fotografías salvadas del barro

Fotografías salvadas del barro

La DANA, el agua, la riada se ha llevado muchas cosas por delante, pero los bellos instantes, los bonitos recuerdos que guardan las fotografías es posible salvaguardarlos. Por ello, tanto desde la Universitat Politècnica de Valencia como desde la Universitat de València se ha puesto en marcha sendos departamentos para restaurar las fotografías que los afectados por la riada quieran recuerar.

Fotografías salvadas del barro

Recuperar la memoria y el recuerdo de quien lo ha perdido casi todo es su objetivo. Y eso les empuja a dedicar 10 horas, cada día, a restaurar fotografías embarradas por los efectos de la DANA ocurrida el 29 de octubre.

Un centenar de estudiantes y graduados de la Universitat Politècnica de València, vinculados, mayoritariamente, al Departamento de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, participan en este proyecto.

Un grupo de estudiantes, ante el desastre, preguntaron al profesorado qué podían hacer. Desde la Universidad decidieron dejar pasar unos días dando prioridad a lo más importante, la búsqueda de personas, pero el lunes 4 de noviembre ya se pusieron en contacto con el decano de la Facultad de Bellas Artes, José Galindo. En dos horas tenían en marcha un laboratorio de campaña y un espacio preparado para recibir las primeras fotografías afectadas por el barro. Y enseguida se pusieron en acción y cubeta en mano, para lavar y tender estos preciados recuerdos.

En muchos casos han sido las personas voluntarias que han participado en las tareas de limpieza en las localidades, quienes han llevado los álbumes hasta la Politècnica. Y son los estudiantes y titulados del Grado y Máster en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, y también de doctorado, quienes se ocupan del tratamiento de las imágenes.

«Un valor incalculable»

Lo mismo sucedió en la Universitat de València donde Ana Piedra llegó a media mañana a uno de los laboratorios del Museo de Historia Natural de la Universidad de Valencia temblando, con los ojos llorosos y con la única fotografía que su madre, de 76 años, logró salvar de su padre, ya fallecido. “Hablamos de cientos de álbumes, de miles de fotografías, pero vamos a buen ritmo”, explica Marisa Vázquez de Ágredos, directora de Patrimonio de la universidad valenciana.

El tiempo juega en su contra porque si una imagen es atacada por hongos es prácticamente irrecuperable: “Hay que elegir bien qué vamos a salvar. Tenemos que hacer un triaje”. Aquí, los restauradores son los médicos y las fotografías, que se apilan en las cubetas para su limpieza, los pacientes que aguardan en la lista de espera. Todo está clasificado por familias para que nada se pierda. Hay álbumes de bodas de oro, de un viaje a Disneyland en 2013, de vacaciones en la playa o de un grupo de amigos sentados en el capó de un Ford Fiesta.

“Cuando ves esto te das cuenta de que todos hacemos las mismas fotos. Pero cada uno las suyas, con su gente. Si se acabara el mundo bastaría con que sobreviviese un solo álbum familiar para poder entender cómo era la vida en la Tierra”, dice Rosina Herrera, restauradora especializada en fotografía del Grupo Español del International Institute for Conservation (GE-IIC) y voluntaria en esta iniciativa. Trabajar con estos álbumes es, en parte, una inmersión en la intimidad de muchas familias.

Cada uno de ellos es un viaje a través del tiempo y el espacio. No son solo las imágenes, sino también las anotaciones que están escritas en ellos. En uno se puede leer: “Dos parejas sobrevivieron al verano del 2000″. “Nosotros tenemos una visión distorsionada. En esta foto, por ejemplo, yo solo veo manchas, grietas, suciedad y problemas. Pero, si alguien no quiere rescatar la foto de su ex que nos avise, que nos quita trabajo”, bromea Herrera.

fotografías salvadas del barro

Técnicas de conservación fotográfica

Hay diferentes técnicas que mantienen la esperanza de que esos recuerdos se conserven. Los expertos voluntarios han diseñado un protocolo, pero tienen que improvisar porque el volumen de material es ingente y los recursos, escasos Limpian las imágenes con agua corriente y agua destilada. Las recogen de las cubetas con sumo cuidado de no tocar directamente el papel fotográfico en ningún momento. Retiran el barro que queda con pinceles. Y, finalmente, las secan por oreo para que se les vaya la humedad y el olor con el que llegan.

También hay muchos tipos de álbumes. Los que recubren las fotografías con una lámina de PVC, muy usados a principios de la década de los 2000, son un reto aún mayor porque el plástico puede pegarse con la emulsión fotográfica. Si eso pasa, la prioridad es salvar los rostros de las personas, que se vean las caras. La casuística es infinita. Lo único claro aquí es que las fotografías antiguas, en blanco y negro, resisten mucho mejor que las de color actuales.

