El objetivo fundamental de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) no es otro que el de la construcción de un mundo mejor, con mayor equidad social y regido por los principios de la solidaridad. Así se garantiza aquella sostenibilidad del planeta que ahora está en riesgo, precisamente a partir de la sostenibilidad de las empresas, sean públicas o privadas.
Lucha contra la pobreza:
Dicho propósito se expresa de manera más concreta en la lucha contra la pobreza y, por consiguiente, en la puesta en marcha de mecanismos para superarla con ayuda del sector privado y, en general, de la sociedad a través de sus distintas organizaciones, sin excepción.
Objetivos del Milenio:
Existe, por fortuna, un compromiso universal al respecto, como fue el suscrito por los miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU), representados por sus gobiernos, en los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio -ODM-, cuya meta por excelencia fue reducir los niveles de pobreza en forma significativa (pero igualmente se trazaron metas en educación, salud, medioambiente…), con el debido seguimiento a los avances de cada país en tal sentido.
El Pacto Global:
Más aún, la ONU vio la necesidad, poco después de lanzar los ODM, de que el citado compromiso no fuera solo de los gobiernos o los Estados sino de cada organización social y, en particular, del sector empresarial, al que reclama su responsabilidad social a la luz de consideraciones éticas como las expuestas por el pensador alemán Hans Küng al hablar de una ética global, indispensable a su modo de ver en la globalización.
En síntesis, se requiere que el sector privado contribuya a alcanzar, en alianza con los gobiernos y demás organizaciones sociales, los Objetivos del Milenio que al término de su primera etapa, en 2015, se transformaron en Objetivos de Desarrollo Sostenible, haciendo énfasis en la sostenibilidad, sinónimo de la RSC.
Un decálogo empresarial:
Ello debe traducirse en programas específicos de protección de los derechos humanos y laborales; lucha contra la pobreza y la corrupción a partir de la ética global y la sostenibilidad, con base en el cabal cumplimiento de un decálogo cuyo nombre habla por sí solo: Pacto Global o Global Compact, lanzado por el entonces secretario general de la ONU, Kofi Annan, durante el Foro Económico de Davos (Suiza) en 1999.
Ética en los negocios:
Así, el Pacto Global invoca la ética empresarial, sin la cual no es posible siquiera, en opinión de Küng, el éxito en los negocios; propugna en consecuencia por un mercado ceñido al respeto por los valores éticos, no el mercado ciego, de libertad absoluta, que nos condena a crisis permanentes o a la extinción de la vida, y es un primer paso, en definitiva, a la solución de fondo, estructural, que abordamos en el comentario anterior.