El sector de la acuicultura está de enhorabuena. Investigadores de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) han coordinado un estudio, publicado en la revista Scientific Reports, que revela que las proteínas C-reactivas procedentes de las secreciones mucosas de la piel del pez cebra frenan la infección del virus llamado “rabdovirus de la viremia primaveral de la carpa”.
El funcionamiento antiviral de estas proteínas era hasta ahora desconocido. Por lo que los resultados del estudio permitirían diseñar fármacos antivirales eficientes para el tratamiento de la infección en peces. Y eso sería una posible nueva aplicación industrial para el sector de la acuicultura.
¿Pero estos mecanismos ocurren también en vertebrados más evolucionados? A partir de la publicación de este trabajo es cuando se abre un “interesante” debate, ya que permitiría extrapolar estas estrategias terapéuticas a otras especies animales.
Según explican los investigadores de la UMH responsables del estudio, Melissa Belló y Alberto Falcó, hasta hace poco se desconocía la capacidad antiviral de las proteínas C-reactivas (CRPs por sus siglas en inglés). Y este nuevo estudio —realizado en el Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria de Elche (IDiBE)— demostraría que las distintas formas de la proteína CRP del pez cebra impiden ciertos procesos celulares e interrumpen la entrada de la infección del rabdovirus.
Conclusiones de la investigación
¿Cómo han llegado los investigadores a esta conclusión? La autofagia es el proceso por el que las células se deshacen de su “basura”. Una vía que algunos virus utilizan para traspasar la membrana e infectar a la célula. Al interaccionar con el colesterol de la membrana celular, las proteínas CRP reducen el pH o acidez de las partes de la célula que se encargan de su digestión, los lisosomas.
Esto interrumpe la autofagia y bloquea la ruta de entrada y salida de sustancias de la célula para impedir el paso a estos virus.
El equipo de la UMH apunta que, en los mamíferos, las proteínas C-reactivas se producen en el hígado ante infecciones virales y, principalmente, bacterianas. Por este motivo, esta proteína se utiliza para detectar procesos inflamatorios en respuesta a infecciones.
Las CRPs pueden reconocer patógenos, activar el sistema inmunitario y también unirse a sus células. Algunos estudios han planteado que las proteínas CRP podrían ser “anticuerpos ancestrales” ya que se pueden encontrar en especies inferiores en la escala evolutiva. Incluso en invertebrados.
Anteriores hallazgos
Por ello, anteriores hallazgos sobre la función antiviral de estas moléculas motivaron al investigador del IDiBE y colaborador docente en el Departamento de Farmacología, Pediatría y Química Orgánica de la UMH, Alberto Falcó, a indagar en el funcionamiento de las CRPs. Para lo que ha utilizado el pez cebra como modelo animal.
“Si bien desde tiempos remotos se han explotado las propiedades farmacológicas de las especies vegetales, en las últimas décadas esta exploración se ha expandido a los animales acuáticos”.
Uno de los peces de agua dulce más grandes, primer animal extinguido en 2020
Además de Falcó y Belló, en el estudio han participado los investigadores Luis Pérez, también del IDiBE. Patricia Pereiro y Beatriz Novoa del Instituto de Investigaciones Marinas CSIC; y Julio Coll del Instituto Nacional de Investigaciones y Tecnologías Agrarias y Alimentarias.
El proyecto está financiados por fondos FEDER y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades-Agencia Estatal de Investigación. Con una aportación total de 169.400 euros. Es la primera vez que la UMH consigue financiación dentro de la modalidad Jóvenes Investigadores en la convocatoria de proyectos de I+D Retos de Investigación.
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