Callosa de Segura, municipio de la Vega Baja alicantina, fue considerado capital del cáñamo hasta la década de los sesenta. Lo fue debido a su tradición por cultivar y trabajar esta planta de enormes propiedades y aplicaciones artesanales e industriales. Ropa, calzado, cuerdas, velas y multitud de utensilios se creaban antaño con sus hebras y sus cañas, tanto verdes como secas.
Debido a la introducción de las fibras sintéticas, elaboradas con polímeros plásticos, su actividad fue mermando. El punto y final lo pusieron las prohibiciones legales por tratarse de una especie vegetal de la que se podían extraer sustancias psicoactivas como el tetrahidrocannabinol (THC). No se hizo distinción entre variedades y porcentajes. Y aunque con el paso del tiempo ese contexto legal se ha ido modificando y ajustando, la estocada fue de muerte.
Generador de riqueza
Ahora el cáñamo se plantea como un nuevo generador de riqueza para los territorios agrícolas o las zonas rurales que están sufriendo la despoblación de sus núcleos urbanos. “Es rentable para el agricultor y es rentable para la industria, pero no se puede caer en lo mismo que está sucediendo en el sector agrícola, que entrega todo el beneficio a los intermediarios”, matiza Roque Francisco Albert Lucas. Él es responsable de la escuela de trabajos artesanales del cáñamo en Callosa de Segura. En ella se trata de revivir o resucitar los principales oficios que generaba esta industria.
“En Inglaterra o Alemania se utiliza para la creación de bioplásticos con los que se elaboran muchas piezas de los coches”, comenta. Pero no es solamente lo que se ve lo que puede ser útil, sino también aquello que está enterrado. “En algunas regiones de Italia donde están teniendo problemas de intoxicación de la tierra están empleando las plantaciones de cáñamo para la regeneración del suelo ya que absorben los metales pesados y purifican la tierra”, explica Albert. “Por eso aquí se decía que, entre cultivo y cultivo, se plantara cáñamo en época de barbecho. Porque después las recolectas eran mucho más productivas y sus frutos de mejor calidad”, añade.
Lo artesano resiste
El manejo del cáñamo de forma industrial se mantiene en pequeñas empresas como Manufacturas Yuts. Como explica David Butrón, en ella trabajan esta materia prima para el calzado, en su gran mayoría, y la cordelería en agricultura, con un porcentaje mucho menor. Aunque se permite de nuevo su plantación, Butrón explica que en España es aún muy poco lo que se cultiva para poder tratarse de forma industrial. Aún así, mantienen el conocimiento de las generaciones anteriores, las que lo trabajaban.
Es en su nave de Callosa de Segura donde se encargan de tratarlo empezando por lo más básico, el trenzado. Al unir los hilos de cáñamo de esta manera consiguen que tengan un mayor grosor. Esta operación les permite componer las suelas de los zapatos y alpargatas al darles esta forma, es lo que se conoce como el urdido. De ahí pasa al cosido, para que esta forma se mantenga unida. El último proceso que realizan es el vulcanizado, donde pegan otras suelas de distintos materiales para componer ya la definitiva.
El cáñamo, reclamo de moda
Estas son las que proveen a firmas de calzado como Pablo Gilabert. En esta empresa familiar, la segunda generación crea sus modelos de zapatos que luego venden por todo el mundo. De hecho, como explica el propio Pablo Gilabert, donde más venden es en Italia y Japón. Tanto es así que las ventas internacionales son el principal mercado de Gilabert. Y para que ese paso sea firme necesitan las suelas que le ofrecen proveedores como Yuts. Su empresa se encarga de montar ya el zapato que se encontrarán luego los clientes en las tiendas.
En la vecina localidad de Catral tienen la nave en la que se amontonan pieles, telas y otros materiales necesarios para la confección. A la suela que reciben le pegan esas diferentes telas o pieles que necesita el modelo, según su diseño. Estos los centran casi en su totalidad en el mercado femenino, el que más compra. En los de cuñas altas, por ejemplo, el cáñamo sirve de embellecedor del corcho con el que están hechos los tacones. En los planos, el cáñamo es la base. El interés por la alpargata como recuperación de una moda tradicional pero adaptada a los nuevos tiempos es la prueba de que el cáñamo aún tiene un futuro en el sector.