La huella de carbono se ha convertido en protagonista de noticias y conversaciones en los últimos tiempos. Reducirla y eliminarla casi al completo es uno de los principales objetivos de la Agenda 2030. Para ello, es imprescindible conocer qué es, cómo se puede minimizar, compensar y las estrategias que se están siguiendo. Por ello, en 2021 las solicitudes para inscribir las huellas de carbono en España por parte de las empresas, instituciones y organizaciones batieron todos los récords. Este hecho muestra que el registro de la huella de carbono es el gran interés de las empresas.
Registro de la huella de carbono
Entender y calcular la huella de carbono es clave. En definitiva, la huella de carbono es el volumen total de gases de efecto invernadero (GEI) que cualquier actividad produce. No solo las actividades empresariales o sociales producen una huella de carbono, sino que las actividades cotidianas del ser humano también lo hacen. Conocer este dato, expresado en toneladas de CO2 emitidas, se convierte en vital para tomar medidas para reducirla.
Este indicador ambiental mide tanto las emisiones directas como indirectas de compuestos como el metano (CH4), el óxido de nitrógeno (N2O), los hidrofluorocarburos (HFCs), los perfluororcarburos (PFCs), el hexafluoruro de azufre (SF6) y el dióxido de carbono (CO2). Siendo este último el más abundante y conocido, el que más ha contribuido al calentamiento global desde 1990, alcanzando un nuevo récord en 2019. Esto supone el 60% del impacto del ser humano en el medio ambiente. De hecho, según los estudios, cada habitante del planeta genera unas cuatro toneladas de COCO2 al año.
Aumento del interés
Con el objetivo de alcanzar una reducción de la huella de carbono, se han lanzado diferentes campañas para concienciar sobre la responsabilidad tanto de los ciudadanos como del tejido empresarial. Desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico se lanzó en 2014 un registro, con carácter voluntario, en el que se recoge los esfuerzos de las empresas, administraciones y otras organizaciones españolas en el cálculo, reducción y compensación de las emisiones de gases de efecto invernadero que genera su actividad. De esta forma también se les facilitaba la posibilidad de compensar la huella de carbono total o parcialmente mediante proyectos forestales ubicados en España.
En 2021, el interés de las empresas e instituciones españolas por inscribirse en el registro y dejar reflejados sus esfuerzos y políticas creció en un 73% y los proyectos forestales diseñados para absorber CO2 se multiplicaron por cinco. Además, según el informe publicado, el número de compensaciones voluntarias mediante la compra de toneladas de CO2 absorbidas por esos proyectos subió un 44 %. En cifras de organizaciones, en 2019 se incorporaron al registro 269, en 2020 fueron 372 y la cifra ascendió a 673 en 2021. Estas cifras muestran la creciente sensibilización y el deseo de compañías y organizaciones de contribuir a la sostenibilidad con proyectos que perduren en el tiempo.
Beneficios del registro
Una vez inscrita en este registro, la empresa obtiene un certificado acreditativo que calificará a la empresa como comprometida con el medio ambiente, lo que generará unos beneficios a la empresa. Entre estos beneficios está, además de la contribución a la lucha contra el cambio climático, una mejora de la imagen y la reputación de la empresa en materia medioambiental. Este hecho genera una ventaja competitiva al dar respuesta a las inquietudes de los nuevos consumidores.
Además de un ahorro de costes energéticos al ser más eficiente, así como en los costes de la compañía en general al analizar y optimizar los diferentes procesos. Así como un acceso a nuevos mercados y oportunidades y una mejor posición a la hora de conseguir financiación.
¿Cómo se calcula?
En el mercado existen diferentes empresas a las que se puede acudir para calcular la huella de carbono de cualquier actividad. Sin embargo, el Ministerio para la Transición Ecológica ha desarrollado una serie de herramientas para facilitar el cálculo, así como la estimación de las absorciones de dióxido de carbono que genera un proyecto de absorción. A esta herramienta pueden acudir organizaciones, ayuntamientos, explotaciones agrícolas, etcétera.
Compensación de la huella de carbono
Lo cierto es que reducir a cero la huella de carbono de cualquier actividad va a ser imposible por definición. Por ello, la compensación de la misma se convierte en una parte fundamental. Si no se puede reducir al máximo, se puede compensar para que el balance no sea negativo para el medio ambiente.
Por ello, el tejido empresarial, las asociaciones, organismos públicos, etcétera, realizan un esfuerzo a través de ciertas actividades para compensar la de carbono a través de actividades como proyectos de reforestación, el uso de energías renovables, la instalación de normas de eficiencia energética… En definitiva, compensar consiste en la financiación de un proyecto ambiental que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera. Con ello se logra un equilibrio entre las emisiones que se producen por la actividad y la reducción de CO2 que se produce a través del proyecto financiado.