El hielo del océano Ártico se ha ido reduciendo en las últimas décadas debido al calentamiento global. La desaparición progresiva del hielo ha ido mucho más rápido de lo que habían calculado los expertos. Con un calentamiento muy superior a la media del planeta, las últimas predicciones apuntan que, dentro de treinta o cincuenta años, el hielo que cubre parte del océano incluso durante los meses de verano podría haber desaparecido por completo.
Sin embargo, el efecto de las emisiones de origen humano en el Ártico es mucho más conocido de lo que se suele pensar. Por ejemplo, en cuanto a la respuesta del hielo marino a un calentamiento repentino o en qué momento comenzó a retroceder en el Ártico. Este ha sido el objetivo de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Sociedad Geológica de Estados Unidos y publicado en la revista Geology.
De entrada, las condiciones de la región hacen que los datos sean más bien escasos. Por ejemplo, las imágenes por satélite, claves para ver las crecidas y reducciones de la superficie del hielo, solo están disponibles desde la década de los 70 del siglo pasado. Y ese es un período demasiado corto como para elaborar modelos totalmente fiables. Las observaciones directas, por otra parte, son pocas. Y, por tanto, la incertidumbre sobre el futuro del hielo ártico es bastante alta. Sin embargo, como en tantos otros casos, hay registros naturales que han permitido aumentar la información sobre este proceso y extenderla más atrás en el tiempo.
El testimonio de las algas
El estudio presenta un registro de la variabilidad del hielo marino del Ártico en el archipiélago de Svalbard (Noruega) durante doscientos años. Este se ha obtenido gracias a las algas coralinas. Por su crecimiento y a otros indicadores que dependen de la luz que reciben, estas permiten saber la duración de la cubierta de hielo. Y, con ello, sus avances y retrocesos a lo largo del tiempo.
Gracias a esta posibilidad, se puede estudiar el deshielo del Ártico y tener datos mucho más fiables que hasta ahora y hace mucho más tiempo. Por ejemplo, los resultados de este estudio apuntan a que el retroceso del hielo Ártico comenzó a principios del siglo XX. Eso significa apenas medio siglo después del inicio de la Revolución Industrial. O que los niveles más bajos de los últimos dos siglos se produjeron durante el período que va de los años 80 a principios de los 2000. Y este es un dato que se desconocía. Con él se muestra que este nuevo método permitirá detectar y verificar los cambios en el hielo de la zona más septentrional de nuestro planeta de una manera mucho más fiable que hasta ahora. A.S. Món Planeta