Tienen entre 15 y 17 años y son voluntarios en el medio ambiente. En sus vacaciones se han apuntado a los campos de verano que fomentan la movilidad juvenil y el encuentro en proyectos solidarios como la conservación y el cuidado de nuestros parques naturales. Diferentes autonomías y organizaciones impulsan este tipo de acciones con alternativas de ocio y tiempo libre para aprovechar al máximo el verano, pero contribuyendo a sensibilizar sobre la importancia de proteger los parajes naturales. Son jóvenes comprometidos, que dan ejemplo, y se suman así a la red de voluntariado ambiental, un motor en la lucha contra el cambio climático.
#VeranoEnVerde -la etiqueta con la que queremos dar a conocer iniciativas comprometidas con el entorno- se desplaza al Parque Natural de Urbasa-Andía, un espacio protegido de la Comunidad Foral de Navarra. Dependiente de la Dirección General de Medio Ambiente, pertenece a la Red Natura 2000, cuenta con una superficie de 21.000 hectáreas de hayedos situados a 900 metros y comprende una amplia gama de valores biológicos, ecológicos y geológicos.
En un refugio juvenil de Eulate, perteneciente al ayuntamiento de este municipio, y cercano a Urbasa-Andía, han estado alojados 22 jóvenes voluntarios hasta este pasado jueves, día en que se despidieron de sus tres monitores que les han guíado en su exploración con el medio ambiente. “El objetivo de estos proyectos es que los chavales estén en contacto con la naturaleza y que cuiden de ella”, afirma Vanesa Cisneros, directora del campo.
Acondicionar senderos
La acción está enmarcada dentro de un programa organizado por el Instituto Navarro de Deporte y Juventud, en colaboración con la Dirección General de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, que promueve campos de diferentes temáticas. Uno de ellos es el medioambiental y en esta ocasión el foco de atención era el parque natural, donde los voluntarios subían cada día y tenían encomendadas diferentes tareas poniendo en valor su riqueza.
Procedentes de diferentes comunidades autónomas -Andalucía, Aragón, Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Castilla La Mancha, Cataluña, Madrid, Valencia, La Rioja y País Vasco-, por las mañanas se encargaban de la restauración de balizas de los senderos marcados (los senderos son de 12 kilómetros), recolectar leña caída de los pinares o adecentar la carbonera. Por las tardes, se organizaban excursiones para conocer el entorno y localidades de la zona.
La demanda de participantes está asegurada, una buena señal para el futuro de nuestra naturaleza. «Son chavales geniales y trabajan muy bien», afirma Cisneros, quien destaca el compromiso de los jóvenes con las labores de restauración y conservación. El contacto directo con un espacio natural y la convivencia durante dos semanas siempre resulta gratificante. «En muchos casos están en un entorno muy distinto, haciendo actividades nuevas y no solo por las tareas. Por ejemplo, irnos a bañar al río, que es algo habitual, para los participantes de Canarias es diferente”, apunta. La buena acogida de estas iniciativas hace que haya repetidores.