El aumento de la temperatura en el mar debido al cambio climático afecta a múltiples aspectos. Y entre ellos está la cría de peces en las granjas costeras. Un equipo de investigadores de la Universidad de Alicante ha realizado un estudio que analiza las variaciones de la temperatura superficial del mar en el período 1988-2018 en el Mediterráneo occidental y su influencia en la idoneidad para las instalaciones de acuicultura del litoral a lo largo de 30 kilómetros de distancia de la costa.
El estudio, cuyas conclusiones han sido publicadas en la revista Aquaculture Environment Interactions, demuestra el rápido calentamiento de las aguas en la última década (2009-2018) cuando se compara con el periodo de 1988-1998, con una alta inestabilidad térmica debido al calentamiento global, mostrando un claro patrón latitudinal modificado por procesos oceanográficos como las corrientes o la presencia de ríos. “El análisis de los datos nos dice que el escenario de hace 20 años ha cambiado radicalmente, con el aumento de media de 1 grado de temperatura del agua”, explica Pablo Sánchez.
Sánchez, profesor del Departamento de Ciencias del Mar y Biología Aplicada de la Facultad de Ciencias, es uno de los autores de este trabajo. Junto a él, la estudiante de Ciencias del Mar de la Universidad de Alicante Irene López y el también profesor Josep David Ballester, del Departamento de Física, Ingeniería de Sistemas y Teoría de la Señal de la Escuela Politécnica Superior.
Más cálidas en Valencia y Murcia
Sánchez señala cómo se aprecia que ciertas zonas como el Golfo de Valencia y la Región de Murcia han sufrido un calentamiento más acusado. Y esto puede suponer un problema para la acuicultura, ya que puede afectar a la salud y al bienestar de los peces en cultivo, incrementando las enfermedades.
“Donde se pusieron las instalaciones en su momento no se tuvieron en cuenta los cambios que se podían producir después”, comenta el investigador. Por ello asegura que la acuicultura alejada de la costa no parece ser una solución. Esta distancia, conocida por su término en inglés offshore, no altera los resultados. De hecho, las anomalías térmicas se mantienen constantes conforme nos alejamos de las orillas, o incluso se incrementan.
Revisar las zonas
“La recomendación principal de este estudio —puntualiza Pablo Sánchez— es que se deben revisar los proyectos de planificación espacial de la acuicultura«. De esta forma se podrían «delimitar las zonas que en un futuro van a sufrir en menor medida los efectos del cambio climático». Y de ahí, «favorecer la adaptación de este sector a las nuevas condiciones del medio marino”.
Con este estudio, los investigadores de la UA quieren iniciar una nueva línea de investigación. Y para ello han presentado, entre otras propuestas, dos proyectos. Uno es junto a la UMH y la Universitat de València para la convocatoria ThinkInAzul de la Generalitat. En él analizarán el riesgo climático y definirán los efectos negativos en la acuicultura costera en la Comunidad Valenciana. El otro, con el título de “Medidas de mitigación y adaptación al cambio climático de la acuicultura marina en la Comunidad Valenciana en un escenario de múltiples estresores (CLIMAC)”, ha solicitado la subvención a grupos de investigación consolidado AICO/2022.