Alicante ha convertido un problema urbano en una oportunidad ambiental. Donde antes el agua colapsaba calles, ahora se recoge, se regula y hasta se reutiliza. Así funciona el Parque Inundable de La Marjal, una infraestructura hidráulica pionera construida junto a la playa de San Juan, que ha transformado un punto conflictivo por las lluvias en un espacio público verde, resiliente y con vocación ecológica.
Inaugurado en 2015, y promovido por el Ayuntamiento de Alicante y Aguas de Alicante, este parque urbano no solo retiene hasta 45.000 m³ de agua de lluvia para evitar inundaciones. También bombea el agua recogida hacia la depuradora para reutilizarla como riego, regenerando el ciclo y haciendo ciudad con lógica circular.
La iniciativa, recuerda Luis Cutillas, responsable del Departamento de Drenaje Urbano de Aguas de Alicante, tiene origen municipal: “La génesis del proyecto es íntegramente municipal. Surge para dar respuesta a un problema concreto de inundaciones en la avenida Pintor Pérez Gil. Frente a soluciones tradicionales como depósitos enterrados o colectores, se optó por una infraestructura diferente: un parque inundable que, además de almacenar agua, genera un espacio verde de uso público”.
Según Cutillas, la clave fue entender el valor del agua como oportunidad, no como amenaza: “Cuando entramos al parque, puede parecer uno más, pero en realidad es un gran vaso de almacenamiento. La superficie que vemos es completamente inundable”. El parque está diseñado para recoger el agua de una cuenca de más de 200 hectáreas, que abarca desde Sant Joan d’Alacant hasta el propio barrio de la playa de San Juan. El sistema, explica, canaliza las escorrentías a través de colectores de hasta dos metros de diámetro, con una entrada automatizada que se activa ante episodios de lluvia intensa.
“Todo el proceso está telecontrolado desde nuestro centro de mando. Cuando se detecta el inicio del llenado, se activa un protocolo conjunto con la policía local para desalojar el parque, que se refuerza con alarmas acústicas y visuales”, añade. Y recuerda que el sistema no entra en funcionamiento ante lluvias ligeras: “El parque solo actúa en caso de precipitaciones de intensidad elevada; el resto del tiempo lo asumimos con la red de pluviales existente”.
Durante estos años, La Marjal ha demostrado su utilidad con datos. “En marzo de 2017 almacenamos 15.000 m³, y en agosto de 2019, con la lluvia estival más intensa desde que hay registros, se recogieron 22.000 m³. En ambos casos, el sistema evitó que las urbanizaciones colindantes sufriesen inundaciones, como ocurría antes con precipitaciones mucho más suaves”, explica Cutillas.
Además, La Marjal mantiene una lámina permanente de agua regenerada: “Esa agua viene de la depuradora de Monte Orgegia. Nos permite sostener un ecosistema y regar no solo este parque, sino todas las zonas verdes de la playa de San Juan”. El agua se analiza con regularidad, y si pierde calidad, “simplemente vaciamos el vaso y lo rellenamos de nuevo con regenerada”.
También hay un protocolo para el vaciado del parque tras las lluvias. “Si el volumen recogido es pequeño, lo evacuamos lentamente hacia la depuradora. Si es muy elevado, usamos la red de pluviales que conecta con el mar, a través de la calle Oviedo. Todo el sistema está diseñado para vaciar de forma escalonada, sin saturar ninguna infraestructura”.
Alicante ha demostrado que, con visión y planificación, es posible convertir las amenazas climáticas en espacios públicos más habitables. En tiempos de emergencia ecológica, La Marjal no es sólo un parque, sino una infraestructura verde con memoria hidráulica y mirada de futuro. Incluyendo también un mantenimiento complejo que iAmbiente ha podido conocer de cerca.