De la foca monje del Mediterráneo a la perdiz griega. Estas son dos de las especies extintas en España. El Boletín Oficial del Estado (BOE) ha publicado esta semana el Listado de Especies Extinguidas en el país. Una lista que recoge 32 especies de la fauna y flora silvestres autóctonas extinguidas. Incluye las desaparecidas en todo el medio natural español en tiempos históricos sobre las que existen referencias escritas fidedignas, y de las que aún existen poblaciones en otros lugares o en cautividad. Un primer paso que tiene como objetivo ‘rescatarlas’, es decir, reintroducirlas en un estado de conservación favorable.
La Conferencia Sectorial de Medio Ambiente aprobó este listado el pasado 26 de julio. Una medida que es necesaria “frente a las amenazas que suponen las actividades humanas, y que han dado lugar a profundas modificaciones de los ecosistemas naturales”, se advierte en la resolución. “Cuando el mantenimiento del medio no puede dar lugar a la recuperación de sus elementos originales, se hace necesario recurrir a su restauración, lo que puede implicar, entre otras actuaciones, la reintroducción de especies extinguidas”, añade.
En este primer catálogo se incluyen mamíferos como el lince europeo, la foca monje del Mediterráneo y la ballena franca; peces como el esturión europeo y la lamprea del río; aves como el pigargo europeo, el gallo lira, el torillo o el halcón borní y casi una veintena de plantas (cicuta virosa, draba incana y normania nava, entre otras).
Para que las especies puedan incluirse en el listado han de disponer de individuos, propágulos o cualquier otro material genético susceptible de reproducirse. Es decir, poblaciones o ejemplares en estado silvestre en otros países, o ejemplares en cautividad o en cultivo, incluyendo bancos de germoplasma en cualquier ámbito territorial. El listado estará abierto a nuevas propuestas a través de una solicitud justificada científicamente al Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO).
El impacto humano
Las causas que están detrás de la desaparición de estas especies son varias, aunque se pueden resumir en el factor humano (deforestación de los bosques, caza, contaminación…). Pongamos algunos ejemplos. En el caso del lince europeo sus principales amenazas -según el informe del Ministerio de Transición Ecológica- han sido la caza excesiva, el furtivismo por interacción con intereses ganaderos, la destrucción de su hábitat natural, la escasez de ungulados que constituye su fuente de alimentación primordial en invierno (corzos, ciervos, cabras monteses, renos, etc), y el elevado interés en su aprovechamiento peletero.
Aunque a nivel mundial se considera que la especie no está amenazada (debido en gran parte a la buena salud de la subespecie siberiana), se encuentra en peligro de extinción en Europa, Oriente Medio y Asia Central, donde ha desaparecido de numerosas zonas. En España, a partir del siglo XIX se produjo la regresión geográfica del lince eurasiático despareciendo del área cantábrica y permaneciendo únicamente en el entorno del País Vasco y Pirineos. Los últimos registros fidedignos en la vertiente española de Pirineos corresponderían a la primera parte del siglo XX, a partir de la cual la especie podría considerarse como extinguida. En varias zonas de Europa existen programas de reintroducción de este depredador.
La captura masiva de la ballena franca para su aprovechamiento llevó al declive poblacional de esta especie. A pesar de que, actualmente, su pesca está prohibida en todo el mundo, su mayor peligro es la muerte por lesiones al quedar enmallada en redes de pesca, por colisiones con barcos y las hélices de sus motores.
Otros factores que afectan negativamente a su reproducción son su baja diversidad genética, la escasa disponibilidad de alimento y la ingestión de materiales no naturales confundidos con alimento, los contaminantes químicos y las biotoxinas. La población oriental de la especie se considera extinguida, aunque ha habido diversos avistamientos desde 1960 en A Coruña, Portugal y Canarias.
En el caso del pez esturión, su desaparición en nuestros ríos se debió al impacto humano tanto directo sobre sus poblaciones como por la transformación de su hábitat. Desde el Ministerio se destaca que la pesca desmesurada y la construcción de presas en los cauces impidieron que alcanzaran los lugares de freza aguas arriba de los ríos y supuso su extinción. Actualmente, en Europa, las únicas poblaciones abundantes se encuentran en Francia, cuencas del Gironde, Garona y Dordoña, y en Georgia, en la cuenca del Rioni (Mar Negro). En Francia se estima una población constituida por sólo unos pocos miles de individuos.