Mucho ha cambiado la ciudad de Alicante desde el año 1969. Por aquel entonces comenzó a hacerse cargo del transporte metropolitano la empresa Masatusa, que acaba de cumplir su 50 aniversario. La ciudad decía adiós al tranvía y los autobuses empezaban a circular por sus calles. Sin embargo, los inicios se remontan a unos años antes.
En diciembre de 1956, el Ayuntamiento de Alicante adquiría la empresa de tranvías y se constituía entonces como un servicio municipal. El rápido desarrollo del automóvil llevó al Consistorio a replantear el transporte urbano. Masatusa empezó así gestionando los últimos coletazos del tranvía, aunque pronto comenzó a implantar su servicio de autobús.
Ese medio siglo de trayectoria se compone inevitablemente de historias personales con nombre y apellidos. El nombre de la gente que la ha llevado hasta lo que es hoy en día, una de las empresas más importantes en movilidad urbana en España. Una compañía que ha hecho historia con su flota y su servicio, pero también con la implantación de sistemas de accesibilidad para personas con diversidad funcional y con avances tecnológicos, siendo pionera en el uso del contactless como sistema de pago.
Una de las personas imprescindibles para comenzar la construcción de ese relato es Paulino Torres. “Mi experiencia es muy larga y bonita; lo he pasado bien durante los 33 años en los que he trabajado en la empresa”, afirma. Es de Albacete, pero fue de viaje de novios a Alicante, donde presentó una solicitud para incorporarse a la plantilla como conductor de autobús. La entregó en agosto y en el mes de octubre ya estaba trabajando.
Tenía 27 años cuando entró y allí ha permanecido hasta que se jubiló hace 14 años. Uno de esos casos que costará encontrar en un futuro muy próximo. “Los autobuses con los que empecé no tenían motor de arranque y había que empujarlos; han cambiado muchísimo las cosas hasta los autobuses de hoy en día”, recuerda. “Yo estrené los primeros Pegaso de la serie 300, pero luego vinieron los 700 y después los articulados”, detalla Paulino.
Por sus manos también pasaron esos articulados que rememora, toda una sensación en aquellos momentos. Entre los últimos modelos que condujo está un Pegaso 810. Alguno de ellos se conserva todavía en la empresa. Sin embargo, nada tienen que ver con los nuevos modelos híbridos incorporados en los últimos tiempos para atender las demandas de un servicio innovador y de vanguardia.
Esos vehículos más recientes no llegó a conocerlos como conductor. Automáticos, silenciosos y climatizados. “En nuestros autobuses los inviernos eran agradables porque íbamos calientes al lado del motor… Pero en verano pasábamos muchísimo calor”, apunta. Recuerda con especial cariño el homenaje que le hicieron a su compañero José Ripoll, que era chapista, así como a José Cabrera, quien se jubiló el año pasado. “Ambos han estado varias décadas en la empresa”, sentencia.
A todos ellos se les dedicaba la acción que se llevó a cabo recientemente en la ladera del monte Benacantil. Masatusa —que forma parte del gran árbol empresarial que constituye el Grupo Vectalia—, organizó la plantación de trescientos árboles de especies autóctonas como símbolo de todos esos años de trayectoria en la ciudad, pero haciendo también alusión a ese frondoso bosque de historias que han ido sembrando y regando, durante todos estos años, sus propios trabajadores.
Trescientos son los conductores y conductoras que componen la plantilla actual. El mismo número de ejemplares que se han querido plantar. Un homenaje para ellos que también ha estado hecho por ellos. Juan Manuel Gómez es inspector y se encarga de regular las líneas para que los autobuses cumplan sus horas de llegada. Una labor de coordinación y supervisión que le lleva a estar en contacto con casi todos los compañeros de la empresa. Además, antes era conductor, así que conoce a todos muy bien.
Juan Manuel lleva dieciocho años en Masatusa, pero en este puesto solo uno, después de presentarse a un proceso de promoción interna. “Una vez subió una usuaria al autobús y, años después, se acordaba de mi primer día de trabajo; fue toda una sorpresa”, recuerda. En los coches quedan por tanto muchas vivencias. Muchos invierten incluso su juventud a base de trabajo y superación constante. Una entrega entusiasta que la compañía ha querido poner en valor con esta iniciativa con la que se ha creado un nuevo enclave para ellos, pero también para toda la ciudad de Alicante.
Él lo vivió con emoción. De hecho, tiene el récord de plantaciones en esa jornada. “Fue muy bonito; me habría gustado llevar a mis hijos conmigo, pero no pude, así que los llevo ahora para que vean lo que hicimos y para que cuiden los árboles mientras van creciendo”, afirma el trabajador. Todos estos años de trabajo en un servicio a la ciudadanía con Masatusa se han visto plasmados también en esta actividad. Una reforestación en la que además ha primado el deseo de dejar, para las generaciones futuras, también un legado medioambiental.