
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José Luis Gallego: «Hay que pasar a la prevención»
— Se toman medidas y todas son siempre insuficientes. ¿Por qué cree que seguimos vertiendo sin parar?
— No es que sean insuficientes, es que el problema es de una magnitud tremenda. Las leyes de residuos llegan tarde. Las moratorias llegan tarde y no deberían ser moratorias, sino leyes que entran en vigor hoy mejor que mañana. Es decir, revertir todos los procesos productivos nos va a llevar mucho tiempo. Por tanto, cuanto antes tomemos la decisión de hacerlo, mucho mejor.
Hace falta voluntad política. Los ciudadanos ya tenemos la firme decisión de echar una mano y de pasar hacia un tipo de consumo más responsable. Pasar a la prevención, en lugar de dejarlo todo al reciclaje. Eso, muchos ya lo hemos entendido. En el caso de las empresas sucede lo mismo. Cada vez son más las que basan su crecimiento no en la utilización de recursos naturales sino en la revalorización y en la atención a lo medioambiental.
Esos son dos de tres agentes. El tercero es el de la gobernanza. ¿A qué esperamos para poner a políticos que tengan todo esto en cuenta? Porque los políticos no aparecen en su lugar en paracaídas ni esto es una república bananera. A los políticos los votamos. No sé a qué esperamos para poner al frente de las administraciones a políticos que tengan en cuenta todas estas cuestiones.
— El argumento que se suele dar en ese caso es que, tomando esas decisiones ipso facto, estaríamos abocados a otra crisis económica…
— Está absolutamente demostrado que la mayor amenaza de la economía mundial es el cambio climático. El Informe Stern lo deja clarísimo y se está cumpliendo al dedillo. Nicholas Stern es uno de los mejores economistas de la economía reciente y sigue diciendo lo mismo. Si queremos progresar económicamente, debemos atajar el cambio climático.
Hay que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero no es porque queramos tener más flores en el campo. No es solo por eso, sino porque también queremos crecer económicamente. Eso es algo que parece que no va calando. Parece que los que luchamos contra el cambio climático somos una banda de hippies en taparrabos. No. Somos gente que quiere progresar, pero de otra manera. A ver si acabamos ya con esa dicotomía sobre ecología y economía.
— ¿Qué le dirías a esa gente que se frustra por no ver resultados esperanzadores?
— Les diría que el medio ambiente es demasiado importante como para dejarlo en manos de los políticos. Eso, lo primero. Porque tú no dejas a tus hijos en manos del primero que pasa por la calle. Te preocupas, intentas formarlos y darles la alimentación adecuada. Velas por su salud. ¿Por qué no velas por la salud del medio ambiente? Es el primer indicador que les va a dar la calidad de vida.
Más allá de lo que puedan hacer los políticos, ¿qué puedes hacer tú en tu día a día? ¿Te crees capaz de exigir? ¿Has mirado hacia dentro? ¿Cómo te estás comportando tú en tu entorno inmediato? Primero tenemos que hacer los deberes nosotros y después exigir a los políticos. Lo que está ocurriendo es que ahora mismo somos muchos más los que estamos haciendo esos deberes y estamos en condición de exigir.
Los que nos preocupamos por el medio ambiente, ya empezamos a ser mayoría. Sobre todo, entre los jóvenes. Por lo tanto, lo que hay que hacer es apremiar a los políticos. Toda esta gente de Fridays for Future que se manifiesta en los colegios, institutos e incluso escuelas de primaria, a favor del clima, votará si es que no está votando ya. Es hasta una cuestión de miopía política. Los políticos no son capaces de ver la que se les viene encima. Al final, los cambiaremos.
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José Luis Gallego: «Todo tiene una base, que es el consumidor»
— ¿Cuáles son los principales retos que tenemos por delante para salvar los mares y océanos? Lo más urgente.
— Lo primero que hay que hacer es modificar el consumo. Si me dieran una barita mágica, modificaría las pautas de consumo de la sociedad. Ahí está la clave, a la hora de comprar y consumir. Esto es muy incómodo para muchos porque ahí tocamos el mercado, pero es que hay que hacerlo. Es imprescindible que consumamos de otra manera.
Hablamos de plásticos, pero podríamos hablar de cualquier cosa: la ropa, el derroche alimentario, los electrodomésticos, los residuos farmacéuticos, etcétera. Todo ello tiene una base, que es el consumidor. Todos esos problemas son la matriz que da lugar al calentamiento global. Eso no se produce porque sí, sino porque hay que quemar para producir lo suficiente como para abastecer un consumo voraz. Estamos majaras.
— ¿Estamos preparados para abordarlos o estamos yendo a la guerra sin fusil?
— Sí, estamos preparados, pero estamos viviendo una distopía absoluta. Todo lo que estamos viviendo estaba anunciado. Es cuestión de sentarse. Dice el dicho que te sientes en la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar. En este caso, veremos el cadáver del escéptico pasar. Al final, los negacionistas van a caer en la cuenta de que esto es real cuando les venga una Filomena tras otra. Esto vendrá cada vez más a menudo y decirlo no es ser un agorero.
— Siempre podrán decir que estos episodios extremos ya han sucedido a lo largo de la historia milenaria de este planeta…
— Nunca se han sucedido tan extremos y recurrentes. Evidentemente, han sucedido muchas cosas, pero no a estos niveles y con una periodicidad tan corta. Si algo ha cambiado a lo largo de la historia del planeta, es el clima, evidentemente. Sin embargo, no con nosotros aquí. Esto no se puede incluir dentro del comportamiento y la evolución normal del clima. Son fenómenos cada vez más extremos y repetitivos. Eso no se ha visto en la historia reciente del clima.
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— La charla en Dinapsis Cartagena versa sobre la responsabilidad, pero también sobre la esperanza ¿Hay esperanza?
— Sí, para el Mar Menor y para todo. Sin lugar a duda. Si hemos sido capaces de generar esta situación, somos capaces también de reaccionar.
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