Oscillum surgió del certamen Innova Emprende y el Maratón de Empresas del Parque Científico de la UMH. Allí Pablo Sosa, Pilar Granado y Luis Chimeno encontraron la formación para emprender con proyectos como el que lanzaron posteriormente: Oscillum. Una ‘etiqueta inteligente’ que avisa cuando el alimento fresco inicia el proceso de descomposición. Y está resultando más que exitoso.
El indicador de Oscillum se basa en polímeros de formulación patentada que le confieren sus propiedades mecánicas. Por otra parte, los sensores químicos analizan el alimento y detectan las moléculas producidas por la descomposición de los alimentos. Y avisa al consumidor con un código de colores. Una etiqueta que, además, es biodegradable e inocua para el medio ambiente o para el propio producto.
Desde hace unos cinco años vienen trabajando en el desarrollo de esta tecnología con diferentes productos. De hecho, inician en breve una prueba piloto para la carne, en México, que está en fase de certificaciones para su entrada en Latinoamérica. Por otro lado, la etiqueta para su uso en las frutas está en fase de desarrollo con partners.
En programas de impulso emprendedor
Una reciente ronda de financiación en la que captaron 1,5 millones de euros del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) les ha permitido incrementar el equipo, el desarrollo de tecnología y las certificaciones para validar su etiquetado a nivel industrial y después comercializarlo. Pero no es el único programa de impulso emprendedor en el que han sido seleccionados. Recientemente fueron llamados a participar en KM Zero Venturing.
Es la segunda edición del programa, que pone en contacto a una veintena de startups foodtech con partners de la industria de la alimentación e inversores nacionales e internacionales. El objetivo es ofrecer mentorización a esas startups, pero va más allá. “Además de ofrecer soporte y ayuda en aspectos específicos, también se realizan pruebas de concepto uniendo la tecnología de las startups más avanzadas con la de los partners”, explica Luis Chimeno, chief operations officer (CEO) de Oscillum. Con todo, si los resultados son exitosos, también se ponen en contacto con inversores para entrar en rondas de financiación.
Ver qué se aplica y cómo se aplica
Lo que se persigue siempre es mejorar. “Hacer testeos con la tecnología que ya se dispone, adaptarla a nuevas tecnologías o necesidades específicas, etcétera”, describe. Ver qué se aplica y cómo se aplica o qué es lo que necesitan los partners. Una prueba de concepto que puede llevar a la mejora de la tecnología que se está desarrollando en ese momento o a una mejora en aspectos específicos. Como puede ser el uso en nuevos productos o sectores.
“El objetivo es seguir testeando con partners en nuevas vías de aplicación”, afirma el CEO de Oscillum. Para ello han iniciado las conversaciones con sus partners en septiembre y estarán trabajando hasta diciembre. “La industrialización es muy interesante para seguir avanzando; estamos totalmente abiertos a nuevas aplicaciones”, explica Chimeno, que se muestra optimista. “Lo bueno de trabajar con partners de la industria es que ya hay un primer contacto directo con agentes protagonistas”, destaca. Pueden facilitar la introducción en el mercado en el que quieren operar. Unos trabajos que también les pueden llevar nuevas conexiones y otros posibles clientes.
La etiqueta de Oscillum alertará de la descomposición en la fruta
La ‘etiqueta inteligente’ que podría salvar vidas
Y es que todavía no están comercializando su tecnología en el mercado, pero parece inminente. Trabajan con diferentes empresas en esas pruebas de concepto y programas piloto. “Al trabajar en agroalimentación, cada producto necesita su tecnología específica para desarrollarse, incluso, con una legislación europea diferente en cada caso”, asegura Chimeno. Es por eso que llevan cinco años aplicando esa tecnología a cada demanda, incluso llevándola a nuevos ámbitos. De hecho, en este momento acaban de anunciar que se introducirán también en el sector de la cosmética.
La intención es ahondar en la posibilidad de conocer cuándo una crema deja de ser útil o segura. Una técnica que se podría aplicar a la farmacología para detectar la degradación de principios activos como la insulina o vacunas. Aplicaciones que incluso podrían salvar vidas. Y para ello van a comenzar creando un identificador de protección solar, con el que saber el nivel de exposición, para indicar cuándo aplicar crema de nuevo. Técnica que tratan de llevar ahora al sector turístico buscando colaboradores.