La Costa Blanca atesora algunos de los enclaves más sorprendentes y bellos. Rincones costeros en los que refrescarse y disfrutar de la época estival en conjunción con la naturaleza. De hecho, la Comunitat Valenciana es la región de España con más banderas azules en sus playas con 159. De ellas, 86 se encuentran en la costa alicantina. Muchos de esos espacios los hemos ido reflejando ya en este diario.
Ahora, hacemos un recordatorio de los lugares más emblemáticos ofreciendo alternativas con las que planificar tus vacaciones. Apunta estas propuestas para vivir un verano divertido y sostenible. Pero, mantén la precaución y sigue siempre las indicaciones de la señalética. Además, es necesario llevar agua para hidratarse, pero, tan importante es cuidarse a uno mismo como hacerlo con la naturaleza. Respeta la flora y la fauna, y evita hacer fuego, acampar o dejar residuos.
El Paseo Ecológico de Benissa
Este sendero de cuatro kilómetros conecta el municipio alicantino de Benissa con el de Calpe bordeando todo su litoral. Un paseo entre calas y acantilados que permite al senderista contemplar quizá las vistas más sorprendentes de la provincia. Rincones costeros naturales al alcance casi de cualquiera. Y es que el nivel dificultad requerido para transitar por este circuito ecológico es de intensidad normal o media.
Este plan de ocio activo es apto para realizar con toda la familia. Incluso los más pequeños podrán disfrutar de este paseo. ¿Quién no disfruta sintiendo la brisa del mar y contemplando unas increíbles vistas? Eso es lo que ofrece este paseo, que recorre la Playa de la Fustera, Cala dels Pinets, Mar Morta i Roques Negres, Cala de la Llobella, o la Platgeta de l’Advocat. Enclaves que dan la oportunidad de un buen chapuzón en sus aguas cristalinas si el calor aprieta.
El Paseo Ecológico de Benissa: un balcón natural al Mediterráneo
Las dunas de Guardamar del Segura
Las dunas y la pinada de Guardamar del Segura están declaradas Lugar de Interés Comunitario (LIC). Es uno de los parajes naturales más preciosos de la Costa Blanca. Las dunas están formadas a partir de las arenas aportadas por el mar, formando un cordón dunar que cubre todo el frente litoral del municipio, de norte a sur. Constituyen un espacio de gran atractivo donde podrás dar un paseo al lado del mar rodeado de naturaleza.
Este espacio forestal, a orillas del Mediterráneo, tiene 800 hectáreas de extensión. En su origen fue un conjunto de dunas de arena móviles, que fueron fijadas a través de la plantación de diversas especies vegetales como pinos, palmeras, cipreses y eucaliptos.
El Peñón de Ifach en Calpe
Cuando hablamos de Calpe es inevitable que no aparezca en nuestra mente la imagen del Peñón de Ifach. Desde el privilegiado mirador del Morro de Toix podemos observar la estampa del paraje natural más imponente de la provincia de Alicante, de gran valor medioambiental y arqueológico. Es un paisaje tan reconocible que se ha convertido en uno de los símbolos de la Costa Blanca.
Escaladores y submarinistas disfrutan por igual de este macizo rocoso, el Peñón de Ifach es la roca más grande del Mediterráneo. Bajo las aguas de Calpe se esconde uno de sus mayores tesoros. Bucear en sus aguas es asistir a un espectáculo de la naturaleza, donde el tiempo se ralentiza, las dimensiones se transforman y te teletransportas a otro mundo. La riqueza de los fondos proporciona numerosos puntos de inmersión e itinerarios submarinos en torno al Peñón de Ifach.
Peñón de Ifach, la ruta más impresionante del litoral valenciano
La costa del Poble Nou de Benitatxell
Una hora de paseo por el mejor balcón del Mediterráneo suena complicado, pero es una de las rutas más fáciles y bellas del litoral valenciano. La costa del Poble Nou de Benitatxell es muy abrupta, con acantilados de más de cien metros. Entre los acantilados, el desagüe del barranc de l’Infern y del barranc de la Cala han formado la cala dels Testos y la cala de Llebeig. La conocida como Ruta dels Penya-segats transcurre entre estas dos calas.
Durante todo el camino encontramos cuevas excavadas en la roca y construcciones de piedra seca junto a la pared vertical del acantilado. Éstas fueron usadas asiduamente hasta mediados del siglo XX, como refugio de pescadores y agricultores e incluso contrabandistas. Los humildes albergues servían como resguardo de la noche, el temporal o para dejar los aperos.
Las Salinas de Santa Pola
Herencia de una albufera prehistórica y hábitat de bacterias, aves, mamíferos y reptiles, la actividad económica es el principal motor de conservación de las Salinas de Santa Pola. A finales del siglo XIX, dos empresas obtienen permisos para explotar el paraje. Brazo del Port y Polasal todavía este año producen casi 200.000 toneladas de sal en 900 hectáreas en una infraestructura capaz de bombear 800 litros de agua por segundo, desde el Mediterráneo a las balsas de las Salinas.
Un paraje industrial en el que se da una combinación virtuosa. Sin las salinas, no vivirían decenas de bacterias que alimentan a los flamencos y al resto de aves que habitan el ecosistema todo el año, además de las que paran mientras hacen su ruta migratoria entre África y Europa. Si sólo se conocen un 1% de las bacterias que habitan el planeta, Santa Pola es uno de sus grandes laboratorios.