Un estudio de la Universidad de Alicante ha encontrado microplásticos en varias muestras de sal. «Los microplásticos están ya en todas partes«, afirma Juan Antonio Conesa. Él es uno de los tres científicos que, junto con María Íñiguez y Andrés Fullana, han capitaneado el estudio. Forman parte del Departamento de Ingeniería Química de la UA. Desde septiembre de 2016 hasta junio de este año han estado tomado muestras y analizándolas. Productos producidos por salinas de todas las costas españolas. Galicia, Huelva y Cádiz, en el Atlántico. Barcelona, Gerona, Valencia, Murcia y Menorca, en el Mediterráneo. También en La Palma y Lanzarote, en Canarias. En todas las sales analizadas han encontrado microplásticos.
Todas contienen plástico en diferentes concentraciones, que van de 60 a 280 micropartículas por kilo de sal. En su mayoría son tereftalato de polietileno (PET, el 83,3 % del total). Aunque también han encontrado polipropileno (PP, el 6,7 %) y polietileno (PE, el 3,3 %). Según este trabajo, si el consumidor respeta la ingesta máxima de sal que recomienda la OMS (5 gramos diarios), estaría ingiriendo de 510 micropartículas. «No se trata de una cifra alarmante», explica Consea. De hecho, un solo mejillón puede contener hasta 178 microfibras de plástico. «El problema es que todavía no sabemos en qué medida afectan al organismo», aclara el investigador. «No sabemos si estas partículas simplemente se expulsan o si pueden pasar a los órganos», añade.
No puede evitarse
«Todavía no hay ningún estudio que haya demostrado que son perjudiciales, pero el caso es que los estamos ingiriendo», comenta. «Toda la comunidad científica está esperando a que alguien diga algo sobre esto», exclama. Se están haciendo diferentes estudios al respecto, pero todavía no hay respuesta. «Más que el propio microplástico en sí, lo que parece más peligroso es que puedan portar algún tipo de compuesto», afirma. «Moléculas orgánicas que puedan intoxicar nos», añade el investigados. En el caso de la sal, no es algo que parece que pueda paliarse. «No hay una forma de evitar los microplásticos en la sal», asegura.
A través del aire
Sin embargo, la principal causa no es tampoco la contaminación del agua empleada. «Veíamos microplásticos tanto en sal marina como en la procedente de pozos de interior y los niveles eran parecidos», afirma. Lo que indica que la principal causa ha de ser la deposición a través del aire o durante el proceso de envasado. «Lo que está más que comprobado es que el tráfico rodado es la principal fuente de emisiones de microplásticos», asegura. Esas partículas que se emiten al aire pueden acabar después en cualquier parte. También en las salinas. De hecho, uno de los casos más gráficos es el de las salinas de Torrevieja o de Santa Pola, donde la carretera las atraviesa literalmente.
A través de lodos
En China y en Croacia los niveles de microplásticos encontrados en la sal son mucho más altos. «Ahí si que puede interferir la contaminación del agua», explica Conesa. Pero en España no hemos llegado todavía a sus cifras. Algo que tranquiliza, pero que no debe paralizar. «En nuestro caso, los microplásticos no están en la sal desde que se recoge el agua del mar», comenta. Llegan por el aire. En el caso de los pozos de interior, los acuíferos también pueden haberse contaminado a través de los lodos de depuradoras que se vierten posteriormente en terrenos agrícolas. Alrededor del 5% de los microplásticos del agua que se depura se siguen quedando en el agua depurada. El resto, un 95% de ellos, se quedan en el lodo. Esos lodos contienen multitud de partículas que, si se vierten en la tierra, pueden acabar filtrándose.