El Pacto Verde se hace local. La Comisión Europea reúne a cien ciudades inteligentes para que expongan sus planes concretos con los que aplicar la transformación digital, verde y justa. Estas son algunas de las claves que quieren poner en marcha y que se han presentado en el segundo reto que gestiona City Lab.
El fondo de recuperación que lanza Bruselas tiene marcadas unas áreas específicas en las que trabajar. La energía agrupa varias de ellas, desde tecnologías limpias y renovables, transporte sostenible y estaciones de carga para vehículos eléctricos hasta la eficiencia de los edificios.
La aplicación de la digitalización empieza porque haya una buena conexión. Por eso se pide que estén disponibles servicios rápidos de banda ancha para acceder a internet. De ahí, a la formación para apoyar las habilidades digitales. Con ello, lo siguiente es poder trabajar mediante la Red con la administración pública para eso fomentan su modernización. Un paso que requerirá el llamado escalado, el paso de los datos a la gestión en la nube.
Organizar todo eso tiene unos plazos. De recordarlos se ha encargado Ulla Engelmann, jefa de Unidad de Economía Social de la Comisión Europea. Los Estados miembros deben presentar sus planes antes de finales de abril, asegurándose de destinar al menos el 37 % de su gasto en inversiones y reformas climáticas y un mínimo del 20 % para su transición digital.
La importancia de la eficiencia energética va más allá de la sostenibilidad para Engelmann. En su intervención ha destacado que la renovación de viviendas para descarbonizar los sistemas de calefacción y refrigeración al tiempo que se aumenta la eficiencia energética no es solo una política verde, sino una política social. Un ejemplo de ello está en las ventajas de la renovación inteligente, que también reduce la pobreza energética. Y ahí ha recordado que, a menudo, son los grupos socialmente desfavorecidos los que viven en los edificios con peor rendimiento y pagan las facturas de energía más altas.
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La covid-19, espoleta del cambio
El reto de las cien ciudades inteligentes tiene muy en cuenta los efectos de la pandemia de la covid-19. Alice Charles, líder del proyecto para la Plataforma de Ciudades, Infraestructura y Servicios Urbanos del Foro Económico Mundial, ha repasado en particular esta área. De hecho, ha resaltado que la pandemia ha sido un factor de disrupción y aceleración del cambio urbano.
La cuestión de la movilidad sigue siendo una de las más afectadas por el coronavirus. Antes de su llegada la preocupación era plantear modos de transporte sostenibles. Ahora luchan por promover el uso del transporte público mientras implementan medidas de distanciamiento social. Charles pone como ejemplo del cambio es las ciudades localizadas. El paradigma de ello está en la ciudad de 15 minutos de París o el barrio de 20 minutos de Melbourne. Estos tiempos son la medida de lo que debería requerir acudir a los diferentes servicios.
¿Y qué están proponiendo algunas de las cien ciudades inteligentes? El repaso a la jornada incluye muestras de España, Portugal, Finlandia y Francia. Desde Oporto, su vicealcalde se enfoca precisamente en aprovechar al máximo ese ecosistema compacto. Filipe Araújo ha explicado que para proporcionar energía limpia, asequible y segura han transformado su empresa municipal de agua en una empresa de servicios públicos de energía.
El apoyo de redes empresariales
![Lovaina es una de las cien ciudades inteligentes que trabaja en el proyecto por el Pacto Verde Europeo local.](https://xn--rediseo-9za.iambiente.es/wp-content/uploads/2021/02/leuven-705830_1920-300x199.jpg)
De las dos ciudades belgas participantes, el caso de Amberes se ha centrado en el apoyo a las empresas locales para capear la pandemia. De hacerlo se ha encargado la directora del departamento económico, Goele Haest. Entre sus acciones, producir máscaras de grado médico y buscar soluciones de alta tecnología para el rastreo de contactos y el monitoreo médico. La otra representante, Lovaina, trabaja en la neutralidad climática y la prosperidad a través de la innovación.
Ambas visiones convergen en el ejemplo de Espoo. Esta ciudad finlandesa ha repasado su estrategia empresarial que a lo largo de ocho años ha creado una red que durante el año pasado coordinó la comunicación de medidas de seguridad y estímulo a las empresas locales. Según Harri Paananen, su director de desarrollo económico, aplican la regla de las ciudades localizadas, porque adaptan las ideas y su implementación a las necesidades de cinco vecindarios distintos.
Esa idea de red la compartieron dos de las representantes españolas en la lista de las cien ciudades inteligentes. En el caso de Cartagena porque, como ha indicado su concejala de desarrollo sostenible, el ICC les ha animado a crecer su red de partes interesadas. Según Cristina Mora, así empezaron a colaborar más estrechamente con su ecosistema local y construyen relaciones a largo plazo con otras ciudades ICC.
En el caso de Alcoy, su objetivo pasa por transformar el tejido industrial de la ciudad. Para conseguirlo, la colaboración ha sido básica. Y en ese listado destacan desde asociaciones empresariales, hasta universidades y centros de investigación, pasando por empresas privadas de todo tipo. La idea es lograr una economía robusta con una producción sostenible y limpia capaz de integrarse en la economía global.
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Compartir el conocimiento
Esa transformación industrial es la que busca la italiana Reggio Emilia. De hecho, partieron del programa predecesor de ICC, el Digital Cities Challenge, para mejorar la infraestructura de la ciudad digital. Como ha indicado Anna Riccioni ya han puesto en marcha una Oficina de Transformación Digital que coordina la recopilación y difusión de datos para cada departamento del municipio.
El último ejemplo de estas cien ciudades inteligentes hace énfasis en algo básico, la financiación. El director de Asuntos Europeos de la Metropole Nice Côte d’Azur ha recordado que sin la inversión y apoyo europeo no serían posibles muchas de las acciones que llevan a cabo en la ciudad francesa. Según Sébastien Viano, la clave estaría en que los municipios estén mejor informados sobre los fondos disponibles, para elaborar e implementar estrategias más ambiciosas. Y, con eso, fomentar el sentimiento europeo.