Humor y concienciación. Esas son las bases en las que se basan las publicidades que recuerdan que el destino de las toallitas es la papelera, no el inodoro. A principios de agosto una campaña recordaba la importancia de mantener los hábitos de cuidado del medioambiente también en vacaciones. Con la etiqueta #ElMonstruoExiste diversas compañías gestoras del agua mantienen la línea de llevar con humor el mensaje de respeto al entorno.
Las toallitas son las protagonistas de estas campañas desde que su uso se ha extendido en la higiene personal. El problema es que para terminar con ellas se tiran por el wc. A ello contribuye que incluso aparece así reflejado en los envases. Esa es una afirmación falsa. Este verano, la Organización de Consumidores OCU analizaba las más populares para reiterar el veredicto que emitió hace dos años sobre ellas. No son papel higiénico y, por tanto, no deben acabar en las tuberías.
Esta primavera en Elche han presentado una campaña que enfatiza el problema que estas suponen. En ella recuerdan que descuidar el medioambiente perjudica las posibilidades de la ciudad para presentarse como Ciudad Verde Europea. Aigües d’Elx y el Ayuntamiento presentaron un estudio que cifra en 900.000 euros el gasto que supone cada año.
En esta ciudad se tiran anualmente quinientas toneladas de toallitas húmedas por los inodoros. Como hemos indicado, al no ser biodegradables como el papel higiénico tardan mucho en desaparecer. En este caso estiman que hasta cien años. Y por ello decidieron jugar con la fecha para recordar que su idea es ser ciudad verde en 2030.
Con una fecha de caducidad tan lejana, se convierten en seres inmortales. Así optaron los creativos de Hidrogea por calificarla en 2015: El monstruo de las cloacas. La compañía recordaba los datos obtenidos en Murcia, con quinientas toneladas de toallitas taponando desagües y bajantes. Otros de sus problemas asociados, el agravamiento de inundaciones y atasco de depuradoras, se destacaban en las creatividades lanzadas.
Un año más tarde, Aguas de Huelva asoció su publicidad informativa a zombis y una popular serie.
La ficción The Walking Dead se recreaba a través de sus títulos de crédito para enfatizar el problema que supone. La campaña consiguió así en 2016 impacto y aún se mantiene como una de las más populares lanzadas. El uso del humor, como señala Simón Pulido, parecía al principio «una idea peregrina». La idea cuajó y otras campañas se basan en esa idea.
Ese mismo 2016 desde Aigües de Barcelona se trabajó una línea más informativa para recordar los problemas causados. Stop Toallitas al Váter se acompañaba del reparto de veinte mil papeleras para recoger toallitas. El objetivo que se marcaron era claro, «con una papelera al lado del váter, es muy fácil habituarse a tirar cada cosa en su sitio».
Las cifras eran, de nuevo, el fuerte sobre el que apoyarse. En su campaña afirmaban que un 80% de los servicios de limpieza de cañerías se debían a esto. Y, buscando el enfoque individual, estimaban en trescientos euros el coste de su reparación a las comunidades de vecinos. La compañía catalana destacó entonces los buenos resultados de las campañas. Según indicaron, se redujeron en un 2,5% el número de residuos vertidos en las depuradoras.
Si la publicidad española ha optado en gran parte por el humor para describir el problema, en la anglosajona han inventado un nuevo término. Fatberg es como se conoce a la masa de basura congelada que crean toallitas, condones y grasas, entre otros. Esta palabra remite al término iceberg y sirve también para jugar con el concepto del tamaño desconocido del problema.
Igual que iceberg llegó a entrar en el vocabulario internacional, con fatberg corremos el mismo peligro. Este año el Museo de Londres expone en sus instalaciones uno de los mayores montones de esta basura encontrados. Fue en febrero cuando una muestra recuperaba la historia del atasco en las tuberías de Whitechapel. La comisaria de la muestra, Vyki Sparkes, bromeaba al describir la primera exposición dedicada a este problema sanitario: «Es grandioso, magnificente, fascinante y repulsivo. ¡El perfecto objeto museístico!». El éxito de la campaña que iniciaron a principios de año les ha llevado a convertirlo en parte de su colección permanente.