Un grupo internacional de investigadores, entre ellos de la Politècnica de València, estudia el origen del tomate.

En el origen del tomate, la secuenciacion de su genoma descubre el viaje que lo cambió para siempre

Entender el origen del tomate es el objetivo de un equipo internacional de investigadores en el proyecto Varitome. El análisis de la secuencia completa del genoma entre variantes cultivadas y silvestres desvela la compleja historia americana de su cultivo y de la evolución de la agricultura.

El estudio publicado por la revista Horticulture Research explica la transformación de la planta. Esos cambios se produjeron durante su larga migración desde Mesoamérica hasta la Ceja de Montaña, la región localizada entre la falda de los Andes y la selva Amazónica en Perú y Ecuador.

El equipo de las universidades Politècnica de València y la de Georgia en Estados Unidos explican que esta migración fue rápida. Y probablemente asociada al comercio existente entre las culturas agrícolas mesoamericanas y andinas. Posteriormente, algunos tomates muy similares a los cultivados actualmente en el sur de Ecuador y el norte de Perú emigraron de vuelta a México.

“Sorprendentemente, el genoma de los tomates tradicionales del Yucatán es más similar al de sus parientes de la Ceja de Montaña andina que al de los tomates silvestres mesoamericanos», apunta Joaquín Cañizares. «De modo que ahora sabemos que los tomates silvestres hicieron un viaje al sur y que, después, volvieron como cultivados al norte”, indica el investigador también del COMAV de la UPV y otro de los autores del estudio.

Y este viaje de ida y vuelta, concluye el estudio, cambió a los tomates para siempre. Los agricultores de la Ceja de Montaña no utilizaron plantas puramente mesoamericanas. En su lugar, usaron descendientes de una hibridación ocurrida entre las recién llegadas del norte y las silvestres presentes en la costa de Perú y Ecuador.

La mayor diversidad genética

“En la actualidad la Ceja de Montaña del sur de Ecuador y el norte de Perú tiene la población de tomates cultivados con una mayor diversidad genética del mundo. Y puede que fuese precisamente allí donde se llevó a cabo la domesticación. Aunque este punto será difícil confirmarlo mientras no se disponga de restos arqueológicos de tomates antiguos”. Así lo afirma María José Díez, investigadora del Comav en la UPV y autora también del estudio.

El estudio financiado por la National Science Foundation de EEUU explica también que la hibridación de las plantas mesoamericanas con las ecuatoriales permitió a los tomates mesoamericanos adaptarse al clima y las latitudes de estas últimas. Sin esta antigua hibridación seguramente habría sido muy difícil que el tomate hubiera podido adaptarse a climas y latitudes tan distintas como los de la selva ecuatoriana y el de las costas mediterráneas.

Los investigadores han analizado la secuencia completa del genoma de 628 plantas cultivadas y silvestres de tomate. Así constatan que la historia americana del tomate fue compleja e involucró a culturas agrícolas muy distantes que adaptaron el cultivo a sus diferentes necesidades y gustos.

De secundario a principal

“Como todos los cultivos, el tomate tuvo su origen en la domesticación, en el cambio genético, realizado por sus primeros agricultores. En América, era un cultivo secundario utilizado principalmente para preparar salsas. Pero este, claro está, no fue el final del camino. Fue, tan solo, el principio de una historia compartida por todos nosotros que siguió desarrollándose tras su llegada a Europa. De hecho, este cultivo no adquirió su importancia actual hasta el siglo XIX. En la actualidad continuamos creando nuevas variedades que tratan de satisfacer nuestras nuevas necesidades y gustos. Igual que los antiguos americanos definieron el pasado del tomate, nuestra labor consiste en definir su futuro. Nosotros influimos en las plantas que cultivamos y ellas, a su vez, nos definen a nosotros”, concluyen José Blanca, María José Díez y Joaquín Cañizares.

“La mayoría del genoma del tomate cultivado actual es muy similar al de los tomates silvestres mesoamericanos (Solanum lycopersicum var cerasiforme). Pero en su domesticación también participaron plantas silvestres ecuatorianas y peruanas (S. pimpinellifolium). Esta situación compleja ha dificultado el estudio de la domesticación del tomate durante muchos años. Gracias al desarrollo de un nuevo método de análisis estadístico, desarrollado en este trabajo, hemos podido determinar que la domesticación de este cultivo se produjo a partir de los tomates silvestres mesoamericanos. Pero el proceso fue complejo”, concluye José Blanca, investigador del Comav de la UPV y uno de los autores del estudio.

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