«La telelectura no es algo que nos aporte, es como el propio contador o las tuberías. Ni nos planteamos que no pueda existir ya porque es un elemento más». Así se arranca Josean Rodrigo, responsable de gestión de redes en Servicios de Txingudi. La empresa guipuzcoana hace doce años que empezó a utilizar estas tecnologías de lectura a distancia de los contadores de agua y ahora ya va por la segunda generación de dispositivos con conectividad VHF.
¿Qué fue lo que movió en 2008 a Txingudiko Zerbitzuak para lanzarse a esta pionera implantación? «Le dimos la vuelta entera a la empresa», recuerda Rodrigo. Aquel replanteamiento se basaría en «el control y medición de todo». Con el nombre de Erlea querían integrar sus distintas áreas de actividad: redes de abastecimiento y saneamiento de agua, recogida de residuos y limpieza viaria.
Su gestión del ciclo del agua era integral, desde la presa hasta la depuradora. Pero les quedaba lo que llamaban «la habitación oscura», porque cuando se llegaba a los contadores el control a tiempo real desaparecía. «En nuestra forma de gestionar no tenía sentido si no se incluía el concepto de telelectura», señala. De ahí que apostaran por este sistema totalmente, sin pruebas piloto a pequeña escala. «Sin telelectura, no había modelo de gestión. Era fundamental», reitera.
El objetivo principal que se marcaron con este cambio era que se constituyera en un pilar de la gestión de redes y mejorarla. «Teníamos un modelo basado en la sectorización y en los balances hidráulicos en continuo», apunta Rodrigo. Por eso, añade, «necesitábamos saber los consumos que había».
Evitar las fugas
El otro cambio que permitió este sistema fue facilitar el pase de la factura trimestral a la mensual. «Y estamos planteando incluso un proyecto de facturación en tiempo real», avanza. Esta propuesta que están estudiando se acercaría al modelo eléctrico, «tarifa distinta en verano o invierno, o en función de lo que cueste realmente el servicio». El poder hacerlo, recalca, es posible solamente «si tienes la telelectura y 24 lecturas diarias». Una evolución que, en su opinión, ha demostrado la fortaleza del sistema.
Los balances hídricos en continuo que hace posible este sistema les ha servido para mejorar el rendimiento en bastantes puntos, destaca. Un ejemplo de ello es que «te permite ver lo que llamas las pérdidas aparentes, esas fugas que no detectabas en los domicilios». De hecho, estiman una media de doscientas fugas anuales sobre cuarenta mil clientes que se evitan de este modo.
Las múltiples mediciones diarias les proporcionan la mayor precisión necesaria para discriminar si se trata de consumos anómalos o fugas, comenta. «Nos ha permitido la mejor caracterización de las fugas», resume.
La experiencia de un sistema robusto
¿Qué aprendieron de aquella primera generación de contadores? Rodrigo destaca la importancia de la robustez del sistema. «Al principio planteamos uno que no estaba muy desarrollado porque necesitaba multitud de elementos y una comunicación muy complicada que daba problemas», reconoce. Por eso querían cambiar a uno que fuera «robusto, sencillo y estuviera suficientemente comprobado».
Lo prioritario, recalca, era una tecnología que «funcionara desde el primer día y en el cien por cien de los contadores». Ese fue el planteamiento que les llevó a acabar trabajando con el grupo Suez desde 2018. «Hemos pasado de querer hacerlo todo nosotros a hacer un contrato por prestación de servicio para que nos lleguen las lecturas y te encargas de todo. Para eso tiene que venir alguien que confía en un sistema robusto, si no es una ruina».
Aprender a distribuir los contenedores de residuos
El cruce de datos les ha proporcionado desde 2018 una iniciativa para mejorar la recogida de residuos. Como además del agua se responsabilizan de este servicio, decidieron relacionar el consumo con la recogida. «Hay una relación clara entre el consumo y la generación de residuos», señala.
¿De qué manera lo mejoraron? Como explica Rodrigo, el consumo de agua va vinculado a la habitabilidad. De esa forma podían calcular una mejor distribución de contenedores de recogida de residuos para esas zonas «con una densidad muy alta de viviendas pero en la que viva muy poca gente o que esté muy poco tiempo en casa». Antes de eso, el cálculo se hubiera basado en el número de viviendas, lo que podía ocasionar estimaciones menos concretas.
Esto abre la puerta a otra posibilidad, una tasa de la basura variable. «A día de hoy no se puede medir lo que echa cada uno al contenedor, pero sí se puede establecer una relación clara a partir del consumo doméstico de agua». Y aunque ellos no lo han establecido, sí que conoce otras iniciativas en el País Vasco que relacionan las dos tasas para su cálculo.