CO2

Secuestrar CO2 es la nueva urgencia climática: retrasarlo conllevaría efectos negativos según un estudio de la UA

Desde que se conocen las consecuencias nocivas del CO2 en la atmósfera, los esfuerzos se han basado en reducir emisiones. Sin embargo, la cantidad de gases de efecto invernadero que ya están ahí son suficientes para desencadenar catástrofes naturales a medio plazo. La solución ya no es evitar nuevas emisiones, sino que hay que ‘secuestrar’ ese CO2 que se ha emitido.

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Investigadores de las universidades de Alicante, Jaén, ETH de Zúrich y el Imperial College de Londres advierten sobre los efectos de retrasar la eliminación de dióxido de carbono para evitar el calentamiento global en más de 1.5 °C para final de siglo. Un informe que ha sido publicado recientemente en la prestigiosa revista Nature Communications.

Retrasar dicha acción conllevará efectos negativos que se agravarán más en función de esos aplazamientos. “El aumento de la temperatura que está provocando esos gases puede continuar”, afirma José Antonio Caballero. El investigador del departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Alicante. De esta forma, se hace imprescindible simultanear la reducción de emisiones con la retirada de los gases ya emitidos. Y se trata de cifras desorbitas.

La cantidad de gases que hay que eliminar es enorme porque estamos hablando de muchas gigatoneladas”, afirma el experto. En la actualidad, en el mejor de los casos, tan solo se está consiguiendo retirar alguna megatonelada. Algo que considera testimonial. “Retirar CO2 tiene el inconveniente de que es una actividad con la que nadie gana dinero”, apunta. He ahí la clave del poco desarrollo que han tenido estas técnicas. Aun así, existen y es indispensable acelerar su aplicación.

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Cómo ‘secuestrar’ CO2

Por el momento, existen dos formas de hacerlo. Captura directa del aire. Una técnica que es poco eficiente, cara de realizar y no aporta ningún beneficio. Consiste en coger aire mediante unas turbinas y conducirlo a unos equipos donde se extrae el CO2 para ser tratado. La otra es la más ancestral y consiste en lo más básico: apoyarse en la naturaleza. Es decir, plantaciones de vegetación en desarrollo, en crecimiento, que es cuando más gases consumen. Cuando el CO2 se ha capturado, ese material vegetal se transforma en bioenergía. Técnica que se denomina BECCS, por sus siglas en inglés: bioenergy with carbon capture and storage.

“Se plantan cultivos de alto rendimiento pensados para esto y, cuando cumplen su función, se queman para producir energía renovable”, explica Caballero. En ese proceso de quema no se genera CO2 porque se emplea una tecnología que lo secuestra y almacena. Lo que se llama DACCS: direct air carbon capture and storage. “Estas dos son las técnicas más prometedoras hasta el momento porque sí consiguen rendimientos y eficiencias muy grandes”, afirma el investigador.

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Se acumulan los retrasos

Teniendo en cuenta el tiempo que se tarda en crear estas instalaciones, el ritmo de expansión y el tiempo de desarrollo de estos cultivos, Europa va a contrarreloj. “Si empezamos ahora, habría capacidad para eliminar hasta 70 gigatoneladas de aquí al año 2100”, explica el autor del informe. Por cada año que pase, se va reduciendo esa cifra. Además, se multiplica el coste directo que tendrían las consecuencias climáticas de dejar ahí el CO2 y no secuestrarlo. “Si nos proponemos eliminar 50 gigatoneladas para el año 2100, que representaría el CO2 emitido en Europa en la última década, cada año de inacción tendría un coste de entre 0,12 y 0,19 trillones de euros”, detalla Caballero.

Si el comienzo se retrasa a mitad de siglo, el potencial de eliminación de CO2 se reduce a unos 35.6 gigatoneladas y, si se retrasara a alrededor del 2070, sería imposible cumplir con el objetivo debido al desaprovechamiento de recursos de biomasa (residuos forestales y agrícolas y desuso de tierras marginales disponibles para cultivos energéticos) y a la velocidad máxima de implementación de las tecnologías”, señala.

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