Incendio

Tras una semana del devastador incendio, momento para reflexionar y actuar

Lunes, 15 de agosto.  Por la mañana, “¡cierra ventanas y puertas!”, grita una vecina. El viento caprichoso lleno de humareda el mediodía. La madrugada pasada la preocupación por la proximidad del incendio de la Vall d´Ebo (Alicante) fue mayor al ver la silueta de la sierra Alfaro desdibujada por el resplandor de las llamas. A la mañana siguiente, no se veía fuego pero si una gran nube negra. El soniquete de los helicópteros de la UME era continuo. Mirabas al cielo y ahí estaban, con sus depósitos de agua colgantes para acceder a las zonas de mayor dificultad y hacer frente al fuego.

Mayor la preocupación y olor a quemado más intenso.  Hasta ese momento todo el mundo estaba pendiente del incendio a través de los medios de comunicación y redes sociales de los servicios de emergencia, desde la noche anterior la información nos la daba la cima de la montaña.

Incendio Famorca
Vista de Alfaro desde el pueblo

Incendio y evacuación

Pese a las circunstancias, no piensas que puede pasar lo que ocurrió pocas horas después. Eran las cinco y media de la tarde. El pueblo de vacaciones dormía la siesta. Un niño jugaba con unos globos de agua en la calle. Calma chicha o falsa paz que precedió lo que aconteció. “Se ruega que abandonen sus casas en el menor tiempo posible, deben salir del pueblo”, ese fue el despertar vespertino de la Guardia Civil a través de un altavoz. ¡Nos evacuaban! Incredulidad, nervios y miedo por lo que pudiera pasar. Mantener la calma y seguir las instrucciones fue fundamental.

Familias enteras, mayores, jóvenes, niños y animales de compañía. Los coches se iban llenando y el pueblo vaciando. En tan solo veinte minutos allí solo quedó el alcalde de Famorca, Vicente Ruiz.

Coches preparados para la evacuación
Preparados para la evacuación.

Una vivencia tan extraordinaria que parecía ficticia y se sumará a otras como la de la pandemia. Y es que la realidad va por delante de la ficción. “Nunca ha pasado algo igual, ¡mai de la vida! (expresión valenciana, nunca)”,  decía un anciano mientras arrastraba los pasos con su andador. Fuego sí. Evacuación, no.

Una situación que vivieron todos y cada uno de los pueblos que se desalojaron por uno de los incendios más graves que se han producido en los últimos años en el interior de la provincia de Alicante.

Un rayo, humo, fuego y días de desolación en uno de los espacios naturales más valiosos: la Vall d`Ebo. Tormentas secas, altas temperaturas, el abandono del medio rural y la tendencia hacia la sequía derivada del cambio climático son factores que inciden en esta catástrofe y otras producidas casi simultáneamente como el incendio de Bejis (Castellón).

Referente medioambiental

“Famorca destaca por la pureza y abundancias de las aguas y salubridad de la atmósfera”, decía el ilustre botánico y naturalista Antonio José Cabanilles hace más de doscientos años. En la provincia de Alicante, un muncipio pequeño con apenas 45 personas censadas, en agosto la población se dobla y poco más.

Ubicado en un enclave con un incalculable valor medioambiental y un gran atractivo paisajístico que le confiere su situación: en la comarca de El Comtat (Cocentaina), a los pies de la sierra Serrella y frente a la sierra de Alfaro. El núcleo urbano se levanta sobre una loma, en el centro del valle, con calles empinadas y estrechas. Sus cualidades ambientales convierten a esta pequeña población en un referente para los amantes de la naturaleza.

 

 

Un terreno abrupto que rodea la población con grandes pinadas y en el que abundan los olivos, almendros y árboles frutales como los cerezos y los manzanos, pero campos abandonados que son el mayor combustible para el fuego. De hecho, los bancales de olivos y almendros que los agricultores trabajan se convirtieron en cortafuegos eficaces. Esto mismo se puede observar circulando por las carreteras que unen la Vall d´Ebo y Pla de Petracos (Castells de Castells).

Ahora toca reflexionar y actuar

Domingo, 21 de agosto. Una semana después de originarse las llamas, el 112 GVA asegura que el perímetro está estabilizado y su evolución es favorable. La UME, unidades de bomberos forestales de la GVA y del Consorcio Provincial de Alicante han trabajado sin cesar.  Pero ha sido inevitable que el fuego moldeara una paisaje desolador tragándose las llamas 12.150 hectáreas de un valor medioambiental incalculable en un perímetro de 100 kilómetros repartidos por las comarcas de El Comtat y la Marina Alta. Desde el pasado jueves, las 1500 personas evacuadas de las poblaciones que corrían riesgo han podido volver a sus casas, pero ahora es momento de evaluar, reflexionar y valorar la importancia de la sociedad rural.

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