La Organización Internacional del Trabajo reclama una respuesta de política coherente para el rápido crecimiento de la economía digital. Alrededor del 96 % de la inversión en plataformas digitales de trabajo se concentra en Asia. Un porcentaje brutal en el que según la organización se cuentan 56 000 millones de dólares procedentes de los Estados Unidos. El segundo lugar en el reparto va para Europa con doce mil millones mientras que el conjunto de América Latina, África y los Estados Árabes solo atraen cuatro mil millones. Si se analiza la influencia de la nueva era digital, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, la brecha entre países seguirá aumentando.
Los dos recientes informes que ha presentado Naciones Unidas analizan el impacto de la industria 4.0 en la economía global. Por un lado, están los Estados que apenas se ven afectados. «Se espera que los países en desarrollo de ingresos bajos y medianos bajos estén menos expuestos a los posibles efectos negativos de la inteligencia artificial y los robots en la polarización laboral». Así ha hablado Shamika Sirimanne, responsable de Tecnología y Logística de la Unctad sobre la falta de incentivos económicos para reemplazar la mano de obra en la manufactura.
China, Estados Unidos, y luego los demás
La concentración tecnológica es una de las causas para el agravamiento de estas diferencias. «Muy pocos países crean las tecnologías que impulsan esta revolución, la mayoría de ellos se crean en China y Estados Unidos», recuerda Sirimanne. La cuestión está en que el impacto no es local, «todos los países se verán afectados por ella». Y lo que es peor, «casi ninguno de los países en desarrollo que estudiamos está preparado para las consecuencias». De hecho, según sus datos, la brecha de ingresos entre los países desarrollados y en desarrollo es de 40 749 dólares en términos reales en la actualidad, frente a los 17 000 dólares en 1970.
La OIT insiste también en esta brecha digital. En su informe Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo 2021 señala que las plataformas digitales de trabajo se han multiplicado por cinco en el último decenio. ¿Y dónde se han concentrado las ganancias? Sí, vuelven a señalar a China y Estados Unidos ya que generan el 70 % de ese dinero. Pero que las empresas estén allí no significa que sea donde se encuentren los trabajadores. Como indican, las empresas del Norte externalizan el trabajo en plataformas digitales web para que lo realicen trabajadores del Sur. La razón está clara, ganan menos que sus homólogos de los países desarrollados. Por eso muestran su preocupación sobre el crecimiento de la economía digital como forma de agravar las desigualdades.
Reclaman diálogo internacional
Frente a este panorama, la OIT reclama un diálogo internacional sobre políticas y cooperación en materia de reglamentación. Esto permitiría lo que consideran una actuación más coherente en favor de oportunidades de trabajo decente. Y con ello, añaden, el impulso del crecimiento de empresas sostenibles.
El informe define los dos tipos principales de plataformas digitales de trabajo. Por un lado, las basadas en web, donde los trabajadores realizan sus tareas en línea y de modo remoto. Por otro, las plataformas basadas en la localización, en las que unas personas, como choferes de taxis o repartidores, ejecutan su trabajo en una localización geográfica determinada. Para obtener estas conclusiones han encuestado a unos 12 000 trabajadores y representantes de 85 empresas de distintos sectores y lugares del mundo.
Las ventajas en la inclusión
Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo 2021 aporta también otro elemento para el debate de las plataformas digitales de trabajo. Según recogen, con ellas se están abriendo nuevas posibilidades, en particular, para las mujeres, personas con discapacidad, jóvenes y quienes quedan al margen de los mercados laborales convencionales. Por lo que respecta a las empresas, con ellas acceden a una base de trabajadores amplia, flexible y con calificaciones diversas, además de ampliar su base de clientes.
«Las plataformas digitales de trabajo están abriendo oportunidades que antes no existían, en particular para las mujeres, los jóvenes, las personas con discapacidad y los colectivos marginados en todo el mundo». Es el «factor positivo» que ve el director general de la OIT, Guy Ryder. Pero también es consciente de «los problemas nuevos que plantean» y que, según indica, «deben solucionarse mediante el diálogo social internacional». Porque, como agrega, «con independencia de su situación contractual, todos los trabajadores tienen que poder ejercer sus derechos laborales fundamentales».
La sensorización accesible planta la semilla digital en el sector primario
Tu nuevo jefe de recursos humanos, el algoritmo
A esas nuevas oportunidades creadas por las plataformas digitales de trabajo añaden las otras cuestiones por resolver. Una de ellas, que están volviendo cada vez más difusa la clara distinción que solía haber entre asalariados y autónomos. De hecho, las condiciones laborales en general vienen determinadas por los términos del contrato de servicios, y estos suelen definirse unilateralmente. Y si su definición la ha hecho una persona, lo que ya constatan es que su supervisión ya viene de mano de la inteligencia artificial.
A través de estas miles de entrevistas han constatado un nuevo fenómeno, la sustitución de las personas encargadas de recursos humanos. Como señalan, cada vez es más frecuente que las tareas de asignar y evaluar el trabajo, y de gestionar y supervisar a los trabajadores dependan de algoritmos.