Generar energía de fuentes renovables, distribuirla, suministrarla, consumirla o agregarla. Así introducen las comunidades energéticas locales en la gestión

Comunidades energéticas locales, la apuesta administrativa para las renovables

Una figura no reconocida en la legislación europea cobra fuerza en la lucha frente al cambio climático. Así al menos lo ven en la Comunitat Valenciana con las comunidades energéticas locales. Estos proyectos planteados a escala municipal son un reflejo de las áreas de oportunidad que ofrecen las renovables y la eficiencia energética.

La transición que se vive en muchas sociedades de una economía basada en el carbón a otras lleva el foco de atención a este sistema. Se trata de una entidad de participación voluntaria formada por asociaciones, cooperativas, organizaciones sin ánimo de lucro, empresas y también administraciones locales.

El objetivo que se plantean estas comunidades energéticas locales es incluir entre sus beneficios los medioambientales, económicos o sociales. Una visión en la que importa el campo de acción, ya sea para sus miembros o para la localidad en la que desarrolla su actividad.

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Esta figura ya tiene experiencia al desplegar el abanico de propuestas que ofrece. Y se trata de una detallada lista: la generación de energía procedente de fuentes renovables, la distribución, el suministro, el consumo, la agregación, el almacenamiento, la prestación de servicios de eficiencia o de puntos de recarga para vehículos eléctricos.

Inmersos de pleno en un proceso de transición energética que demanda participar en la estrategia para afrontar la crisis climática, esta es una posición más compartida. Eso sí, los expertos del Instituto Tecnológico de la Energía, centro tecnológico valenciano, coinciden en señalar que no se puede hablar de una estrategia de sostenibilidad y protección del medioambiente sin incluir al sector energético.

El reto de la digitalización energética

¿Por qué destaca esta figura ahora? La directora del ITE recalca que «la digitalización energética es el primer reto a abordar». Para Marta García Pellicer, con ella espera abrir un nuevo camino, el de la gestión de todo tipo de datos. La cuestión está en «analizar y dar valor a esos datos en tiempo real mediante el desarrollo de sistemas inteligentes capaces de gestionar y simular tanto la generación, el almacenamiento y el consumo de la diferentes variables energéticas existentes, es la clave”.

Sobre este terreno pesa la falta de referencias normativas en la UE. De ahí que demanden contar con un marco legal coherente, homogeneizado y sin contradicciones ni vacíos legales. El otro aspecto que resaltan es la transformación de consumidores energéticos pasivos –como así somos actualmente– en sujetos activos. Tan claro lo ven que lo definen como vital.

Y desde el ITE tienen claro que es necesario desarrollar los modelos colaborativos entre la administración pública, la empresa privada y la comunidad municipal. De igual manera esperan que sumar los beneficios económicos a los sociales y ambientales permitiría visibilizar los primeros éxitos de forma relativamente rápida y animar así a que se formen nuevas iniciativas.

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Esta visión es la que les hace sentirse confiados en el porvenir de las comunidades energéticas locales. Por un lado porque prevén un papel de la sociedad más activo. Y, con él, que se minimice el impacto negativo al medioambiente, lleguen nuevas oportunidades de negocio y sus habitantes mejoren sus niveles de calidad de vida.

Estas son las razones por las que creen que es una revolución del comportamiento empiece desde lo más pequeños. Es lo que consideran un efecto dominó llamado a conseguir importantes cambios en el que el Instituto Tecnológico de la Energía, desarrolla un papel protagonista junto a las empresas.

La estrategia

¿Y cómo lo está moviendo la Comunitat Valenciana? Dentro de la Estrategia Valenciana de Cambio Climático. En esta se incluyen una serie de iniciativas para flexibilizar y favorecer este tipo de instalaciones. Todo con el fin de dar un salto de calidad en la expansión y el aprovechamiento de las energías renovables.

El propio ITE lo está viviendo en sus mismas instalaciones. Allí cuentan con una planta piloto de gestión digitalizada de la energía, autoconsumo, movilidad eléctrica y almacenamiento. Esta es la que han bautizado como proyecto Gamma, completamente operativo desde 2019.

Uno de los primeros logros que han conseguido con Gamma es su capacidad de integrar cualquier variable energética en un entorno real. Gracias a esos datos puede desarrollar el gemelo digital energético que replica virtualmente los elementos más significativos que forman parte de la instalación. Eso permite predecir el efecto que pudiera derivarse de cambios en la política energética de la empresa o en la estructura de aprovisionamiento energético.

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