La fotografía es un registro de la memoria. De la individual y de la colectiva. De las familias y de los pueblos. Son trozos de historia de los municipios valencianos devastados por la catástrofe. “Es una especie de cartografía humana de las localidades”, apunta Vázquez de Ágredos. Quizás no miremos todos los días el álbum de la boda, del nacimiento o de las vacaciones, pero reconforta saber que están ahí, esperando a ser vistos en cualquier momento.

Por este motivo, y en la medida que sea posible, se pide a las familias que no se deshagan de esas fotografías y álbumes, aunque presenten un elevado grado de deterioro. Es importante que se conserven y se pongan en contacto con el Área de Patrimonio de la Universitat de València a través del correo electrónico o teléfono que aparece a continuación. Se pasará a recogerlo y trabajará en su recuperación.

El proceso de restauración

Pilar Soriano, subdirectora del Departamento de Conservación y Restauración de Bienes Culturales explica todo el proceso de recuperación. Primero las fotografías se registran con una ficha que recoge todos los datos de la propiedad. Si se trata de un álbum, se hace una fotografía inicial de este cerrado con la ficha. Después, se fotografía cada página del álbum, para registrar la colocación de las imágenes.

Posteriormente se desmonta cada foto para limpiarse. Aunque no deben mojarse, en este caso, como proceden de una inundación, se lavan pasando por varias cubetas. Se va cambiando el agua hasta que ésta sale limpia. Se tienden con unas pinzas para secarlas y se montan, en papeles especiales que se utilizan en restauración, en el mismo orden que iban en el álbum.

“Antes de la devolución se digitalizan todas las imágenes y se devuelven las fotos limpias en papel junto con las digitalizadas en un pen y normalmente el mismo voluntario que las ha traído, las entrega”, apunta Pilar Soriano.

Las cinco universidades públicas valencianas

En esta iniciativa participan las cinco universidades públicas valencianas, reunidas en la Xarxa d¿Universitats Públiques Valencianes per a la Cultura, el Consejo Internacional de Museos (ICOM), el Grupo Español de Conservación (GE-IIC) y el Museu Valencia d’Etnología (L’ETNO).

En la UPV está coordinada por Pilar Soriano, subdirectora del departamento, junto con Esther Nebot, profesora de Restauración de Fotografía; Pedro Vicente, del Departamento de Dibujo y director del Máster en Fotografía y la colaboración de Ignacio Serrano, director del Máster Universitario en Humanidades Digitales.

Pilar Soriano recuerda que la UPV lleva algo más de 30 años formando en restauración. Son los estudiantes y graduados quienes llevan a cabo la intervención de las fotografías. Una tarea que se completa con documentalistas e historiadores de otras universidades.

Estudiantes voluntarios participan en estas tareas de recuperación con guantes y mascarillas para protegerse de hongos y virus y del mal olor que acompaña los álbumes que son irrecuperables, no así las fotografías que contienen. Llenas de recuerdos que son vida e historia.

Ayuda especializada

Ainara Navarro Buceta, estudiante del segundo curso del Máster en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, habla del “desgate emocional” que sufre con tanta tristeza. Está en la zona de secado y la tristeza se convierte en satisfacción con cada álbum recuperado.

Jorge Ferrer Aparicio, graduado en Conservación y Restauración de Bienes Culturales que también ha sido voluntario limpiando en las zonas afectadas asegura que recuperando estos recuerdos “te sientes igual que cuando estás allí sacando barro”.

Marta García Gandia, también estudiante del segundo curso del Máster en Conservación y Restauración de Bienes Culturales está aprendiendo mucho. Se está especializando en fotografías dañadas en una catástrofe. Está satisfecha de “poder aportar algo de felicidad” a estas personas afectadas por la riada.

Paula Chico, estudiante del Máster en Conservación y Restauración de Bienes Culturales, “necesitaba ayudar a la gente de alguna manera” y qué mejor forma de hacerlo que con su especialización universitaria. Así ayuda a rescatar la memoria y consigue devolver algo de felicidad a quien lo ha perdido casi todo. Con el pasado de nuevo en sus manos, estas fotografías les devuelven una sonrisa llena de emoción. La memoria histórica permanece y las fotografías seguirán siendo un importante legado de generación en generación.

La plataforma iambiente pretende constituirse, con la colaboración de todos, en el foro de referencia en el ámbito de la Calidad Ambiental, en su sentido más amplio.

©2025 iambiente.es Copyright

Desarrollado por Equipo de Comunicación 

Scroll al inicio