Joaquín Melgarejo Moreno, presidente del comité científico del V Congreso Nacional del Agua, es catedrático de Historia e Instituciones Económicas del Departamento de Análisis Económico Aplicado y director de la Cátedra del Agua de la Universidad de Alicante y la Diputación de Alicante, así como Coordinador en la Universidad de Alicante del Campus de Excelencia de las universidades públicas valencianas HABITAT5U “Servicios Ambientales y del Territorio”. Presidente de la Comisión Técnica del Agua de la Diputación de Alicante.
Joaquín Melgarejo: “ La seguridad hídrica es un concepto fundamental para el desarrollo económico y social”
¿La convocatoria de la quinta edición de un congreso de ámbito nacional supone su consolidación definitiva?
El Congreso ha ido tomando forma a lo largo de estos cinco años y ha consolidado a la Vega Baja y Alicante como un referente nacional de las temáticas vinculadas con los recursos hídricos. Buena prueba de ello son los más de 300 inscritos, para asistir de forma presencial o a través de streaming, y los más de 180 especialistas e investigadores que van a aportar su conocimiento y sus avances.
¿Por qué se ha elegido el título de “Seguridad hídrica”?
En el Foro Económico Mundial de 2009 sobre Seguridad Hídrica el agua fue descrita como: “El hilo conductor que une la red de desafíos en materia de alimentos, energía, clima, crecimiento económico y seguridad humana a los que se enfrentará la economía mundial en las próximas décadas”. El Decenio Internacional para la Acción, “Agua para el Desarrollo Sostenible”, 2018-2028, declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, es una oportunidad para conseguir que los esfuerzos nacionales e internacionales asuman el desafío permanente de la seguridad hídrica.
La seguridad hídrica es un concepto fundamental para el desarrollo económico y social puesto que implica la capacidad de disponer de agua en suficiente cantidad y con la calidad adecuada para satisfacer las necesidades económicas, de energía y para el uso doméstico. Por esa razón, es fundamental preservar la integridad de los sistemas ambientales que son la fuente natural del agua. La falta de seguridad hídrica es uno de los mayores factores limitantes para la prosperidad global.
Hay un dato clave: el consumo de agua se ha duplicado cada 20 años y para el 2025 al menos dos tercios de la población mundial vivirá en zonas con estrés hídrico. Por lo tanto, la seguridad hídrica juega un papel integral en diferentes ámbitos de nuestra vida diaria.
Tener seguridad hídrica implica la capacidad de proporcionar agua en suficiente cantidad y calidad para satisfacer las necesidades agrícolas, industriales, de energía y domésticas. Por esa razón, para garantizarla, además de pensar en las tuberías, plantas de tratamiento y demás infraestructura que permiten llevar el agua hasta las ciudades y a las actividades económicas, es fundamental preservar la integridad de los sistemas ambientales que son la fuente natural del agua.
¿El incremento del caudal ecológico del Trasvase Tajo-Segura es un ejemplo de esa falta de seguridad?
Sin duda. Un claro ejemplo es el cambio de redacción del Plan Hidrológico del Tajo para reducir los caudales sin tener en cuenta los informes técnicos preceptivos.
El incremento del caudal circulante por el rio Tajo reduce los caudales potenciales a trasvasar para usos en las explotaciones de regadío del sureste peninsular. Se estima que por cada metro cúbico por segundo que se incremente el caudal en el rio Tajo (Aranjuez) reduce proporcionalmente unos 31,5 hectómetros cúbicos de agua en origen en el ATS que, asumiendo unas pérdidas de un 10% en la conducción, se traducen en aproximadamente 28 hm3/año de merma en destino.
La elevación de los caudales ecológicos en Aranjuez significa una reducción de 105 hectómetros cúbicos anuales, la mitad del volumen actual trasvasado para el regadío. Esto supondría perder 27.314 hectáreas de regadío en Alicante, Murcia y Almería, 15.323 empleos en estas tres provincias y hasta 5.600 millones en pérdidas de valor patrimonial.
El valor de todas las actividades relacionadas con las explotaciones agrarias sustentadas parcialmente con recursos derivados a través de ATS alcanza casi los 8.000 millones de euros, lo que nos proporciona un indicador de productividad de más de 10,5 euros por cada metro cúbico de agua que se aplica a las explotaciones agrarias (1 hm3= 10, 5M€). O, lo que es lo mismo, por cada 4.800 metros cúbicos aplicados se crea un empleo en la región (207 empleos por cada hectómetro cúbico de agua utilizada).
