Una botella de plástico como lámpara. La idea que vio hacer Camilo José Herrera a Illac Díaz el 2011 en Filipinas le ha permitido crear un proyecto para facilitar alumbrado e internet a los que no tienen. Lo hace a través de su ong Un litro de luz, en la que enseñan a construir por sí mismos postes que iluminan y ofrecen conexión a la red.
Su idea convenció el año pasado en Desafío Google, un evento que valora ideas sencillas para cambiar el mundo. Herrera empezó a hacerlo en su Colombia natal. En las zonas rurales con problemas de acceso a servicios básicos como la luz agradecen este sistema que creó. «El reto es inmenso si tenemos en cuenta que 31 millones de personas viven sin luz en América Latina», apunta.
Los postes que ideó en 2014 se construyen con un tubo de PVC y una botella de plástico. Incorporan un panel solar, una bombilla LED y una pequeña batería de moto para poder iluminar. El sistema absorbe la luz solar mediante el panel y almacena la energía para su uso nocturno. «Nuestros postes de luz, que tienen una vida útil de 16 años, incluyen componentes reciclados y un chip de alta tecnología que garantiza que la luz dure un millón de horas», asegura Herrera.
Inventar Linternet
Dos años más tarde consiguió añadir otro elemento: internet. Si sus postes eran autosuficientes y fácilmente instalables, ¿por qué no incorporar un módem y un enrutador inalámbrico? Así surgió lo que bautizó como Linternet. Una realidad con la que se conectan más de 3.500 personas en zonas rurales de Colombia. Estas comunidades pueden elegir entre acceder a internet en tiempo real, lo que cuesta 50 centavos de dólar al día, o acceder a outernet (internet con un desfase de un día), un servicio gratuito.
«De estos 50 centavos, destinamos la mitad a una cuenta de ahorro que a final de año pueden utilizar para comprar un nuevo purificador de agua, mejorar el techo de su escuela o comprar una lancha-ambulancia, como han hecho en una comunidad de Chocó, en un modelo de sharing economy y desarrollo para estas comunidades», indica Herrera.
Con ese sistema en marcha se presentó a Desafío Google. El popular reto reunió en 2017 a más de 2.300 proyectos en busca de una mayor financiación. Entre los elegidos se situó el de Herrera y Un litro de luz. Ahora el siguiente paso que han dado es crear un kit de emergencia. Está diseñado para que comunidades afectadas por desastres naturales construyan sus propias redes de alumbrado y telecomunicaciones. Impulsadas por energía solar, el objetivo es que puedan acceder a luz e internet de forma rápida y sencilla.
Camilo José Herrera demuestra así una de las motivaciones con las que trabaja también en la Red Impulsores del Cambio, una alianza suscrita por Hidraqua y Ashoka, entre otras. «Este pack facilitará todos los componentes necesarios para que estas comunidades desplazadas puedan montar postes de luz según la filosofía do-it-yourself (hágalo usted mismo) y al estilo Ikea: rápido y fácil», explica Herrera.
Tan sencillo como lo es quiere que el prototipo del kit esté disponible a finales de año. Además, pretende que a finales de 2019 sean un centenar de comunidades más las que accedan a ello. Como en zonas de conflicto de Colombia. «Esto supone que cada semana trabajaremos en dos comunidades diferentes, lo que representa un gran reto», señala. Para llegar hasta alguna de estas zonas de muy difícil acceso tendrán que «utilizar furgonetas, lanchas e incluso avionetas», añade.
Un litro de luz se concibe como un programa de código abierto, fácilmente replicable por cualquier persona alrededor del mundo, utilizando materiales accesibles y con habilidades básicas de carpintería y electrónica. En cada comunidad se colocan, durante un fin de semana, entre 40 y 50 farolas inteligentes. Cada una cuesta unos 500 dólares, incluyendo el taller de capacitación. En él se explica a los denominados «embajadores de luz» cómo construir y mantener estos postes de luz e internet.