Si se rehabilitaran energéticamente las viviendas construidas entre las décadas 60-80 en España, sería posible evitar diferentes problemas de salud. Esa es la conclusión del estudio que promueve la Plataforma de Edificación Passivhaus. Los edificios que señalan de aquella época, carecían de ningún criterio de eficiencia energética, indican. Eso provocaría problemas de humedades y hongos, bajos niveles de calidad del aire y altos niveles de ruido.
Las estimaciones que manejan, aseguran que vivir en estos edificios es la razón para que unas cien mil personas tengan niveles de salud malos o muy malos, y que unas ciento veinte mil estén diagnosticadas con problemas cardiovasculares. El estudio recalca como los problemas de salud se extenderían a todo el año al vivir en estas condiciones. Entre los factores negativos, apuntan que no se compensarían ni las altas temperaturas en verano ni el frío del invierno.
Las principales enfermedades que se pueden dar por estas problemáticas en la vivienda son hipertensión, problemas respiratorios o enfermedades cardiovasculares por temperaturas frías en invierno y un nivel de humedad inadecuado.
La lista de problemas de salud no se queda en eso. Aquí añaden que se genera una tasa de mortalidad adicional por enfermedades circulatorias y respiratorias ocasionadas por altas temperaturas en verano. Además, incluyen otras consecuencias negativas como irritación, alergias, infecciones y asma por humedades y hongos. La calidad del aire interior causaría problemas respiratorios, cardiovasculares y cáncer de pulmón. Por último, estaría el deterioro cognitivo y la alteración del sueño por el ruido.
El aislamiento térmico, una de las soluciones
Frente a todos estos problemas, las soluciones pasan por ponerse manos a la obra. La Plataforma de Edificación Passivhaus recomienda adoptar una serie de medidas de construcción. El primer aspecto al que se refieren es el aislamiento térmico, utilizando lo que denominan altos niveles en ese sentido. Es decir, cuidar su diseño y ejecución eliminando los puentes térmicos, dando continuidad al aislamiento a lo largo de todo el edificio. Eso incluye puertas y ventanas de altas prestaciones térmicas (triple acristalamiento, bajas transmitancias y correcta instalación); garantizar la hermeticidad a la entrada de aire no deseado; y recurrir a una ventilación mecánica con recuperación de calor de alto rendimiento.
Esta serie de medidas es lo que denominan los cinco principios básicos del estándar Passivhaus, el más exigente del mundo en la construcción de Edificios de Consumo Casi Nulo. Además, el Passivhaus Institut recomienda que los materiales del interior del edificio sean de bajas emisiones de COV’s (compuestos orgánicos volátiles contaminantes). La Plataforma de Edificación Passivhaus (PEP) es la asociación sin ánimo de lucro que promueve la construcción de edificios altamente eficientes.
Desde que se fundara en 2008, presumen del salto cualitativo en España hacia los edificios de consumo de energía casi nulo, dos años antes de que la Directiva Europea marcara 2020 como objetivo para la consecución de estos edificios de muy alta eficiencia energética. En la actualidad, la asociación cuenta con más de setecientos socios repartidos por toda la geografía española.
Los problemas en Europa
El problema no se circunscribe únicamente a España, precisan. Según indican, a nivel europeo, alrededor del 15% de las viviendas tienen problemas de humedades, el 10% de hongos y el 22% padecen problemas de ruido. En relación a la calidad del aire, numerosas ciudades europeas superan los límites de calidad del aire exterior, lo cual tiene una repercusión directa sobre la calidad del aire interior, además de los propios contaminantes interiores.
Si bien la salud es el factor primordial que destacan, hay otro argumento que subrayan. Según el estudio, las familias podrían ahorrarse entre cuatrocientos y quinientos euros anuales en sus facturas energéticas. De esa forma, se reduciría prácticamente a la mitad los costes energéticos totales de la vivienda. Al final, concluyen, la administración pública se ahorraría unos 370 euros por vivienda, en costes sanitarios y laborales.