La reducción de 28 hectómetros cúbicos en las explotaciones agrarias supone un impacto económico inmediato de unos 297,5 millones de euros de reducción de la actividad económica y la pérdida de unos 5.900 puestos de trabajo a tiempo completo.
En las explotaciones agrarias, esta reducción de volúmenes implica una pérdida de 88 millones de euros de producción agraria y la disminución del margen neto de los regantes de unos 29,5 millones de euros. El empleo perdido en este sector sería de unos 2.930 trabajadores y más de 30 millones de euros en salarios dejados de percibir.
Estos efectos pueden verse acompañados de movimientos de deslocalización de empresas de forma irreversible. Estos efectos pueden amplificarse por la deslocalización de producción y de industrias asociadas a estas actividades, junto al retraimiento de la inversión en el sector y pérdidas de mercado. debido a la incertidumbreprovocada por esta situación.
El abastecimiento urbano verá incrementada la tarifa del agua aplicada por la MCT en un 61%hasta 1,04 euros por metro cúbico, desde los 0,69 euros por metro cúbico actuales, por el uso creciente de agua desalada.
¿Tiene España recursos y herramientas suficientes para cubrir la demanda del agua para los usos de Abastecimiento a la población, Demanda industrial, Regadío y los requerimientos medioambientales? ¿Están bien distribuidos?
España es uno de los países de Europa con mayor estrés hídrico, con un 70% de su territorio en riesgo de desertificación y 27 millones de españoles en peligro de sufrir escasez de agua en 2050. Esta tendencia se puede intensificar con el impacto del cambio climático. Este reto solo se puede superar con una buena planificación global del uso y la distribución de todos los recursos hídricos, con la concienciación social de que es un bien escaso y con una interconexión de cuencas que permita trasladar el agua donde sea más necesaria. Tenemos que trabajar para asegurar la sostenibilidad del sistema hídrico español, porque sin sostenibilidad y sin seguridad hídrica es imposible el progreso. Todo ello se podría incardinar en un Pacto Nacional del Agua, que ayudara a garantizar la seguridad hídrica en España, con medidas como éstas:
- – las energías renovables (hidráulica incluida, por supuesto) y el almacenamiento hidráulico de energía;
- – la modernización del regadío
- – completar los desarrollos de regadío en las zonas en que hay recurso hídrico disponible
- – mejorar la seguridad hídrica configurando sistemas integrados de agua (interconectando zonas y sumando recursos no convencionales)
- – pasando regulaciones anuales a hiperanuales
- – flexibilizando demandas para afrontar las sequías (activando de verdad cesiones de derechos y centros de intercambio concesional, lo que junto a las conexiones entre sistemas permitiría mover agua de cultivos de ciclo anual a leñosos e invernaderos)
- – Depurar bien las aguas urbanas e industriales, para facilitar su reutilización en toda España
- -Desalación como complemento al resto de las anteriores medidas.
¿Cómo afecta el cambio climático a la seguridad hídrica?
Un informe de la ONU asegura que en el año 2030 la Tierra tendrá un déficit de agua del 40 % si no se cambia el modelo actual de consumo. El crecimiento demográfico y el cambio climático, entre otras circunstancias, pone en riesgo la seguridad hídrica.Sus efectos no solo disminuirán la disponibilidad de agua, sino que la harán más variable e impredecible en multitud de lugares del planeta, proliferando los problemas de abastecimiento. Los fenómenos climáticos extremos, cada vez más frecuentes, tienengraves consecuencias tanto para las naciones ricas como para las pobres.
Conocer el nivel de seguridad hídrica es esencial para garantizarla, y ahí entra en escena el Índice Global de Seguridad Hídrica (IGSH). Este indicador se establece en función de cuatro criterios (disponibilidad, accesibilidad, seguridad y calidad) y posee una serie de ventajas: integra criterios ambientales, sociales y económicos; determina las áreas de atención prioritaria y de mayor riesgo de conflictos; estandariza las vulnerabilidades y los riesgos hídricos, etc.
¿Cómo se debe transformar la planificación del territorio ante el nuevo escenario del cambio climático?
El cambio climático tiene un impacto cada vez más grande en la ordenación del territorio. Es imprescindible tener en cuenta los riesgos extremos, cada vez más frecuentes, para planificar el desarrollo territorial, con especial atención a los espacios más sensibles y de alto riesgo. En este contexto, la racionalidad y la sostenibilidad deben ser factores fundamentales cuando se aborda la planificación del espacio. En anteriores ediciones del Congreso Nacional del Agua, estos temas han sido tratados en profundidad, en concreto en la II y III edición.
¿La economía circular del sector del agua es clave para conseguir la seguridad hídrica?
En el sector del agua, el concepto de economía circular se concreta en asemejar el ciclo técnico de su utilización a su ciclo hidrológico natural. En el ámbito urbano, la regeneración de las aguas residuales permite mitigar el consumo neto de agua reutilizándola en riego agrícola, parques y jardines o limpieza. Así, se pueden liberar recursos de mejor calidad para el abastecimiento mediante intercambios con los regantes, como sucede en el caso paradigmático del Consorcio de Aguas de la Marina Baja, en la provincia de Alicante, estableciendo los adecuados mecanismos de recuperación e internalización de costes. En el sector industrial, se puede volver a utilizar el agua regenerada proveniente de los efluentes para generar nuevos productos o para refrigeración. Además, la estruvita es un subproducto de la línea de fangos con múltiples ventajas: se puede vender como fertilizante que aporta fósforo, nitrógeno y magnesio; se disuelve lentamente, lo que resulta interesante para aquellos cultivos que se abonan cada ciertos años; disminuye el riesgo de contaminación de acuíferos y aumenta el grado de aprovechamiento por parte del vegetal; apenas contiene metales pesados; controla la cristalización del fósforo en las EDAR, evitando incrustaciones; permite controlar la cantidad de fósforo que se recircula con los fangos, mejorando el proceso de eliminación biológica del nutriente en el agua; reduce la producción de fangos y los costes de mantenimiento de las EDAR.
Las aguas regeneradas presentan importantes ventajas: son una fuente estable y segura al estar condicionada por el abastecimiento urbano de agua potable; son más baratas que las obtenidas mediante desalinización; y, con los tratamientos actuales, su calidad es suficiente para la mayoría de los usos, por lo que carece de sentido usar agua de mejor calidad para el riego u otras actividades con un coste excesivo.
¿La falta de seguridad hídrica pone en peligro la seguridad alimentaria?
El agua es fundamental para la seguridad alimentaria. El sector primario requiere grandes cantidades de agua de calidad para ser competitivo y mantener la calidad de sus productos, tanto para la alimentación como para la industria. Es un hecho que la seguridad alimentaria no se logrará sin la seguridad hídrica.
Unos 3 200 millones de personas viven en zonas agrícolas que experimentan una escasez de agua grave o muy grave y, de ellas, 1 200 millones, en torno a una sexta parte de la población mundial,viven en zonas agrícolas con problemas muy serios de disponibilidad de agua. Aunque los pequeños agricultores producen un tercio de los alimentos a escala mundial y hasta el 70 % de los que se elaboran en los países en desarrollo, cada vez afrontan más dificultades vinculadas al agua a causa del cambio climático. Desde el año 2000, la cantidad y duración de las sequías han aumentado un 29 %. El crecimiento demográfico hace que aumente la demanda de agua, lo que a su vez genera una escasez de recursos hídricos.
La COVID ha puesto de manifiesto la importancia de la seguridad alimentaria para España y el conjunto de la Unión Europea, esta seguridad alimentaria (agricultura e industria agroalimentaria) requieren de un altísimo grado de seguridad hídrica, que en nuestro país la garantiza la regulación y el entramado institucional, como las Confederaciones Hidrográficas, el Canal de Isabel II, la MCT, o el trasvase Tajo-Segura, entre otros.
¿Una sociedad con seguridad hídrica está en disposición de reducir la pobreza y mejorar los estándares de vida?
A escala mundial, casi mil millones de personas carecen de agua potable y 2.400 millones no tienen acceso a servicios de saneamiento básicos. Otros 1.200 millones de personas no disponen de instalaciones de saneamiento de ningún tipo.Además, las pérdidas económicas relacionadas con la inseguridad del agua se estiman en 260.000 millones de dólares al año debido al suministro inadecuado de agua y saneamiento; 120.000 millones de dólares por daños de inundaciones en propiedades urbanas; y 94.000 millones de dólares al año debido a la inseguridad del agua de los irrigadores existentes, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
Con estos datos, es indudable que la mejora del acceso al agua potable, de los servicios de saneamiento y de la gestión de los recursos hídricos potencia el crecimiento económico de los países, contribuyendo en gran medida a la erradicación de la pobreza, ya que llevan aparejado un aumento de la producción y de la productividad de los sectores económicos